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Capítulo 4:
{Narra Harry}
"Llegaremos unos minutos más tarde. Hemos tenido un pequeño problema con el coche. No tardaremos mucho más. Jane y Ellen x"
Suspiré, metiéndome el móvil en el bolsillo. Me senté en un banco enfrente de la cafetería en la que habíamos quedado.
Eran las 5:02
La verdad es que tenía muchas ganas de volver a verla. Aquella chica era muy especial. Además de ser guapa, era simpática, dulce, tímida y tenía potecial para seducir a los hombres muy alto. ¿Cómo sería su amiga? Se llamaba Ellen, o eso parecía. ¿Sería tan guapa como Jane? Esa pregunta me la había preguntado decenas de veces, pero tenía mucha curiosidad.
Un grupo de cinco o seis chicas pasaron por enfrente mía a unos cuantos pasos. Una de ellas, rubia y pequeña, me saludó tímidamente con la mano y después le gritó algo a sus amigas que no pude entender, pero las demás me miraron y rieron, al final todas me saludaron, No las conocía, pero les saludé igualmente, y ellas rieron por lo bajo.
Suspiré de nuevo y me sacudí los rizos.
Nuevas risas. Esta vez no pude oprimir una leve carcajada.
Saqué el movíl de mi bolsillo y entré en twitter. Una nueva mención, era de Jane:"@Harry_Styles, Gracias por esta noche, x"
Sonreí. Más me valía que no lo vieran mis amigos. Son unos mal pensados.
Enseguida sacudí la cabeza y le contesté: "@Jane_tequiere, gracias a tí, por ser tú ;) x"
Unos minutos más tarde, dos figuras andaban hacia mí deprisa. Guardé el móvil en el bolsillo y me levanté.
-¡Harry!-gritó una de ellas, saludando alegremente.
La otra figura le dio un pequeño empujoncito, pero ella le devolvió uno más fuerte que el antarior, entre risas. Las dos de acercaron, le dí dos besos a Jane y ella me presentó a su amiga:
-Bueno, esta es Ellen
-Encantada-se acercó tímida y me dió dos besos.
-Lo mismo digo-le sonreí.
La chica era guapa, tenía un largo pelo marron ondulado y unos grandes ojos verdes, pero Jane seguía superandole en belleza. Estaba espectacular, se había dejado el pelo suelto, y algunos mechones le caían por la cara, resaltando sus grandes ojos azules. Esta vez venía sin maquilllar, pero la verdad es que no le hacía falta, sus pestañas ya eran largas y negras sufcientes.
-Em..¿subimos?-propuso.
-Claro.
Al entrar en la pequeña cafetería, humilde pero acogedora, les abrí la puerta de madera a las dos y las dejé entrar primero, que me lo agradecieron con un gracias y una sonrisa.
-Ir subiendo, ¿Ellen?¿Qué quieres tomar?-preguntó
-Ehh..un chocolate calentito-dijo ella, frotandose las manos.
-¿Harry?
-Sorpréndeme-le guiñé un ojo, y ella me dedicó una preciosa sonrisa.
Ellen subió las escarelas y yo le seguí. La estancia estaba repleta de gente de todas las edades, desde niños de 7 años, a personas mayoras que aprobechaban para mirar las preciosas vistas que la sala ofrecía. Por suerte, la esquina que escogimos ayer estaba libre. Yo me senté en el sillón doble y ella en el individual.
-¿Jane te ha hablado mucho de mí?-dije tímido.
-Ya lo creo, no calla. Bueno, la verdad es que nunca calla, es una cotorra. Aunque no tanto como yo, por que me gusta mucho hablar, mucho mucho. Ui, ya lo estoy haciendo otra vez. Lo siento-bajó la cabeza, tímida.
Solté una leve carcajada.
-No te preocupes.
-Me ha dicho que cantas. ¿Cantas bien?
-Ehh..no..no sé.
-¿Teneis videos en youtube?¿Grabaciones en el móvil?Así te escucho
-No que yo sepa..
