14~

Capítulo 14:
{Narra Jane}
Las 7:00 a.m
Abrí los ojos segundos antes que la alarma sonara. Vivaz, me incorporé de un brinco y apagué el atronador ruido procedente de mi móvil, encendí la luz y salí rápida de la cama. Canturreando por lo bajo "You belong with me" de Taylor Swift  me acerqué al baño con la ropa bajo el brazo, una pantaloneta vaquera, una camiseta de tirantes blanca , y una sudadera rosa-rojiza de Oxford, con mis habituales converse negras en la mano. Me vestí tranquila, sin prisa, me lavé la cara y me peiné el pelo.
Estaba feliz, por fin el último día de instituto, de secundaria. Sonreí y salí del baño, bajé las escaleras de dos en dos y entré en la cocina.
Por mi sorpresa, mi madre estaba despierta, y, además, cocinando.
-Buenos días-me acerqué a ella e intenté darle un beso en la mejilla, pero ella se apartó, sin dejar que le viera la cara.
Fruncí el ceño, extrañada. Me encogí de hombros, no dándole mucha importancia.
-Buenos días-respondió seca.
Me senté en la mesa y me serví leche.
-¿Qué cocinas?-bebí un pequeño trago.
-Unos huevos fritos para tu padre.
-¿Para papá? Pff..si tú nunca cocinas, ni para papá ni para nadie.
Se encogió de hombros.
Me terminé la leche, me levanté de la mesa y dejé la taza en el fregadero.
-Bueno mamá, me voy.
-¿Ya te vas? Siéntate y desayuna un poco más-dijo, aún sin darse la vuelta.
-No, que llego tarde-me acerqué a ella, y ahora sí, conseguí mirarle a la cara.
Me asusté.
Estaba magullada, por todos lados. La mejilla roja e hinchada, el labio partido y una brecha en la frente.
-¡Mamá! Pero, ¿qué has hecho?-puse una mano en su barbilla para poder ver mejor.
Ella apartó la cabeza.
-Nada, me.. me he caído en el baño.
-Pues vaya, menuda te has dado. ¿Segura que sólo te has caído? Parece que te hayan dado una paliza.
-Ay, hija. Déjame ya y vete, que vas a llegar tarde.
Suspiré.
-Vale, ya me voy.
Le di un beso suave y despacio para no hacerle daño y salí de casa, algo preocupada.
De alguna forma, no me creía que se haya caído en el baño y que, al día siguiente, le diera de repente por hacer huevos fritos para mi padre a las 7:00 de la mañana.
-¡Jane! ¡Buenos días!-se podía ver, que Jess, también estaba muy feliz.
-Hola Jess. Veo que estás contenta-le sonreí.
-Vaya, y más de lo que aparento. Por fin me libro de la profesora de literatura. ¡No la aguantaba más! Un sólo día más, y le suelto una bofetada en la cara.
Reí, conforme nos poníamos en marcha.
-Si apenas has estado un trimestre entero con ella.
-Dos meses y medio.  Más que suficiente.
Reí de nuevo.
-A propósito, ¿qué tal Harry? ¿Le va todo bien?
-Sí. Todo genial. La semana que viene ya dicen los nombres de los finalistas.
-Seguro que pasa, ¡con esa voz cualquiera!
Sonreí. Tenía razón, y el sitio en el que estaba era espectacular. En éstos días me había estado mandando fotos de los escenarios y de todo y, la verdad, me pareció muy valiente. Aunque yo, por ejemplo, tuviera esa voz, jamás me subiría allí arriba para cantar delante de jueces profesionales y de la mitad de Inglaterra.
-Jane, he quedado con Ellen en la parada del autobús para ir juntas, ¿te molesta?
-No, claro que no. Si tu quieres no te voy a negar nada.
-Vale.
Anduvimos unos pasos más hasta llegar a la parada, en donde estaba Ellen, apoyada en la farola con el móvil en la mano. Nos acercamos a ella y la saludamos.
-Hola, Ellen.
-¡Jess! ¿Qué tal? Hola, Jane-nos sonrió a ambas.
La sonreí.
-Pues muy bien, entusiasmada por el último día ya.
-Sí, ya era hora.
Jess asintió con la cabeza.
Segundos más tarde, un autobús amarillo paró en la parada y abrió sus puertas. Las tres subimos al vehículo, enseñamos nuestros carnets de estudiantes y nos sentamos al final del todo.
Me senté al lado de la ventanilla y me puse los cascos, le di al botón de "aleatorio" en el menú del iPod y me dejé llevar por la música, disfrutando con cada canción con la que el iPod me sorprendía. Sonaba "I wish you where here" de Avril Lavigne con fuerza.
El autobús se puso en marcha. Miré cómo las casas y los árboles pasaban a mi lado con cada vez más velocidad. Las calles estaban blancas por las pelusillas que soltaban los chopos. Era precioso, ver cómo los perros de los vecinos peleaban con cada copo que caía, hasta incluso gruñéndoles, era muy divertido y cómico.
Jess y Ellen mantenían una viva conversación, parecían divertirse, comentando cualquier cosa sobre un chico moreno que se sentaba unos sillones más adelante de ellas. Rodeé los ojos y volví a fijar los ojos en la ventana.
Casi sin querer, sonreí al recordar la última vez que lo ví. A Harry. Sí, fue en  mi casa, cuando pasó el casting del Factor X. Hace más o menos tres meses, habíamos hablado a menudo por teléfono, pero estaba muy liado con lo de cantar y no tenía tiempo de casi nada. Yo tampoco andaba muy sobrada de tiempo, eran finales de curso, de secundaria y tenía que estudiar mucho para poder aprobarlo. Pero, aunque haya pasado tanto tiempo sin verle, seguía teniendo un recuerdo muy fuerte de la noche en mi casa y del desayuno. Recordaba nuestra pequeña pelea de almohadas y de cómo me miraba cuando estaba indefensa, sus ojos verdes penetrando en los míos. Cerré los ojos al recordarlo. No me había divertido tanto desde que era una niña pequeña. Y lo peor fue la despedida, ambos sabíamos que no nos veríamos en mucho tiempo y fue algo duro para mí y para Yina. Yo ya sabía lo que ocurría entre ella y Harry, él me lo contó con timidez durante el desayuno. No podía estar más que de acuerdo con ella. Yo también me hubiera enamorado.
    "Damn! Damn! Damn! , what I'd do to have you hear, hear, hear, I wish you were hear"
Fruncí el ceño y pasé la canción a la siguiente, no podía escucharla. Sonaba "Somebody that I used to know" de Gotye.
Lo bueno de todo esto, es que le había cogido mucha confianza en poco tiempo y, claro está, también con su madre, ella era un cielo de mujer y nos llevábamos muy bien, era como una especie de tía para mí. Fue ella la que me invitó ir con ella la semana que viene para ir a buscarlo. Yo, obviamente, le había dicho que sí, y estaba impaciente.
El autobús paró, guardé el iPod en el bolsillo y salimos del autobús.
-¡Jane! ¡Guapa!-gritó alguien por detrás mío.
Me dí la vuelta.
-Ah, hola, Ethan
-¿Qué tal? Te veo bien.
-Sí, muy bien, gracias.
Tom y Dan se acercaron por detrás.
Yo y Ellen rodeemos los ojos al mismo tiempo.
-Será mejor que nos vallamos. El profesor de mates espera-dijo Jess.
-Sí, vamos.
                                                                                 ~
Última hora de clase.
Música. Con una de las mejores profesoras del centro.
Elisa -la profesora- había preparado un disco con las canciones del momento y nos dejaba vía libre. Ethan estaba en la misma clase que nosotras tres.
-¡Devulévemelo!
-No hasta que dejes eso encima de la mesa.
Jess y Ethan estaban discutiendo. Yo ya había perdido el hilo de la conversación hace rato, pero los observaba igualmente.
Jess suspiró.
-Está bien. ¡pero me lo devuelves!
-Sí mujer.
Jess dejó el boli dorado encima de la mesa y Ethan le devolvió el móvil.
-¡Gracias! Dios, que paciencia hay que tener contigo-murmuró.
Ethan suspiró y se dirigió a mí.
-¿Qué tal tú? ¿Ya te hablas con Ellen?
-Sin más, conocidas.
-¿Conocidas? ¿En serio? Después de haber pasado tanto tiempo juntas, experiencias y por un sólo lío, ¿sólo sois conocidas?
Reflexioné eso.
-Eh! Se lió con mi novio.
-¿Y? Jane, hace más de 5 meses de eso, ¡casi medio año! No dejes que eso afecte vuestra amistad, erais inseparables antes de todo esto.
-Wow Ethan, me dejas sin palabras. ¿Desde cuando hablas tan bien?
-Sólo digo la verdad, quiero decir, mírala, está tan callada y tan.... afectada.
La miré.
Tenía razón.
Estaba sentada en la silla, escribiendo cosas en un cuaderno, tranquila. Se apartó un mechón de pelo y se lo colocó detrás de la oreja.
Suspiré.
-Tienes razón. Voy a hablar con ella.
Dediqué una última sonrisa a Ethan y me levanté de la silla, con paso decidido, me dirigí a ella, me senté en una silla enfrente y apoyé la barbilla en los brazos cruzados.
-Hola.
Levantó su mirada del papel y me miró sorprendida.
-Jane, hola.
Ambas sonreímos.
-Hummm..he estado pensando sobre.. ya sabes y, bueno, ha pasado un montón de tiempo desde aquello y creo que ya puedo perdonarte.
Abrió mucho los ojos y esbozó una gran sonrisa, con un brillo en los ojos.
-¿De verdad?
Asentí, también sonriendo.
-No quiero perder a mi mejor amiga por un chico. Y menos si es un estúpido como Dan.
Con un movimiento rápido, Ellen dio un brinco en su silla y me abrazó con fuerza.
-No sabes cuánto he echado de menos estos abrazos.
Sonreí.
El sonido de alguien llamando a la puerta interrumpió nuestro abrazo. Elisa bajó el volumen de la música y la puerta se abrió. Una mujer alta y delgada, mayor, con el pelo canoso, asomó la cabeza.
-Hola, buenos días. ¿Está aquí Ellen Mullghar?
Ellen se separó y miró a la mujer extrañada.
-Yo-alzó la mano.
-Acompáñeme, por favor.
Su sorpresa no podía ser mayor, al igual que la mía, fruncí el ceño. Ellen recogió sus cosas rápido y, sonriéndome, salió del aula.

