25~

Capítulo 25:
{Narra Jane}
-¡Gol!
Harry y Zayn chocaron las manos en signo de victoria. Louis se acercó corriendo y los abrazó a ambos mientras Niall y Liam vitoreaban el gol de Zayn desde el otro lado del campo, sin querer perder sus posiciones.
-No gritéis victoria todavía. Estamos empatados -les recordé, justo en medio del campo improvisado.
Yina, en la portería, dio una patada importante al balón, aterrizando muy próximo a la portería contraria. Liam se acercaba corriendo para proteger al portero, pero yo fui más rápida que él, y comencé a darle paradas, consiguiendo esquivar a Liam. 
Jess llegaba corriendo y llegó a la portería, por lo que, con un pase que jamás antes había conseguido, se hizo con el balón. Se preparó para lanzar a la portería, pero los demás se acercaban rápido y tenía que darse prisa. Zayn llegó el primero, seguido por Louis, se pusieron delante de Jess y ella me devolvió el balón. Estaba sola, pero los demás ya me habían visto. Ellen estaba a unos pasos de mí, con las manos en las caderas y observando el partido; ya había decidido antes que no podía confiar en ella en el juego. Decidí pasarle el balón a Lena antes de que Harry llegara para arrebatármelo.
Habíamos decidido no jugar demasiado, por lo que, el primero que llegara a los 3 goles, ganaba. Estaba bastante reñido, el marcador marcaba 2-2 en un partido de chicos contra chicas. Nunca se me había dado bien jugar al fútbol, pero me lo estaba pasando mejor de lo que esperaba.
No sé cómo lo hizo Lena, pero al recibir el balón, lo dejó caer sobre su pecho, contra el suelo y después, intentando darle una patada, resbaló con él y acabó en el suelo.
No pude evitar soltar una carcajada.
Entonces fue cuando Harry vio su oportunidad para coger el balón y dirigirse con él hacia el otro lado del campo. Yo, Jess y el resto de los chicos lo siguieron. Siguió jacia delante, pasándose el balón entre ellos y consiguiendo esquivarnos a todas con cada pase, aunque era divertido ver cómo Yina se ponía en posición para atrapar el balón cuando fuera necesario.
Pero no podía permitir que metieran otro gol.
Justo cuando Harry tenía el balón y estaba apunto de apuntar hacia la portería, me interpuse en su camino y se lo arrebaté. Aún no entiendo cómo lo hice, pero, al verme despejada por haber corrido con él, le di una patada muy fuerte. Por suerte, Lena estaba ahí para cubrirme y crucé los dedos para que no volviera a ocurrir lo anterior. Paró el balón con el pie y con una patada suave y firme, consiguió colocarlo dentro de la portería entre las piernas de Niall.
-¡Sí! -chilló.
Corrió hacia mi y se lanzó a mi cuello.
Jess y Ellen también se acercaron y nos abrazamos entre nosotras. Yina aplaudió desde su portería.
Harry me miraba perplejo. Yo le saqué la lengua divertida y le sonreí.
-Jane, ¡eres la puta ama!
-¿Yo? ¡Si eres tu la que ha metido el gol!
-Tienes razón. Las dos somos las amas.
-¡Eh! -Ellen llamó la atención de los chicos-, ¿qué se siente cuando un puñado de chicas novatas os ganan en un partido de fútbol? -sonrió satisfecha.
-Queremos la revancha -espetó Zayn, que se acercaba con el resto del grupo. Me tendió la mano.
-Cuando queráis -sonreí, estrechándosela.
-¡Sí! Por que yo y Jane -Lena puso un brazo sobre mi hombro-, tenemos muchas tácticas que jugar.
-¿Ah, sí?
-Pues claro que sí. Os machacaremos en el próximo partido.
-Eso ya lo veremos.
-¿Qué hora es? -les interrumpí
-Las.. 7 menos cuarto -Niall miró su reloj de pulsera.
-Gracias
Los dos nos sonreímos.
-¡Eh! Se me acaba de ocurrir una idea -dijo Lena, llamando la atención-. Mañana empieza a llover y a hacer frío, ¿no? Pues demonos un último chapuzón en el río mientras cenamos ahí.
Fruncí el ceño.
-¿Eh? -parecía que Ellen tampoco lo entendía-, ¿cómo?