-Vaya
Jane subió las escaleras y se hizo paso entre la multitud con tres vasos en las manos, lo consiguió sin ningún derrame llegar hasta nosotros.
-Uf..cómo se nota que es domingo-depositó los vasos en la mesa de cristal y tendió uno a Ellen, ésta la cogió y comenzó a dar leves soplidos
Después agarró su vaso y el mío y se sentó al lado mía.
-Toma, adivina-cogí el envase y le dí un pequeñi traguito, con miedo a quemarme
Vaya, qué rico
-¿Qué es?-dije, y dí otro trago más largo, ya que no quemaba.
Sabores desde dulces a fuertes, una mezcla de limón y azucar.
-¿Está rico?
-Mucho-le sonreí.
Ella me devolvió la sonrisa.
Tenía la sonrisa más bonita que había visto

{Narra Jane}
Una velada muy interesante. Ellen no paró de parlotear y preguntar cosas impropias a Harry:
-¿Eres virgen?-preguntó ella después de dar un largo trago a su bebida.
-¡Ellen!-dije bajito, pero suficientemente alto para que ella me oyera.
-¿Qué? No me digas que no te morías por preguntárselo.
Harry se puso rojo y después estalló una carcajada.
Yo no me dí cuenta que me había puesto roja también.
-Ehh, no, no soy virgen-dijo tímido.
-Aaaaaah. ¿Con o sin?
-¡Ellen!-esta vez si, grité.
Otra risa de Harry.
-Con, con.-dijo con seguridad.
Puse la cara entre las manos, avergonzada.
-Ah, eso está bien. Vale, vale, otra pregunta.
-Mierda-dije entre dientes.
-Supongamos, que dejas a mi querida Jane embarazada.
Dí un salto y la miré severamente, con miedo a mirarle a él.
-Ellen, ¿te puedes callar de una vez? -murmuré.
Harry volvio a reir.
-Shh, no me has dejado terminar la pregunta. Supongamos que dejas a mi querida Jane embarazada, ¿cuidarías del niño, o le dirías que abortara y la dejas tirada?
Tosí. No sabía donde meterme.
-Ehh, cuidaría del niño, claramente.
-Jane, yo me lo pensaría-dijo con mirada pícara.
Puse los ojos en blanco.
Y después de esa pregunta preguntó otras muchas cosas para hacerle ruborizar y reír nerviosamente, con migo incluida, ya que cada pregunta que le hacía, me ponía roja y me escondía entre mis brazos, o a veces me escaqueaba con la escusa del baño.
Cuando, en un momento de la conversación, mientras Harry miraba a los carnosos labios de mi amiga y jugueteaba con uno de los hilos sueltos de mis vaqueros, mi móvil sonó con un pitido, marcando un nuevo mensaje.
Era de Dan.
Me disculpé y abrí el mesaje:
"Jane, necesito hablar con tigo. Podemos quedar dentro de media hora?"
Ellen me miraba, al igual que Harry.
-Eh..es..Nadie. es Daniel, pero podeis seguir hablando.
Pero Ellen ya estaba en el brazo del sofá, al lado mía, mirándo el móvil.
-Tráe-me arrancó el movl de las manos.
-¡Pero bueno!Dámelo-alargué la mano par cogerlo, pero ella lo esquivó ágilmente, con la mirada clavada en la pantalla.
-¿Vas a ir?-me devolvió la BlackBerry
-Eh, no, le voy a llamar-me levanté y tecleé su número-Ahora vuelvo.
Me alejé unos cuantos pasos y me senté en las escaleras
-¡Jane!Gracias a Dios que...-comenzó a decir
-Dan, no tienes que agradecer nada a nadie, querías hablar, habla, pero no pienso quedar con tigo, estoy ocupada.
-Jane, esucha. Yo no quería besar a esa chica, ella vino, comenzó a hablarme y me beso. Pero no pasó nada más.