                                                                                 ~

El timbre sonó indicando la finalización de las clases. La gente salía más rápido de lo normal.
Sí, al fin, libre.
Pero había una cosa que me preocupaba bastante. Ellen aún no había vuelto a clase. No era la única preocupada, Jess se mordía las uñas.
-Ven, vamos a buscarla-agarré a Jess del brazo y tiré de ella.
Los pasillos estaban desiertos, más que algún profesor que deambulaba por ahí. Nos dirigimos hacia el aula de dirección, y allí estaba, en un banco enfrente de la puerta.
Oh Dios.
Me acerqué a ella, corriendo y me senté a su lado. Estaba llorando.
Enseguida comprendí qué había sucedido.
-Jane..-comenzó a decir.
-Shh.. tanquila -la abracé.
Jess se sentó a su lado.
-No lo entiendo. Estaba bien, ya había pasado.
-Shh.. vamos, no te machaques.
Acaricié su pelo.
-No era nada grave. Dijeron que..
-Ellen, tranquila, si sigues ablando así, será peor para ti.
Pero, sabía perfectamente que, por mucho que la intentara tranquilizar y relajar, sabía que algo así no se curaba con demasiada facilidad. Y menos en el caso de Ellen, mi mejor amiga.
Suspiré y miré a Jess, que me miraba preocupada.
Su padre había muerto.
             
                                                                   ~

Ellen no quiso celebrar un funeral para su padre.
La verdad, es que la entendía, no podía organizarla ella sola y no quería pedir ayuda a nadie. Simplemente, pidió que lo encineraran. Y allí estaba, en un precioso recipiente dorado, en el armario de mi salón.
Fue idea de mi madre ponerlo ahí. Ahora que Ellen estaba sola, vivía en mi casa, hasta que se recuperara por completo. Mi madre estaba encantada de tenerla ahí con nosotros, mi padre se había ido a Alemania para hacer cosas de su trabajo.
Ya había pasado una semana desde aquello y Ellen se había recuperado más rápido de lo que esperábamos, las dos compartíamos cama y ni una sola noche la había escuchado llorar.
Estaba siendo muy fuerte por lo que estaba pasando y la admiraba por eso.