-Mira, cogemos las toallas, nos preparamos algunos bocatas o algo y cenamos en la orilla del río. ¿Qué te parece, Harry?
-Pues.. a mi me parece genial.
-¡Bien! No tiene que ser muy lejos, ahí mismo -Lena señaló el río un poco más abajo.
-Yo tengo una idea mejor -Harry me sonrió-, un poco más adelante hay una zona más profunda con más árboles que aquí. No está muy lejos y el agua es más profunda para nadar.
Respiré aliviada.
Por un escaso segundo había planteado que quizás podría desvelar su escondite.
-¡Olé! Cuantas buenas ideas en un sólo día.

                                           ~

Un pitido sonó desde mi móvil y me avisaba de un nuevo mensaje. Agarré el teléfono para leerlo. Un escalofrío me sacudió el cuerpo entero. Era de Ethan:

 “Jane guapísima! ¿Ya tienes claro si estas libre o no? Tengo ganas de verte. Besos, E”

Un nudo se me formó en la garganta.
¿Qué le respondía yo a eso? ¿Que sí? Por que ya tenía más que claro que estaba con Harry. ¿Pero por qué tenía tanto interés si estaba con alguien o no? Tal vez era para comunicárselo a Dan o algo...
Suspiré y empecé a teclear:

“Ethan! Qué sorpresa :) Pues sí, E, ya lo tengo claro. Estoy con alguien si es a eso a lo que te refieres. ¿Y tú qué? Segura que hay alguna por ahí ;) ¡Yo también tengo ganas de ese helado que me prometiste! Besoos! -J”

Lo releí varias veces antes de presionar el botón de enviar. “Enviado” me señalaba la pantalla, y, acto seguido, la pantalla se apagó. Suspiré al darme cuenta de que el móvil se reiniciaba de nuevo.
-Mierda de móvil -murmuré, dando golpes a la BlackBerrie contra la toalla en la que estaba sentada.
-¿No te va? -me preguntó Yina
Levanté la mirada, aún con el teléfono en la mano y la miré.
-Pues no. Hace lo que le da la gana. Necesito uno nuevo .dejé el móvil detrás mía, quitándole importancia ya que volvía a reiniciarse de nuevo.
Ya había oscurecido y era noche cerrada, como habían previsto Ellen y Lena a la tarde. Aún así, hacía bastante calor, no tanto como la noche anterior, pero sí lo suficiente para meter un rato los pies en el agua.
Harry, Jess, Ellen, Niall y Louis se habían ido a dar un paseo por el agua, aunque me suponía que no bastante lejos, ya que no se veía apenas. Sólo estábamos Yina, Liam, Zayn, Lena y yo en el lugar en el que habíamos cenado, con toallas por el suelo y una pequeña lámpara de gas en el centro que daba algo de luz.
Compartía mi toalla con Lena, que estaba tumbada a mi lado. Liam y Zayn estaba en frente y Yina, en otra toalla a parte, al lado de Lena. Lena comía alegremente de una caja de Mikados, aunque, de vez en cuando, le quitaba algunos.
Se oían pasos en el agua a lo lejos, ya que no había otro sonido a parte de ese; nos habíamos callado para poder determinarlos.
Yina se relajó al reconocer el ruido y las voces lejanas.
-Ya vuelven.
Lena se levantó de un brinco y miró atrás.
-Tengo una idea -espetó.
Agarró la lámpara de gas y se fue corriendo al río que estaba al lado nuestra. La metió en el agua y volvió corriendo.
-Vamos a darles un susto -dijo y puso la luz apagada tumbada encima de mi toalla. Dirigió una mirada a lo lejos-. Vamos a escondernos detrás de esos árboles, a ver que cara ponen cuando lleguen y no estamos -se mordió el labio, sonriendo.
-Que buena idea -Liam se levantó, seguido de Zayn.
En cambio, Yina y yo permanecimos sentadas.
-No sé, ¿y si nos ven?
-No creo, está oscuro y están lejos.
-No tanto.
-Oh, vamos. ¿Tu ves lo que hay detrás de esos árboles desde aquí?
Yina giró la cabeza y los observó.
-Pues no, pero..
-Pues ya está. Vamos. Además, si no resulta no pasa nada, nos reímos y punto -Lena volteó la cabeza al escuchar que los pasos se acercaban-. Venga, correr -tiró de mi brazo.