-¿Sí?Dan, seré rubia, pero no tonta ¿Sabes cuánto tiempo estube obervandoos? Está bien, ella te besó, pero después tu la besaste a ella, inculuso la abrazabas
Calló.
-Además, si no pasó nada más ¿por qué te encontré con ella ayer por la tarde?
-Quedamos para hablar solo, además, tú también te presentaste con aquel de rizos-dijo con una mueca-. Tampoco me agradó mucho
-Harry es un buen amigo que no me ultiliza como tú, que me usas como un juguete sexual.
-¿Un juguete sexual?¡¿Y tú que sabes si no te va a ultilizar?!
-¡¿Te crees que todo el mundo es como tú?!-grité-Pues que lo sepas bien, Harry no es como tú. Y yo tampoco, yo no me ando morreando con él-sollocé
-Jane, yo..
-¡Vete a la mierda!-después de gritar eso, lancé mi móvil al final de la escalera con furia.
Hundí mi cabeza entre mis brazos. Lloré silenciosamente. Estaba exagerando, y lo sabía, pero no podía evitar soltar lágrimas a borbotones cada vez que recordaba todas aquellas escenas románticas y bonitas que había vivido con él, cada abrazo que me daba cuando estaba triste o frustrada por algo, cada beso que me plantaba cuando menos me lo esperaba, o esos detalles que tenía con migo en los días especiales, pero luego vienen los recuerdos con ella, con aquella chica y aquel beso en el puente de madera por encima del Támesis.
Una mano cálida se posó con suavidad sobre mi espalda, rompiendo en pedacitos mis pensamientos. Me solbresalté y dí un pequeño salto y miré directamente a los ojos de Harry, que me miraban compasivamente. No lo pude evitar y le abracé, hundiendo mi cabeza en su firme pecho.
En ese momento agradecí mil veces que no moqueaba al llorar, o por lo menos no tanto como Ellen.
-Jane, si ha sido por mi culpa, lo siento muchísimo, de verdad, no quería causarte problemas-. Me rodeó con los brazos y apolló su barbilla en mi cabeza con suavidad, para no hacerme daño.
-No, hombre. Ha sido todo mi culpa, por quererle demasiado.
-Querer a una persona no es malo- me agarró por los hombros con suavidad, obligándome a mirarle a los ojos.
Atrapó una lágrima con el dedo pulgar.
Le sonreí, o por lo menos lo intenté. Nos quedamos así, minutos enteros mirandonos a los ojos sin decir palabra. Otra vez aquel silencio.
-Joder, Jane, a ver cómo le explicas esto a tu padre-dijo Ellen al final de la escalera, rompiendo nuestro silencio. Tenía mi teléfono entre las manos.
Aparté la mirada de sus verdes ojos y miré hacia Ellen con un leve suspiro. Me costó, pero me levanté y fuí hacia Ellen, no sin antes darle una sonrisa a Harry.
-Madre mía hija, creo que se ha enterdo toda la cafetería-dijo ella al llegar yo.
-Pero si no he gritado tanto, ¿no?-intenté recordar
-¿Y por qué crees que hemos venido? Estába preocupada, nunca se sabe lo que ese tonto te puede decir.
-Bueno, tampoco es para tanto. Simplemente me ha puesto nerviosa y le he gritado, creo que ha quedado claro.
-Bueno, bueno, vamos arriba que mi padre me ha llamado para que vaya a casa ya.
-¿Qué hora es?-dije subiendo las escaleras.
Una vez arriba, nos encontramos a Harry recogiendo.
-Las ocho.
-¡Las ocho! Mierda, me tengo que ir-le dí un abrazo a Ellen y me dirigí a Harry, que recibía con una gran sonrisa,
Me quedé mirándole y decidí abrazarle.
-No te preocupes ¿vale? Si te ha hecho sentir mal no se merece tus lágrimas-me susurró.
Un cosquilleo me recorrió el estómago.
Le miré a los ojos y le besé la mejilla
-Gracias, en serio
Me sonrió

Las 8:37
Buf
Con las cosas que tenía que hacer todavía.