{Narra Ellen}
Corrí las cortinas, abrí la puerta y así al balcón. Respiré hondo el fresco aroma de una mañana de verano.
Suspiré.
Nunca pensé que esto me afectaría tan poco. Yo quería a mi padre, pero odiaba verle sufrir de esa manera, y de algún  modo, me sentía aliviada. Ya no sufría tanto y creía, que si no hubiera muerto así, él mismo se hubiera encargado de quitárse la vida, por muy trágico que suene.
Volví a entrar en la habitación y salí de ella. Bajé las escaleras y me dirigí al armario del salón. Agarré el jarrón y, con cuidado, lo metí en el bolso. Cogí las llaves y salí de casa.
Aproveché que estaba sola en casa, su madre había ido a hacer unos recados en la ciudad y Jane había ido a recoger a Harry a su prueba.
Me dirigí a mi casa con paso acelerado para no perder tiempo y, al llegar al parque de enfrente, subí por un camino, al pequeño monte de detrás del edificio.
Ese camino lo conocía muy bien, subía siempre de pequeña para desconectar, era mi camino secreto. O no tan secreto. Mis padres también lo usaban para esconderse. Lo suyo casi fue un amor imposible, los padres de mamá eran muy religiosos y estaban empeñados en que su hija menor fuera una monja. Ella no estaba de acuerdo, hasta que un día decidió de marcharse de casa. Corrió lejos, estando días y días de camino, ni ella sabía a dónde iba. Hasta que llegó a aquel monte de preciosas vistas. Por un casual, cuando llegó completamente exhausta allí arriba, un hombre, mi padre, la encontró tirada en el suelo, muerta de hambre y de sueño. Él la dio refugio en su casa hasta que supo valerse pro si misma  y se construyó, con ayuda de papá, una pequeña casa de madera. Al fin y al cabo, ambos se enamoraron y vivieron juntos en aquella casa, hasta que mi madre se quedó embarazada de mí. Tuvieron que abandonar la casa y buscarse una más grande. Pero siempre fueron fieles al monte. A su monte. Allí se conocieron, se dieron su primer beso. Allí se juraron amor eterno.
Al llegar hasta arriba del todo, me sequé las lágrimas con el dorso de la mano y me acerqué al pequeño barandado de madera. Subí los pies para estar más alta y, con cuidado, saqué el dorado jarrón del bolso, le di un pequeño beso y lo abrí. Con un movimiento ligero, esparcí las cenizas hasta quedar totalmente vacío. Observé cómo las pequeñas motitas blancas y grises se esparcían en el aire y bañaban los árboles y las plantas de alrededor.
Cerré los ojos.
-Adiós papá.

13~

Capítulo 13:
{Narra Jane}
Cerré el lavaplatos de golpe y dejé el vaso de agua en su sitio, después de hechar el contenido en el fregadero.
-¡Ala Jane! Qué brusca.
-Ains, perdón. Ha sido sin querer.
Jess bajó las escaleras con una montaña de mantas de colorines entre los brazos, seguida de Ellen, que, en camio, llevaba cojines pequeños y almohadas acolchadas.
-¿Y si ponemos una película de miedo?-prospuso Jess, poniendo los brazos en jarras, después de haber tirado las mantas en un sofá.
-Ay, no. Qué miedo-dijo Lena, sentandose en uno y apretando las rodillas contra el pecho.
-Cagada..-murmuró Jess.
-Lo sé. ¿Algún problema?
-Jess se rió.
-No, no, tranquila. Si era para picarte un poco.
Lena le sacó la lengua.
-Tengo una idea-les interrumpí- ¿Y si ponemos una de miedo, y después otra de risa? Tengo que admitir, que no me hacen gracia esas películas.
-Qué mona, Jane-Harry me guiñó un ojo.
Dios.
Evité morderme el labio inferior, y, en cambio, le imité a Lena, sacándole la lengua.
Sonrió divertido.
Después de dos pizzas de cuatro quesos, habíamos decidido instalarnos en el sofá para disfrutar un rato de la noche.
-Que sí que sí-Yina se dio cuenta enseguida-. ¿Qué películas tienes?
-Veamos.
Atravesé el salón hasta llegar a un armario al lado del televisor, infectado de películas. Teníamos prácticamnete de cada tema, desde impactantes y fuertes Thrillers, hasta absurdas películas americanas. Para no andar buscando cada vez que veíamos una, las habíamos clasificado en temas, y dentro de éstas, por órden alfabético.
Toda mi familia erámos grandes fanáticos por el cine a excepción de mi hermana, que a ella siempre le ha gustado más la música. Bueno, ella lo llama así, yo lo llamaba más bien "ruido". Le gustaba la música heavy y rock duro. Un horror.
Recorrí con el dedo la sección de "Terror", escrito en un papelito con mi letra cusiva, pegado con celo al armario de madera negra.
-Humm, tengo muchas, como Chucky, el muñeco maldito, Destino final, El cienpiés humano, El grito, El horfanato, El rito, Hermandad de Sangre, Insidius, La cuarta fase, La mano que mece la cuna, La niña del pozo, La viuda negra, Los otros, Pesadilla en Elm Street, Rec, Reflejos y Saw. ¿Alguna preferencia?
-En todo caso, suenan todas fatal-Lena agitó la mano.
-Huumm, a mi me gusta la de La niña del pozo- dijo Yina, sentada en uno de los brazos del sofá.
-¿La del pozo? Huy no, no, que no duermo-protestó Lena.
-Tu calla, que tu te cagas con todo.
-A mi me suena bien la del muñeco-dijo Ellen. acercándose a mí y sacando la película del armario.
-Tiene buena pinta-Jess se acercó.
-Ay Dios, qué mal lo voy a pasar-Lena se dejó caer desde el brazo del sofá hasta el mismo, hundiend su cuerpo entre las mantas.
Harry rió con la situación.
-Bueno, entonces pongo esta u otra?
-Pon esa y punto-Lena suspiró.
-Vale. Huuummm, después podemos poner "American Pie: Menuda boda"
Todos asintieron menos Lena, que segía ocultandose bajo las mantas.
Jess dio unas palmaditas, emocionada. Lena se incorpodó, agarrando una de las mantas y poniendosela encima para calentarse, aunque hacía más calor de lo habitual. Se mordía el dedo meñique, nerviosa.
Me agaché e introducí el disco en el reproductor.
Play