Yo protesté, pero no tuve más remedio que levantarme y correr, ya que tiraba de mi mano tanto a la de Yina. Los tres árboles estaban más cerca que los cinco esperábamos, por lo que sólo tuvimos que andar unos pocos pasos. Aunque estaba oscuro, se podía ver ligeramente las siluetas de las toallas en la oscuridad, justo a las orillas del río.
-Vale -Lena comenzó a susurrar -, cuando lleguen, nos quedamos callados callados y cuando estén cagados del miedo, llegamos en silencio y ¡bu!
-¿Bu? -arqueé las cejas con los brazos cruzados
Lena rodeó los ojos.
-Tú síguenos a nosotros, ¿vale?
-Vale, pero..
-¡Shht! -interrumpió Zayn- que ya llegan.
Era bastante difícil esconderse ya que sólo habían sólo tres árboles. Nos agachamos y nos escondimos Yina en uno, Lena y yo en otro y Zayn y Liam en otro.
Tuvimos que agudizar mucho el oído, aunque se oía lo suficiente para entenderles.
Ellen llegaba como siempre riendo junto a Niall, que también reía, pero, al llegar se callaron y pararon en seco, borrándoseles las sonrisas de sus rostros. No tenían ni una sola gota de agua en sus cuerpos, al contrario de Jess y Louis, que llegaban empapados, corrían hacia sus toallas, que se enrollaron con ellas al llegar. Harry también llegó mojado, pero él no parecía tener frío. Se detuvo junto a Niall y Ellen.
-¿Dónde están todos? -preguntó Niall.
-A lo mejor han ido a buscarnos.
-No. Los habríamos visto.
Jess se puso la camiseta y la sudadera por encima del bañador y enseguida dejó de temblar. Harry se acercó y sacó su móvil de la bolsa.
-¡Mierda, mierda! -susurró Lena-, ¡ponerlo en silencio!
Zayn sacó el móvil del bolsillo y así lo hicieron los demás, lo más rápido posible. Yo, cuando me disponía a sacarlo también, me di cuenta que lo había dejado reiniciando en la toalla.
Ellen daba vueltas con la mano en la frente, murmurando cosas que no pude escuchar con claridad, se acercó a Harry:
-¿A quién llamas? -se pasó la mano por el pelo, nerviosa.
-A Jane, a ver dónde se han metido.
-Pues.. buena suerte -Jess levantó mi teléfono en alto.
Harry palideció al verlo y Ellen lo miró atónita.
Lena estaba retorcida de la risa y hacía todo lo posible para soltar una carcajada. A mí, en cambio, no me daba tanta gracia.
-Traelo -ordenó Ellen
Jess le entregó el teléfono  y Ellen lo observó bien.
-Está reiniciando.
-¿Qué?
-¡Está reiniciando! -explotó- ¡Jane nunca reinicia el móvil!
-¿Y es malo que se reinicie? Ya sabes cómo son las BlackBerries -apuntó Louis.
-Sí, lo sé. Pero Jane nunca se quejó de esta. La única vez que recuerdo que se reinició fue cuando conocí a Harry en el Starbucks y Jane lo lanzó al suelo de la rabia.
-Me acuerdo de eso. No lo lanzó con mucha suavidad -dijo Harry poniendo los ojos en blanco.
-Pues ha tenido que recibir otro golpe de esos para que se reinicie, ¿entiendo mal? -preguntó Niall con miedo.
-Esperemos que no sea eso. A lo mejor lo ha lanzado de nuevo por la rabia por que le ha vuelto a llamar Dan o algo -soltó Ellen.
-Sí, bueno, ¿y cómo explicamos eso? -Louis señaló la lámpara apagada y tirada en la toalla.
-Vale, voy a llamar a Liam, a ver si él me coge -Harry respiró hondo y se llevó el teléfono a la oreja.
Los cinco guardaron silencio, esperando y deseando a que su compañero respondiera la llamada. Se notaba hasta aquí la tensión que se estaba acumulando el ambiente. Observaba cómo Liam sujetaba su teléfono y miraba la pantalla, hasta que Harry colgó.
-No me coge.
-Vale, vamos a tranquilizarnos -Jess se levantó y se peinó el pelo con los dedos-. Lo que vamos a hacer es separanos y buscarlos. A lo mejor se han ido a casa o algo.