-¡Ya estoy en casa!-grité etrando en la casa.
Pero nadie parecía interesarse en mí.
-¿Cuantas veces te he dicho que no dobles las camisas del trabajo?-decía mi padre con el ceño fruncido.
Mi madre suspiró
-Bueno, pues la próxima vez, haces tú la colada, así no hay mal entendidos
-¿Y te crees que tengo tiempo?
Me quedé en el umbral de la puerta, con miedo a entrar, pero al final de decidí y entré en la cocina. Cogí una manzana y me acerqué al grifo
-¿Te hago una tortilla, cariño?-dijo mi madre mientras papá suspiraba.
-Oh, no, no, no quiero molestar-puse la fruta bajo el agua y salí de la cocina.
Me llevé la manzana a la boca y subí las escaleras. Una vez en la habitación, preparé la ropa para el día siguiente (una camiseta caída con estampado de leopardo, pantalones pitillo negros, victorias blancas y una chaquetita blanca también) y me pegué al ordenador.
Una mención en twitter: “@Jane_tequiere, gracias a tí, por ser tú ;) x”.
Sonreí después de leer la mención. Harry era un cielo.
¿Tendría novia?
Sacudí la cabeza borrando ese pensamiento. Lo más probable era que sí, ya que un chico tan guapo nunca estaba solo, y menos uno que tenía una banda y que cantaba y que era tan jodidamente romántico.
Vaya, era una pena.
Sacudí la cabeza de nuevo. ¿Cómo podía pensar que podría tener alguna oportunidad con él?¡Lo acababa de conocer! Aunque, era agradable, adorable y era cierto que tonteaba con migo, pero no podía aferrarme a ese pensamiento. Decidí que, lo mejor para despejarme la cabeza sería darme una buena ducha. Agarré mi pijama (de ositos blancos y negros, por cierto) y me encaminé hacia la ducha.

{Narra Ellen}
-¡Papá!¡Ya estoy en casaaa!-grité después de entrar en el apartamento.
-Ya era hora, hace media hora que te he llamado-dijo mi padre desde el sofá, viendo cualquier cosa en la tele.
-Lo siento papá, tuve que coger el segundo autobús hacia aquí. El primero estaba lleno.
Me dirigí hacia mi habitación. La estancia no era la más grande de la casa, pero me gustaba, no necesitaba más. La había decorado a mí manera, cada pared era de un color diferente. Rojo, verde, amarillo, azul y el techo rosa. La cama era pequeña, pero me encantaba, era esponjosa y cómoda, la colcha era blanca con huellas de perro de colorines también, además era muy cómoda, estaba rellena de plumas.
Inmediatamente después de entrar en la habitación, me quité los zapatos de tacón.
Uf. Mucho mejor.
Dí un salto y me tumbé en la cama
Harry.
Guapo, simpático, dulce, romántico, seductor, cantaba. Era perfecto. No tenía defectos. Pelo oscuro, rizado, perfectamente rizado. Cada vez que sacudía sus rizos, un cosquilleo subía por mi vientre. ¿Y sus ojos? Verdes. Dios, esos ojos podían hibnotizar a cualquiera. Y enamorar a cualquiera. Y lo mejor de todo. Su sonrisa. Su perfecta y blanca sonrisa. Sus labios carnosos y bonitos. ¿Tendría novia? Seguramente. Y aunque no lo tuviera, no estaba interesado en mí. Sabía la manera que miraba a mi amiga. A Jane. ¿Qué tendría ella que no tendría yo? Ella era más guapa, eso seguro. ¿Pero no es el interior lo que cuenta? Jane era buena persona, ¿y yo? Yo me consideraba buena persona, aunque igual un poco más presumida que ella. Me arreglaba más. Igual era por que ella no lo necesitaba. Ella no necesitaba maquillarse, no necesitaba alisarse el pelo cada mañana, ni depilarse el entrecejo, ni rizarse las pestañas. ¿Cómo no se iba a fijar en una chica tan guapa como Jane?¿Tan natural? Yo había tenido más novios, eso sí, pero no significaba nada. Ella era más tímida y siempre le había interesado un solo chico. Dan.