                                                                       ~

-No entres, no entres, no entres-decía Jess repeditamente, agitando levemente la cabeza y tocándose el labio inferior.
Lena se tapó la cabeza con las mantas.
-Qué tonta, ha entrado.
Lena pegó un chillido.
Quise reír, pero admito que yo tambien estaba aterrada.
Para ver la película, nos habíamos repartido de dos en dos en cada sofá, Jess y Lena, Ellen y Yina, y Harry y yo.  La película era bastante tétrica, a mi, desde pequeña, había odiado las muñecas, les tenía pánico, y esta película no me ayudaba en absoluto
-¡Aagg! ¡Qué asco! ¿Qué es eso? ¡Oh Dios!-Ellen se llevó las manos a la boca, esbozando una mueca de asco.
Un nuevo grito de Lena.
Como un acto reflejo, busqué la mano de Harry y, por el susto, entrelacé sus dedos con los míos, apretando su mano con fuerza.
Noté como Harry me miraba sorprendido, pero me limité a seguir mirando la pantalla
No me soltó la mano en toda la película.
Los créditos subían con rapidez por la pantalla.
-¿Ya se ha terminado?-preguntó Lena, aún bajo la colcha.
-Sí, ya puedes salir-la tranquilizó Jess.
Con pereza, solté su mano y me levanté, estirando los brazos y las piernas. Me acerqué al televisor y saqué el disco.
-¿Te ha gustado la película, Harry?-Ellen, tan cotilla como siempre, se incorporó en el sofá.
Éste se encogió de hombros.
-Sin más, ha estado bien.
-¡Pues a mí no me ha gustado!-proteastó Lena.
-¿Cómo? ¡Si has estado más de la mitad de la película bajo las mantas!
-Shh-se llevó el dedo a los labios.
Harry soltó una risita.
-¿Y a tí, Yina?
-Ha estado bonita.
-¿Bonita? Fuas, asquerosa, dirás-la corrigió Ellen.
Yina le hizo una mueca de burla.
Sonreí para mí al escuchar su riña. Froté levemente el cd contra mi pierna e intruducí el cd. Seguidamente, le dí al play.


                                                                     ~

-Estoy segura de que hay alguna camiseta de mi hermano por aquí..-dije, rebuscando en el armario de mis padres.
-¿Tienes un hermano?-pregutó Harry, apoyado sobre el hombro en el cincel de la puerta.
Asentí, sacando una camiseta  branca y dejándola caer en el suelo. Seguí buscando.
-Bueno, apenas lo conozco. Apenas lo veo en Navidades...
-Amm..
La película se había terminado hace un rato escaso y las demás se habían marchado hacia sus casas con más pereza de la que esperaba. Hasta me dio gracia verlas así de perezosas, salían de casa con espaldas encorvadas y brazos colgados. Sobre todo Lena, que tubimos que despertarla y ayudarla a levantarse del sofá.
Agarré de nuevo otra camiseta blanca y la desdoblé. Observé la camiseta blanca, en la que ponía "This T-shirt is white" en letras negras y analicé si podría ser de su talla. Opté por que sí y se la lancé. Él, la cogió en el aire, con elegancia.
-¿Está bien?-me acerqué y puse las manos en las caderas.
La miró.
-Sí, muchas gracias.
-No es nada-le sonreí, dándome la vuelta y recogiendo las camisetas del suelo.
Harry se quitó la camiseta saliendo de la habitación. Yo, intenté no mirar, pero con  tal cuerpo y con esos cuatro tentadors pezones, la verdad, se te iban los ojos. Parpadeé varias veces y agité la cabeza. Metí las últimas camisetas en el armario y cerré el armario.
Salí de la estancia y entre en mi habitación, descubrí que Harry ya llevaba la camieta blanca.
-Vaya, te queda bien-me puse las manos en las caderas de nuevo y sonreí.
Me sonrió de vuelta.
-¿Está bien la habitación?
-Claro, es muy bonita.
-No tengo el baño en la misma pero bueno, es lo que hay.
Sin darme cuenta, me sonrojé al recordar el fin de semana en su casa. Tosí disimulando. Sonrió, mirando al suelo.
-Bueno, voy a ponerme el pijama y... eso, instálate, ahora vuelvo.
Abandoné la habitación con rapidez y me encerré en el baño. Me puse el pijama, una pantaloneta  negra ajustada y una camiseta de tirantes blanca básica. Me cepillé los dientes y me peiné el pelo.
Al salir, miré la hora en el móvil. Las 1:58
Era tarde, tenía sueño, pero no tanto como había esperado que trendía. Me pasé la mano por el pelo y llamé a la puerta. Oí como Harry reía despacio.
-Puedes pasar, eeh.
Abrí la puerta, sonriendo. Estaba tumbado en la cama, boca abajo, con el móvil en la mano.
Cerré la puerta y me tumbé a su lado.
-Me gusta mucho como te queda esa camiseta.
Sonrió de nuevo, ahora algo más tímido. Se incorporó y se sentó en la cama, con las piernas curzadas, en cabio yo, permanecí tumbada. Dejó el iPhone en el colchón.
-Mañana, cuando vuelvas a casa, te la llevas.
-¿Qué? No, es de tu hermano.
-¿Y? Si la ha dejado aquí, será por algo, ¿no?
Sonreí.
Rodé hasta quedar boca arriba, mirando el techo. Cerré los ojos.
-Tengo sueño-me incorporé y le di un beso en la mejilla-. Voy a dormir, que descanses.
-Igualmente. Ah, y cuidado, a ver si te va a comer el muñeco maldito- me guiñó un ojo.
Eso me hizo gracia.
Agarré un cojín disimuladamente y le di suave en el hombro.
-Aah!-se quejó.
Yo le saqué la lengua.
-Es una película ficticia.
-O no. Alomejor se esconde bajo tu cama y te viola por la noche.
Ésta vez, le di más fuerte.
Soltó un alarido suave, riendose. Agarró una almohada y me dio en la pierna, ya que estaba de rodillas.
-Es ficción, además, ya sabes que no me gustan las muñecas.
-¿No? Vaya, mala suerte-sonrió.
Volví a darle con mi cojín. Las plumas de dentro ya estaban cubriendo el colchón y el suelo levemente.
Le saqué la lengua, divertida.
Él me respondió, pegándome suave con la almohada en la cadera.
-Aaah!-me quejé, exagerada.
Rió bajito.
-Qué exagerada eres.
Le volví a dar.
-Y tú que despacito das.
Arqueó las cejas, con una sonrisa pícara. Hizo un movimiento ágil y consiguó bloquearme, me dió un leve empujoncito con mi cojín -que no recuerdo cuando lo había perdido- y me tumbó en la cama. No podía salir, estaba rodeada por él. Nuestras narices casi se rozaban, estaba cerca, muy cerca. Podía sentir su respiración agitada sobre mi cuello y sus mános, suaves y cálidas, agarrando mis muñecas. Había plumas por todos lados, en mi cuello, en el colchón a mi lado, hasta en su pelo colgaba algunas aleatoriamente. Sus ojos verdes me miraban, perforando los míos. No sabía que hacer, estaba paralizada.
-Ya no piensas lo mismo, eh-dijo al fin.
Pero me pilló distraída.
-¿Eh?
Sonrió.
-Que ya no doy despacito.
-Ah-reí-.Vale. Yo no tengo plumas en el pelo-sonreí.
Me soltó el brazo y juqueteó con mi pelo, hasta que sacó unas cuantas plumas blancas de él. Sopló y aterrizaron en mi cara.
-Yo no soy el que estoy tumbado.
-Hummmm, vale. Has ganado.
-Bien-dijo asintiendo.
Se incorporó, soltandome ambos brazos, y sentandose de rodillas a mi lado. Me levanté y me senté a su lado.
-Ahora sí que me voy a la cama.
Asintió, sin decir nada. Sonreí para mí y le volví a besar la mejilla.
-Que descanses.
-Buenas noches, Jane.
Salí de la habitación.