-¿A casa? ¿Sin el móvil? -Harry puso mi móvil contra sus labios-. Vale, Lou, tu vienes conmigo a buscarlos. Vosotros tres ir a casa a ver si están ahí -suspiró.
Lena se movió, hizo una seña a Yina para que se acercara. Hizo señas con el dedo para que nos acercáramos a ellos antes de que se marcharan. Con sigilo, nos acercábamos con pasos suaves y cortos, pero aún estábamos pegados a los árboles.
-Está bien. Si sabemos algo os llamamos, ¿vale?
Pero antes de que Ellen, Niall y Jess se marcharan, un grito resonó desde el prado al lado de la casa. Un escalofrío me recorrió toda la espalda de nuevo. Nos quedamos completamente quietos, asimilando el grito cuando un segundo sonó de nuevo.
-¿Qué ha sido eso? -susurró Ellen
Harry echó a correr en dirección al grito.
-¡Jane!
El resto también comenzaron a correr, siguiéndolo. Me dispuse a seguirlos, pero Lena me detuvo.
-¿Te has vuelto loca? -espetó- ¡Puede ser cualquier cosa!
-¡¿Que coño era eso?!
Yina se mordía las uñas nerviosa. Se podía reflejar en su rostro la preocupación como si fuera un libro abierto. Me solté la muñeca de la mano de Lena de un tirón.
-No lo sé, pero voy a descubrirlo.
-¡Esperad! -dijo Zayn. Comenzó a correr en dirección opuesta, hacia la casa, que estaba a unos pocos metros de distancia. Los cuatro giramos la cabeza al escuchar un tercer grito. Lena se acercó a Liam y se agarró a su brazo, aterrada. A los pocos minutos, Zayn volvió con un trozo de madera entre brazos.
-Vale, vamos.
-¿Para qué es eso?
-Por si acaso. Vamos
Ignoré lo que Zayn había traído. Me puse a correr sin importar si los demás me seguían o no. Los demás ya estarían llegando al origen de los gritos y sólo podía pensar en lo peor. Corrí más rápido de lo que había pensado que podía correr. Sabía que los demás me seguían por detrás, ya que podía escuchar sus pasos por encima del ruido atronador de los latidos de mi corazón. Salimos de la zona de árboles, cerca de la casa. Ya podía divisar sus siluetas llegando a la valla que separaba el jardín del prado ya que una farola negra y alta daba algo de luz al lugar, ya que la luna no podía emitir su trabajo por las espesas nubes que cubría el cielo. Aceleré el paso para llegar antes de que saltaran la valla.
-¡Harry! -grité lo más alto que pude, sin agotar mi carrera.
Los cinco se pararon en seco y miraron en mi dirección. Harry salió disparado hacia mi. Mi sonrisa se ampliaba conforme nos acercábamos, le abracé con fuerza cuando llegué exhausta a sus brazos.
-¿Dónde te habías metido? -me susurró, aún sumergida en sus brazos desnudos.
-Es una larga historia.
-¡Harry! -Yina también llegaba cansada.
-¡Yina, me cago en tu padre! ¡Ven aquí! - gritaba Ellen andando hasta aquí, sonriendo.
Harry me soltó y besó la cabeza de Yina. Zayn llegó en seguida y se tumbó en el suelo.
-¿Y Liam  y Lena?
-Se han quedado ahí -dijo entre jadeos-. ¿Ya sabéis quién estaba gritándo?
Harry me miró.
-¿No eras tu?
Entonces se oyó otro grito, solo que mucho más cerca y más fuerte. Todos nos alejamos un paso o dos de la valla. Jess se acercó a Zayn, que se había incorporado, y se puso a su lado. Todos guardamos silencio, hasta que los agitados y fuertes pasos de Liam lo interrumpió por completo. Corría hacia nosotros y, sin detenerse, agarró el trozo de madera de al lado de Zayn y se acercó a la valla. La saltó con mucha agilidad, con una sola mano. Desapareció corriendo en la oscuridad.
-¡Liam! -gritaba Lena, mientras corría e intentaba cruzar la valla de madera- ¿Me oyes? ¡Vuelve! ¡Liam!
Le agarré de la muñeca y la alejé de los postes de madera.
-No hagas estupideces.