Yo estube saliendo con él un par de semanas, cuando ella aun no estaba interesada en él. Y la verdad es que era muy romántico. Pero al final no lo soportaba. Era demasiado sobreprotector. No soportaba que le pidiera los apuntes a mi compañero de mesa de historia, se ponía demasiado celoso por todo. Asi que lo dejé, y no sé como, Daniel comenzó a coquetear con Jane, para ponerme celosa-o eso decía ella-y Jane se enamoró de él.
También era cierto que yo ya no era virgen. Era algo pronto, es verdad, ya que sólo tenía 17 años y la perdí con 15, pero no me arrepentía. Para nada. Fue con mi primer novio. Se llamaba Aiden y estuvimos saliendo 3 años sin ninguna discusión o problema, pero se tuvo que mudar de ciudad y decidimos que nuestra última noche sería especial. Y vaya si lo fué. Sonreí para mí. Ya casi ni me acordaba de él, pero lo poco que me acordaba era precioso. Sabía la manera de hacerme sonreír y me protegía y consolaba cuando lo necesitaba.
Suspiré y me levanté para ir a la cocina. Una vez en ella, me preparé un huevo frito.
Rico rico.
-¡Papa!¡¿Quieres un huevo frito?!-grité desde la cocina para que me oyera bien.
-Gracias hija, pero ya he cenado-me gritó de vuelta.
Puse el huevo en un plato y, con tenedor en mano, me fui al salón, para hacerle algo de compañía a mi padre. Me senté en el sofá azul y cruzé las piernas.
-¿Qué estas viendo?
-Barça-Madrid-dijo señalando la pantalla con el mando en la mano.
-Oh, ¿quién gana?-corté un trozo con el lateral del tenedor y me lo llevé a la boca.
Rico rico
-Ni idea, la verdad es que no estoy mirando.
Asentí.
Mi padre me daba pena. Llevaba su manchada camiseta de tirantes de camionero (aunque no lo era en absoluto). Estaba así desde que mi madre murió. Antes era abogado, y uno de los mejores además, pero la crisis invadió la casa y le obligó a dejarlo y a vender cacharros viejos en una tienda vieja y pequeña. El trabajo no invertía mucho dinero, y mi madre le apoyaba todo lo que podía, hasta que tuvo aquel accidente de coche y la vida de mi padre cambió. Aunque hace ya más de 10 años del accidente, mi padre seguía estando mal por ello, y no le culpaba, yo también la hechaba terriblemente de menos, aunque apenas me acordaba de ella.
Me acabé la cena y le dije a papá que me iba a la cama, seguido de un beso en la mejilla y un “que descanses”. Me dirigí hacia mi habitación después de dejar el plato en la cocina. Me puse un pijama de verano, aunque estábamos a finales de marzo, pero en mi casa hacía calor. Mucho calor.
La camiseta del pijama era roja de tirantes gruesos y una pantaloneta muy corta blanca. Me puse también unos calcetines altos, hasta por debajo de las rodillas.
Suspirando, me fuí al baño y, frente al espejo, me recogí el enmarañado pelo en una coleta alta para que no me molestara ni se me enredara por la noche. Me miré a los ojos. No quería ser egocéntrica, pero no era fea, tampoco era una belleza, pero no era fea. Tenía grandes ojos verdes y una nariz pequeña, y mis labios eran carnosos y bonitos. Mi sonrisa no era tan bonita, ya que llevaba aparato, pero procuraba sonreír con la boca cerrada.
Me cepillé los dientes y me fui a mi habitación. Preparé la ropa para el día siguiente (unos vaqueros pitillo, unas botas marrones de cuña-si, me encantaban los tacones-una camiseta blanca de tirantes gruesos y con escote y una chaquetita azul, con un colar marrón y unos pendientes de aro) y me metí en la cama.
Y, extañamente, me dormí pensando en Harry.

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