12~

Capítulo 12: 
Harry superó la prueba.
Algo que no me sorprendió en absoluto, hizo una preciosa actuación, sin música. Sólo su voz. Su preciosa y armónica voz. Fue abrumador.
La mañana transcurrió lenta y agotadora, después de 3 horas y media de pie hasta poder entrar en el edificio. Aunque parezca muy largo, me lo había pasado mejor de lo esperado. Harry me presentó a su padrastro Robin y el hijo y la hija de este- cuyos nombres no me acordaba, por mucho que insistía, nunca fui buena recordando nombres-. También me presentó a Gemma, su hermana mayor. Era una chica muy maja y social, amable y confiada y más de una vez me había hecho reír. La verdad es que era muy parecida a su hermano, no tenía sus rizos, es más, tenía el pelo muy liso, pero podías ver sin problemas que eran hermanos.
Y, obviamente, había venido Yina. Pero estaba diferente, en vez de llevar su habitual pelo largo y liso, lucía unos preciosos rizos, que caían salvajemente por la cara, resaltando, de alguna manera, sus pequeños ojos negros. Estaba preciosa, más de lo habitual. Pero no eran sólo los rizos que la hacían diferente a los demás días, estaba radiante, sonriendo, y no me dirigía las habituales miradas de odio, en cambio, me sonreía- ésta vez, más sonriendo que la anterior vez- e incluso me pidió perdón. No sabía muy bien por qué -aunque me lo podía imaginar- pero, en cuando estábamos a punto de entrar al edificio, me detuvo y me dijo que sentía mucho lo ocurrido el fin de semana. Me dijo que se había equivocado y que no volvería a ocurrir. "¿Podrías perdonarme?" Esas palabras las dijo mirando profundamente en mis ojos. Yo le sonreí y le dí un fuerte abrazo.
-No te preocupes, todos comeremos errores.
Ella me devolvió la sonrisa.
También recuerdo cuando entramos al edificio, al estudio. El espacio era acogedor y había sillas para sentarse y descansar las piernas un poco. Había gente cantando y tocando la guitarra y divirtiéndose. Fue un momento muy agradable. Lo más curioso de todo, es que llamaban a los concursantes, como hacen cuando estas en la sala de espera del médico esperando nerviosamente a que te pinchen contra alguna que otra enfermedad. Fue divertido.
Los nervios de notaban cada vez más con cada minuto que pasaba, y aumentó de golpe cuando llamaron a Harry. Pero, a pesar de los nervios, lo hizo como un auténtico profesional.
Después de la "actuación", como había previsto,  fuimos todos a tomar algo a un bar, no sin antes recoger a Ellen, Jess y a Lena, que en cuanto vieron a Harry, comenzaron a aplaudirle y a darle besos y la enhorabuena. Estaba contento, se le veía en los ojos. Y eso hacía que yo también lo estuviera, y, de alguna manera, me sentía orgullosa de él, como si tuviera algo que ver.
Cuando presenté a Yina a las demás chicas, éstas enseguida la acogieron como una más. Sobre todo Ellen, que parecía que se conocían de toda la vida, algo que de lo que me alegraba bastante.
Seguía enfadada con Ellen por lo que hizo, pero hablaba con ella, no como si nada hubiera pasado, no como antes, pero aún así, hablaba con ella.
Así pasamos el día, los hermanastros -palabra que no me gustaba para nada- tuvieron que marcharse para hacer una cosa familiar, por lo que solo quedábamos Harry, Ellen, Lena, Jess y yo, Anne y Robin habían decidido dar un paseo por Londres, por lo que estábamos solos, en el pequeño parque de delante de casa de Ellen. Estábamos tumbados en la hierba, disfrutando de otro magnifico día soleado y caluroso, los seis tumbados, medio dormidos por el cansancio, pero aún así, seguíamos hablando, Ellen con Yina, que parecían divertirse, y nosotros cuatro, haciendo coronas con margaritas.
-Listo
Puse la cadena de margaritas en la cabeza de Harry, que me sonrió.
-Oh, qué bonito-me respondió.
Sonreí y él me devolvió la sonrisa.
-Harry, ¿cómo te sientes después de la actuación?
Jess rodó hasta quedar boca abajo, para poder mirarlo mejor. Lena la imitó.
Harry vaciló por un instante.
-Bueno, nada diferente, simplemente, liberado.
-Se te veía muy a gusto ahí arriba, como si estuvieras en el mismo salón de tu casa-Lena arrancaba trocitos de hierba y me los lanzaba a la cara, en signo de burla.
Era cierto que nos conocíamos pocas semanas, pero le había cogido mucha confianza, era una de mis mejores amigas.
Agarré un puñado de hiera y se lo devolví, haciendo que en su largo pelo castaño quedaran pequeñois trocitos verdes aleatorios. Se sacudió el pelo.
-Bueno, siempre me he sentido a gusto cantando para la gente.
-Estoy de acuerdo contigo-añadió Jess, que observaba divertida nuestra pequeña pelea.
Lancé nuevamente otro puñado de hierba a Lena, aterrizando, otra vez, en el pelo. Se lo sacudió igual, solo que esta vez, los trocitos salpicaran a Harry y a Jess.
-Eh!-chilló ésta, que arrancó un gran puñado de hierba y esparció los trocitos por la cabeza de Lena, que reía a carcajadas por el pique de Jess, que también reía.
Comencé a tener algo de envidia.
Suavemente, corté más trozos de hierba, aprovechando que Harry estaba distraído y riendo de la pelea de las dos, y se los lancé a la cara. Éste giró la cabeza en mi dirección  y me miró pícaramente. Hizo un movimiento rápido, que los verdes y cortos tallos de la hierba cayeran sobre mi cabeza y espalda.
Solté una carcajada.
Otro montón de hierba cayó sobre mí, pero ésta vez no provenía de Harry, si no de Jess, que estaba tumbada en el suelo, doblada de la risa, le saqué la lengua y le lancé mi propio montón. Y así entre todos, hasta Ellen y Yina acabaron uniéndose.
Una vez concluida la pelea, volvimos a tumbarnos todos, jadeando, sin aire. El sol se ocultó bajo las nubes, pero no por mucho tiempo, ya que en pocos minutos, ya estaba en vista aquel radiante y caliente sol.
Hasta que por fin, se me ocurrió algo de qué hablar.
-Harry-le llamé.
Rodó hasta quedar boca abajo para mirarme.
-¿Por qué no te quedas a dormir en mi casa?
Sonrió.
-Cada día me sorprendes más.
-¿Qué? Es justo, yo me quedo a la tuya, tu te quedas a la mía.
Jess asintió.
-A mí me parece una idea genial-añadió.
-Sí, y Yina podría quedarse en la mía- espetó Ellen.
Yina sonreía cada vez más.
-Bueno, por mí bien, pero otra cosa es que le parezca bien a mi madre. ¿Y a tú madre, Jane?
-Hummmmmm, voy a llamarla.
Me levanté con pereza y saqué el móvil del bolsillo y le dí al botón verde.
-¿Jane?
-Hola mamá.
-¿Ocurre algo, cielo?
Reí bajito.
-No, todo esta bien, no te preocupes. Oye mamá, hummmm.
-Aaaaah, mierda-me interrumpió-. Se me olvidó decirte que no estaré los próximos dos días por que tu padre tiene que hacer algo importante en Manchester y necesita mi ayuda.
-Aaaaah, vale. Tranquila, no pasa nada. Humm..¿te importa si traigo a alguien?
-No, claro que no. Pero máximo dos. Ah, y nada de alcohol.
-No mamá..
-Bien, ah, cariño, ten un ojo encima de Emma.
-¿Qué? ¿Por qué? Se supone que la mayor es ella.
Suspiró.
-Bueno, está bien, pero no dejes que haga tonterías, ¿de acuerdo?
-Vale.
-Muy bien. Un  beso cariño.
-Buen viaje. Adiós, te quiero.
Colgué y dejé el móvil en la hierba.
-Mis padres no estarán en dos días.
-Perfecto.
-Hola niños.
Los seis giramos la cabeza, subiendo la mirada a dos figuras altas, muy altas desde aquí abajo.
Era Emma, agarrada del brazo de Dave.
Sonrió y se subió las gafas de sol hasta quedar detrás de sus orejas.
No quitaba los ojos de encima de Harry.
-¿Qué?¿No vas a presentarnos?-puso una mano en la cintura y subió la barbilla. Sus labios brillaban bajo el sol por la cantidad de brollo que se había hechado.
Harry levantó la mirada.
Rodeé los ojos.
-Claro.
Me levanté y Harry no tubo otra opción que imitarme.
-Harry, ésta es Emma, mi hermana mayor, y Emma, éste es Harry.
Aunque Emma llevaba altas sandalias blancas de tacón, Harry seguía ganándole en altura, algo que no me sorprendía, Emma nunca fue alta, pero jamás lo admitiría, por eso se ponía tacones kilométricos.
-Encantado
Ella se acercó a él y besó sus mejillas.
-Lo mismo digo-dijo ella, mirándole de arriba a abajo.
Dave carraspeó.
Volví a mi sitio, sentándome con las piernas cruzadas.
-¿A qué has venido?
-Ph, sí. Cierto. Bueno, Dave se empeñó en que conociera a su madre y hoy dormiré en su casa. ¿Se lo dirás a mamá?
¿Se iba? ¿Toda la noche?
Genial.
-Claro, ¿cuándo volverás?
-Humm.. mañana por la tarde quizás, o a la noche. Depende qué tal. Te avisaré de todas formas.
Asentí, jugando indiferentemente con los cordones de mis Converse.
-Genial.
-Bueno, mañana nos vemos. Adiós. Adiós Harry.
Harry hizo un gesto con la mano, mirando hacia el suelo.
Emma se bajó las gafas de sol y se alejó del brazo de Dave, su vestido de flores blanco ondeando.
-Genial, ya me he librado de ella.
Harry se volvió a tumbar.
-Será mejor que avisemos a Anne, nos estará esperando-dijo Yina mirándole.
Harry asintió y llamó  a su madre. Mientras él hablaba por teléfono, nosotras seguimos nuestra conversación.
-Tú puedes quedarte en mi casa si lo prefieres, asi no estás marginada-dijo Jess, dirigiéndose a Lena.
-¿En serio harías eso?
-¿Y por qué no? Ya acabamos la mudanza hace bastante y tengo la habitación más o menos decente. No será molestia.
-Además, podemos cenar los seis en mi casa, estamos solos, así que no habrá ningún problema.
-Joe, os quiero demasiado. Jamás podría haber deseado unas amigas mejores.
Le sonreí.
-¿Vives lejos de aquí?-le preguntó Yina a Ellen.
-No, a pocos metros de aquí. 5 minutos andando.
-Ah, bien.
Harry dejó el móvil en la hierba, después de haber colgado.
-¿Y?¿Qué te ha dicho?-Yina estaba nerviosa.
-Bueno, ya sabes cómo es mi madre, no le ha gustado la idea, pero al final ha dicho que sí.
Yina sonrió, contenta.
Yo también sonreí.