Realmente parecía preocupada. Sus ojos ya no lucían el brillo que solían lucir, se mordía el dedo meñique muy nerviosa, dejando importantes marcas de sus dientes en la carne. Pero no hizo ningún esfuerzo en soltarse de mi, sólo miraba hacia la oscuridad con la mirada perdida, en la oscuridad en la que Liam había desaparecido.
-Voy con él -Harry pasó a nuestro lado, acercándose a la valla.
Rápidamente, solté solté la muñeca de Lena y me acerqué a él, intentando no mostrar el miedo en el rostro. Entrelacé mis dedos con los suyos, mirándole a los ojos.
-No vayas. Por favor -susurré.
Pero antes de que pudiera responder, un grito masculino y la mitad de alto que los anteriores, se escondía en la oscuridad del prado. Antes de que pudieramos darnos cuenta, Liam reapareció a unos 20 metros de distancia. Corría hacia nosotros, mirando frecuentemente a sus espaldas. Ya no llevaba la madera en la mano.
-¡Apartaos! -gritaba mientras saltaba con la misma agilidad la valla.
Harry dio un paso atrás y me protegió con su cuerpo, sin soltarme la mano. Lena abrazó a Liam con fuerza al volver, que tenía la respiración agitada por correr. Segundos más tarde, una figura muy poco definida se acercaba con rapidez, volviendo a provocar ese chillido tan irritante.
Pero ese último, pude identificarlo mejor.
Ellen soltó una sonora carcajada al reconocerlo.
-¡Un puto caballo! ¿En serio? ¡Joder! -reía.
Me relajé al instante. Lena dio un golpe en el hombro de Liam, que se quejó entre risas.
-¡Ya podías habernos avisado antes!
-Yo también lo acabo de descubrir.
-¡Mentiroso!
Liam rió de nuevo.
-Vamos, no te enfades -rodeó la cintura de Lena, atrayéndosela. Ella, sin pensárselo, enrolló sus brazos alrededor del cuello juntó su frente son la suya. Sonrió.
-Que sea la última vez que me des esos sustos.
Liam asintió, y, acto seguido, los dos de fundieron en un dulce beso.

24~


Capítulo 24:
{Narra Jane}
Me mordí el labio, mirándolo a los ojos, que buscaban una respuesta. Intenté ignorar el escalofrío que recorría mi espalda. El silencio cada vez se hacía más largo e incómodo, aún con mi mirada sumergida en sus ojos.
A esto es a lo que le tenía miedo, no solo a enamorarme yo, si no que le pasara también a él. Pero, por alguna razón, me gustaba la sensación.
-Creo que me pasa lo mismo -susurré, sin apartar la mirada.
Sonrió, aliviado, apretándome la mano bajo el agua. No pude evitar sonreír también.
Nuestros labios seguían a unos escasos centímetros de distancia, estaban demasiado cerca, tentadores de nuevo.  Ahora más decidido y seguro de sí mismo, se aseguró de que nuestros labios se volvieran a juntar. Me besó con un beso sincero, al principio dulce y suave, pero cada vez se hacía más largo, intenso y pasional, de esos que te dejan sin respiración.
Si aún no me había enamorado, sabía que él podía conseguirlo. Y no tardaría mucho.
Nos separamos con la respiración agitada. Sólo se oía el rugido suave del agua que caía de la cascada, formando una espuma blanca al final.
-Será mejor que volvamos -dijo sin romper conexión con mis ojos-, no nos quiero ver mañana a los dos enfermos en la cama -sonrió.
Yo también sonreí.


No esperamos a secarnos, nos pusimos la ropa completamente mojados y anduvimos hasta la casa, en donde, todo estaba en silencio y oscuro. No me sorprendía en absoluto, tendría que ser muy tarde y habrían decidido no esperarnos. ¿Qué hora podía ser? ¿Las 3? ¿Las 4 quizás? El tiempo pasaba volando a su lado y ya había perdido la cuenta. Ni sabía a qué hora marchamos de aquí. Pero no me importaba que se hayan metido ya a la cama, así nos podíamos ahorrar las preguntas incómodas, por lo menos por ahora. Mañana sería otro día que cumplir.
Tenía unos horas para poder inventarme un nuevo lugar para los acontecimientos. Harry me había confesado el lugar y yo no era quién para estropearlo contándoselo a mis magníficas amigas no-sé-guardar-un-estúpido-secreto-por-muy-importante-que-sea.
Esta vez no íbamos de la mano atravesando el jardín, pero si muy próximos el uno del otro. Estaba claro que estábamos juntos, pero eso ni significaba que teníamos que demostrárselo a todos, y, como ya me habían dicho, se lo esperaban y ya me suponía que lo sabrían. Y parecía que Harry estaba de acuerdo con migo.
Entramos en silencio en casa por la puerta principal sin hacer demasiado ruido. Los dos nos disponíamos a subir al primer piso, cuando vimos que en la cocina aún había luz. Nos miramos con el ceño fruncido, extrañados. Me mordí la mejilla mientras avanzábamos hasta ahí, más en silencio incluso que antes. Harry se asomó por el umbral  y al instante se relajó.
-Ah, eras tú -dijo, entrando y haciendo un gesto para que le siguiera.
Estaba sentada en una silla, con los brazos estirados sobre la mesa de madera, los puños apretados. Un vaso de cristal lleno de un líquido transparente estaba a su lado. Pero algo me decía que no era agua lo que contenía el vaso.
Era Yina, que me miraba con ojos sombríos.
-¿Qué hace ella aquí? -masculló señalándome.
Harry avanzó hasta ella ignorando la pregunta de su amiga. Agarró el vaso mirándole a los ojos y, con vacilación, se lo llevó a los labios. Puse las manos sobre la boca, viendo cómo devolvía el líquido al fregadero.
-¡Puaj, Yina! ¿Qué es esto? -se pasó la mano por sus labios húmedos y le devolvió el vaso.
-¡Lejía! ¿Qué va a ser? ¡Agua! -apoyó la cabeza en uno de sus brazos, con los ojos cerrados.
Harry cogió una botella de cristal llena por menos de la mitad con el mismo líquido transparente.
-¿Esto? Yina, ¿esto es lo que has estado bebiendo?
Yina le arrebató la botella de las manos y la observó, aún tumbada.
-Eeeh..... ¿Sí? -la puso en la mesa.
-Sabes que esto no es agua, ¿verdad? -Harry se puso a su lado y se apoyó en su puño cerrado contra la mesa.
-¿Ah, no? -rodeó los ojos-. Quería desconectar un poco, ¿sabes? ¡Olvidarme de la mierda de vida que tengo! -subía el tono conforme hablaba.
-Bueno, creo que yo me voy a la cama y tal... -comencé a decir lo más bajo posible para no molestar.
-¡Quieta! -me interrumpió- Tu eres la mayor parte de mi problema.
-¿Yo?
-¡Si, rubia tonta! -se llevó la mano a la frente- Vale, creo que no te mereces que te insulte, por que, en realidad, ¿qué me has hecho tu? Ah, sí. ¡Solo ponerte en mi jodido camino mientras me restriegas tu estúpida felicidad por la cara con el chico en el que llevo enamorada desde que mis putos pezones me empezaron a doler! Tss...
-¡Yina! -protestó Harry.
“Ignórala, Jane. No dejes que te haga daño” -pensé. Respiré hondo.
-¡Dame más de eso! -le gritó a Harry, que sujetaba la botella en alto. Pero ella se tambaleaban demasiado al ponerse en pie, por lo que optó por volver a sentarse.
-¿De dónde la has sacado? -preguntó seco.
-La encontré en la bodega de abajo. ¡Sólo quería desaparecer!
-¿Y así lo solucionas? ¿Qué quieres Yina? ¿Acabar como tu madre?
Puso los ojos en blanco, paralizada y sin saber qué decir.
-Y, por favor, no te ofendas. Que tu madre sea rica no significa que sea feliz y todo eso es por la culpa del alcohol y de...
-No. Tienes razón -le interrumpió, hablando bajo. Subió la cabeza y me miró-. Yo... lo siento tanto, Jane. He sido tan estúpida y egoísta que me he dado cuenta de que Harry no me pertenece -susurró. Se levantó, y algo más estable y segura, dio tumbos hacia mí y me abrazó-. Lo siento de veras.
Olía a alcohol demasiado fuerte, pero, a pesar de todo, le devolví el abrazo.
-No para nada, Yina. Te entiendo.
Nos separamos y ella sonrió por primera vez en toda la semana.