-Quiero que sepas que ha sido una idea magnífica.
-¿El qué?
-Lo de invitar a Harry. Nos lo pasaremos genial.
Sonreí.
Harry y Yina habían ido a la estación a despedirse de sus padres, Anne lo prefería así. Mientras tanto, nosotras cuatro estábamos recogiendo y ordenando las habitaciones.
-¿Dónde dormirá?-preguntó Lena entrando en mi habitación.
-Aquí, yo dormiré en la habitación de Emma.
-Aaah, y a ella le parece bien?
-Pues claro que no, por eso no se lo he preguntado.
Cogí la ropa sucia colgada de la silla de mi habitación y la lancé al cesto.
-Listo.
Lena miraba el techo, por encima de mi cama.
-Será mejor que quites el póster de Robbie Williams de ahí arriba si no quieres que piense mal-dijo señalándolo con el dedo.
-Mierda...-murmuré.
Me subí encima de la cama y dí saltos cada vez más fuertes para intentar atraparlo.
-Oye, ¿ellos ya saben donde está esto?
-¿Voy a por ellos?-propuso Ellen.
-Bien, ¿te doy el número para que quedes con ellos?-añadí yo.
Asintió con la cabeza.


Después de haber intercambiado números de teléfono de la gente, Ellen fue en su busca a la estación. A la media hora estaban aquí. Habíamos decidido cenar todos en mi casa, Lena, al final, se quedaba a dormir en casa de Jess, lo que nos favoreció a todos. El padre de Ellen seguía en el hospital, por lo que podían quedarse lo que quería.
Fue una noche divertida.

11~

Capítulo 11: 
{Narra Ellen}
Las últimas dos semanas transcurrieron con tranquilidad y lentitud, Jane no me hablaba, algo que no culpaba a nadie excepto a mí misma por ser tan puta. Porque lo era, desde aquella noche, juré por mi vida no ser nunca como había sido anteriormente. Había hecho daño a mi mejor amiga, mucho daño, y eso no podía permitirlo. Los primeros días, la bombardeaba a llamadas y a mensajes que nunca fueron contestados, y a los pocos días dejé de hacerlo. Entendía por qué estaba enfadada. Habían pasado dos semanas. Dos semanas, un día y 7 horas desde la última mirada de Jane. Dentro de unos días, darían comienzo las clases. Los últimos meses de clase y ya era libre. Lo que también significaba, volver a ver a Dan y su asquerosa mirada pegajosa y con aire superior, cada día le odiaba más. Y respecto a Tom, salí corriendo de aquella casa segundos después que lo hizo Jane, por lo que me fui sin despedirme de nadie, aunque si había quedado con él algunas ocasiones, pero sin roces ni nada de nada. Me había asegurado en mantener distancias, ir poco a poco y conocerlo bien antes de nada, y no me arrepentí de ello, Tom era un auténtico cabrón, al igual que muchos chicos que conocía, era igual a todos, arrogante, estúpidamente creído, egocéntrico, y sólo buscaba un lío y nada más. Pues que le peten. Estaba harta de tantas estupideces.
También había quedado repetidamente con Jess, y la verdad era que era un cielo de chica, tímida, pero muy  simpática, y le había cogido mucha confianza. Eso si, cada vez que quedaba, era sin Jane, pero a veces, ella intentaba volver a unirnos, quedaba conmigo y en vez de venir Jess, venía ella, y cada vez que la veía, sonreía como una tonta, pero ella se me quedaba mirando y daba media vuelta:
-Jane, ¿podemos hablar?-dije yo, mientras ella ya estaba dándose la vuelta.
Se detuvo y se giró, hasta quedar a unos pocos metros delante mía, mirándome sin expresión en la cara.
-Yo creo que está todo hablado y aclarado.
Y tenía razón.
-Jane, yo no te pido que me perdones, por que entiendo que no me querrás perdonar ahora, pero por lo menos escúchame. Por favor.
La mirada de Jane se formó hasta que una pequeña lagrimilla se asomaba por el ojo. Asintió.
-Entiendo al completo que estés enfadada, mi comportamiento ha sido pésimo durante estos días, no he sabido comportarme como es debido y yo me hubiera pegado una buena torta en la cara, pero en fin. Simplemente no sé lo que hacía, tenía la sensación que esta era mi vida y que podía hacer todo lo que quería sin importarme nada, pero ahora me doy cuenta que no estoy sola en este mundo y que hay gente a mi alrededor y que también pueden importarles mis actos. Y no he sabido contenerme cuando tuve que hacerlo y he hecho daño a la persona que formó mi vida. Así que me he prometido a mí misma, contenerme y en no ser tan egoísta como lo he sido hasta ahora.
Jane me seguía mirando, con las manso metidas en los bolsillos. No sabía que decir, al igual que ella. Genial, un silencio incómodo es lo que menos quería ahora. Jane me dedicó una última mirada antes de darse la vuelta y volver a desaparecer.
Había jurado que me había sonreído.
Y eso no era todo, mi padre había empeorado, era cierto que sólo se había dado un golpe tonto con el coche, pero lo que yo no sabía -él sí lo sabía- era que tenía un avanzado cáncer de pulmón, y eso me impedía salir de casa, tenía que cuidar de él día y noche, éso, hasta que tuvieron que volver a ingresarle de urgencia en el hospital, después de haber sufrido un ataque de asma. Otra cosa de la que no tenía ni idea, mi padre con asma. Así que estaba sola en casa, aburrida y sin nada que hacer, no quería visitar a mi padre de nuevo, había estado a la mañana, y veía que no necesitaba mi ayuda en nada, una máquina comía por él, bebía por él, estaba en condiciones de hablar, pero no de comer, y me daba algo de lástima verlo así, tan débil. Cuando era niña siempre le consideraba un héroe, mi héroe, que era fuerte y nada ni nadie podía vencerle, y verle así me partía el corazón en pedazos.
Mi vida era una auténtica basura, cada día tenía menos ganas de vivir, mi yo de antes había desaparecido por completo, la Ellen que vivía la vida pasara lo que pasara y a la que no le importaba nada ya no estaba, en parte, me sentía orgullosa de ello, había madurado, había dejado de ser como una niña y no preocuparme por el futuro que tenía, no darme cuenta de las muchas estupideces que cometía. Pero por otra, la echaba algo de menos, echaba de menos hacer travesuras sin pensar en cómo podrían acabar, en divertirme.
Suspiré.
Así era mi nueva vida.

{Narra Jane}
5:17 a.m.
                                         "Listo?"
Uff
No había dormido nada.Me proté los ojos y salí de la cama. Perezosamente y arrastrando los pies entré en el baño y me metí a la ducha.
Hoy era el día.
                                                             "Listo(="
Era cierto que no había dormido nada, pero no tenía sueño -otra cosa es que estaba perezosa- en absoluto, estaba nerviosa, muy nerviosa.
En las dos últimas semanas había pasado cantidad de cosas, seguía sin hablar con Ellen, aunque ya no estaba enfadada como antes, es verdad, se había pasado, pero parecía realmente arrepentida. Hasta se había planteado a cambiar. Eso sí era nuevo, siempre la había visto loca y desbocada y verla así de tranquila y pausada me chicaba bastante, y eso que solo la había visto un par de veces.
Jess había hecho muy rápido amigos, aparte  de mí y de Ellen -que parecía que habían congeniado de maravilla. Era un cielo de chica- , había conocido una chica muy maja en el conservatorio. Se llamaba Lena y era guapísima. Tenía un largo pelo marron con preciosos ondas perfectas, y unos ojos grandes marrones, muy muy expresivos y tenía la boca pequeña y unos dientes blancos y perfectos. Me la había presentado y habíamos quedado más de una vez las tres para ir a tomar algo y dar una vuelta y la verdad es que era majísima, era muy tímida y romántica y sobre todo soñadora. En los últimos meses conocía a más gente nueva de lo habitual y no me estaba llendo nada mal.
Harry había visitado repetidamente la ciudad por diferentes razones, la primera vez que vino, fue con Yina y con los demás chicos de la banda el fin del instituto -desgraciadamente, yo aún tenía que enfrentarme a otro trimestre para terminar por fin-. Le había presentado a Jess, que, como de costumbre, habían congeniado de maravilla, esta claro que Jess no se lanzaba a Harry como lo hacía Ellen, pero aún así, se veía que se llevaban bien, y respecto a Yina, no estaba tanto a la defensiva con ella como lo estaba conmigo, que, por cierto, ya no lo estaba tanto como cuando fui a su casa, algo que, de alguna u otra manera, me extrañaba y a la vez me agradaba, la veía mucho más maja y mejor persona.
Vino una segunda vez, ésta vez con su madre, que tenía que hacer un recado y aprovechó el viaje para hacernos una visita y entonces fue cuando me lo ofreció. Ya sabía la fecha y había rellenado y enviado el formulario para presentarse y tuvo el precioso detalle de invitarme a ir con él detrás del escenario, junto con familiares y amigos.  Jess ya había llamado para ir como público junto a Lena y a Ellen. Estaba realmente emocionada. Y así iba a ser nuestro día, a la mañana soportar los contantes dolores de estómago por culpa de la mucha adrenalina que generaba mi cuerpo a causa de los nervios y las largas colas del estudio. Suponía que más tarde iríamos a beber algo en algún bar famosillo de Londres.
Uff.
Apagué el grifo y salí de la ducha con la toalla envuelta alrededor mía. Salí del baño y me dirigí a la habitación con sigilo para no despertar  a mi madre. Abrí el armario y escogí la ropa. Cogí una camiseta blanca de manga corta con un hueso negro que decía "Busco dueño" , unos pantalones pitillo negros y las converse negras también. Agarré la sudadera blanca con Minnie Mouse por si hacía frío.  Me puse la ropa con rapidez y me ahuequé el pelo con la toalla.
Miré el reloj. las  5:30
Wow, tiempo récord.
Bajé las escaleras y me dirigí a la cocina. No tenía hambre, pero prefería no salir a la calle y pasar el día fuera con el estómago vacío, por lo que abrí el frigorífico y agarré un brick de zumo de naranja. Cogí una manzana y la bolsa de madalenas del armario y me senté a la mesa, no sin atnes encender la radio.
Escuché sin mucho interés One de U2 rompiendo un cacho de madalena y bebiendo de morro del envase del cartón.
Para mi sorpresa, un chico de unos 20 años entró en la cocina medio desnudo y se llenó un vaso de agua.
-Emm..hola?-dije, suponiendo que no me había visto.
El chico se giró bruscamente y me miró con el mismo miedo con el qu hubiera mirado a una enorme araña.
-¿Qué haces aquí?
-Vivo aquí.
-¿Eres la chacha?
-¿Cómo?- me levanté de la silla-. Soy..tss, ¿por qué respondo a tus preguntas? ¿Quien  eres tú?
-Puees... si te digo el nombre no me vas a conocer.
-Coño, ¿qué haces aquí?
-Humm..pues supongo que me emborraché, me lié con un pedazo de tía y..en fin, aquí estoy.
-¿Con Emma?
-¿Así se llama?
Suspiré.
-¿No te sabes el nombre de la chica?
-Pues no.
-Joder...
-Vale, ahora responde tú a mi pregunta. ¿Quién eres?-preguntó por segunda vez, poniendo los puños cerrados en las caderas.
Suspiré de nuevo. No había podido coger uno más estúpido.
-Soy la hermana de la "belleza"-entrecomillé la palabra con los dedos.
-¿Qué pasa? Es guapa...
Me llevé la mano a la frente. Qué paciencia hay que tener con algunos.
Miré el reloj. 5:35 
Mierda, otra media hora con éste. Buf....
-Y.... eem...¿Dónde está Emma?-dije, poniendo cada cosa en su sitio y apoyandome en la encimera, cruzando los brazos.
-¿Quién?-mordió una madalena salvajemente, las migas saltaban hasta aquí.
-La que te has cepillado-dije alargando las palabras, dando un manotazo a un trozo de madalena que había caído sobre mi hombro.
-Aaah, está arriba, murmurando cosas sin sentido. Por cierto, tienes una habitación muy bonita.
-¿Has entrado en mi habitación?

-Ya te digo.
-¿Y para qué entras?
-Me la enseñó tu hermana, una cama muy cómoda-asintió, tirando el papel a la basura.
-Puaj, ahora mismo cambio las sábanas.
-Tranquila mujer, si no hemos hecho nada.
-Lo que me faltaba...
Emma apareció por la puerta con una camiseta blanca de cinco tallas la suya, sólamente con eso. Nada más entrar, me miró sorprendida.
-¿Jane?¿Qué haces aquí?
-Otra.. ¡que vivo aquí!
Hizo un gesto con la mano y le dio un apasionado beso en los labios del chico.
Miré hacia otro lado.
-Ya has conocido a mi chico, como veo.
-Sí, y de menuda manera...-murmuré.
-Os presento, Jane, éste es Dave, y Dave, este es el parásito de mi hermana Jane, que prácticamente, me arruinó la infancia.
-Perdona, pero no era yo la que te ponía pollas de plástico bajo la almohada.
-Qué tiempos más bonitos.
-Llámalo como quieras, pero se me quedó.
-Por cierto, ¿cuántos años tienes?-me preguntó Dave.
-16
-15
Suspiré
-Cumplo 16 en junio
-Pues eso, 15-dijo Emma de nuevo.
Rodeé los ojos.
-¿Y tú?-desenrosqué el tapón del cartón del zumo y bebí un trago.
-23
Casi me atraganto.
-Bueno, cumplo 24 en agosto.
-Joder, ¿y qué haces con uno de 24 años, Emma?

-Buff, mejor no te lo cuento, que entonces sí te traumatizarías.
-Vale, vale, no quiero saberlo-me froté los ojos con los dedos.
-Ahora que lo pienso, ¿qué haces despierta tan pronto?

-He quedado con un amigo.
-Uuuh, ¿ese tan guapo de rizos?

-Se llama Harry.
-Ya decía yo que te habías puesto guapa-arqueó las cejas.
Miré hacia abajo y me observé a mi misma.
-Tampoco es para tanto.
-Ya, pero era para emocionarte un poco.
Mi hermana habrió el armario y sacó unas galletas Principe. Agarró dos y le tendió una al chico, que observaba calladito nuestra absurda conversación.
-¿Y tú qué?
-Dave tenía hambre, asi que bajó. Me sentía sola y bajé con él.
Volví a mirar el reloj. 5:45
Agarré la sudadera y me metí el móvil al bolsillo.
-Bueno chicos, me voy, pasaroslo bien y no agais mucho ruido.
-Uff.. no te lo prometo.
-Que te follen, Emma-dije con cariño.
-No te preocupes, de eso ya me ocupo yo-Dave me guiñó un ojo.
uff..