-Oh, feliz cumpleaños. Ya sé que es tarde y que he hecho lo posible para estropeártelo. ¿Podrás perdonarme?
-Tranquila, no soy rencorosa. Vamos a dormir, mañana todo estará olvidado, ¿vale?
-Vale -respondió.

                               ~

Un calor sofocante me inundó de repente. Me despierto sudorosa y húmeda. Pasándome la mano por los ojos, me incorporé en el sofá de terciopelo marrón y descubrí que Harry estaba a mi lado, donde mi cabeza había estado apoyada en su regazo, también dormido. Recordaba habernos recostado juntos después de comer. Me levanté despacio para no despertarlo y salí a la terraza, en donde el sol duplicaba el calor.
Ellen y Lena estaban tumbadas en el suelo sobre sus toallas con los ojos cerrados, tomando el sol. Sonreí para mí, mientras cogía un poco de agua de la piscina con un vaso de plástico y la lancé encima de ellas. Las dos lanzaron un chillo, se sentaban en sus toallas y me miraban con caras serias, protestando mientras yo me reía de la situación.
-Si pretendías despertarnos, buen intento, no estábamos dormidas -Lena volvió a tumbarse.
-¡Pues yo sí! -se quejó Ellen, sentada.
-Bueno, hagamos algo. Hmmm.. ¿Y si vamos al pueblo y compramos un helado o algo? -propuse.
-No. Queremos aprovechar el día. Mañana dicen que va a empezar a llover y a hacer frío y yo quiero llegar a casa morena. Tan morena que mi madre no me reconozca. Que se asuste.
-Jane, ¿qué tienes escrito en el brazo? -Ellen lo señaló, ignorando la afirmación de Lena.
Yo me levanté el brazo y observé el antebrazo izquierdo. En letras grandes y negras ponía “One Direction” en letra minúscula.
-Pone, One Direction -dije no muy convencida y extrañada.
Lena se apoyó en los codos y frunció el ceño.
-¡Ya se qué es! -espetó Ellen-, Es el nombre del grupo de los chicos.
-¿De verdad? -pregunté entusiasmada.
-Lo decidieron cuando estabas dormida. Supongo que Harry quería que lo descubrieses tu sola y de una forma curiosa.
-Me encanta -dije mirándome el brazo -.Además, les pega mucho. ¿Quién lo inventó?
-Pues no estoy segura. No estuve cuando lo decidieron, pero según Lou, Niall sabe imitar muy bien la voz del presentador de The X Factor, ya sabes, esa la que sale en los anuncios -asentí-, pues Harry dijo ese nombre al azar para comprobarlo, y a los cinco les encantaba cómo quedaba.
Ellen daba palmaditas en su toalla rosa con flores negras, a su lado, indicándome que me sentara a su lado. Sonriendo, me acerqué y me senté con las piernas cruzadas.
-Me acabo de dar cuenta de que hoy apenas hemos tenido tiempo de hablar a solas -dijo Ellen-, no me has contado nada de tu escapada de anoche con Harold -sonrió pícara.
Lena se sentó de inmediato y se colocó las gafas de sol en la cabeza y me miró con la misma mirada de Ellen.
-¡Es verdad! Pensarás contárnoslo, ¿verdad?
Aquella noche había dormido tan tan bien, que ni me había molestado en inventarme un nuevo lugar, por lo que tuve que ingeniar uno nuevo rápidamente.
-Pues me llevó a un lugar apartado en el jardín, ¿sabéis donde esta el banco de piedra? -ambas asintieron-, pues estuvimos ahí todo el rato. Básicamente me contó su vida, pero solo por que yo se la pedí. Es un cielo.
-¿Y ya? ¿Estuvisteis más de tres horas hablando de vuestras vidas? -Lena resopló y se volvió a tumbar.
-¿Y qué quieres que hiciéramos?
-A mí se me ocurren varias cosas -murmuró Ellen.
-Serás pervertida. No todo se reduce al sexo. Y menos si acabamos de empezar a salir.
-Jane tiene razón, Ellen. Yo llevaba con el dos años cuando lo hicimos por primera vez. Pero no me sentía a gusto a su lado, así que lo dejé. Desde entonces no he vuelto a probar cama.
-Bonito resumen -añadió Ellen sarcástica-. ¿Y qué te contó? -se volvió hacia mí.
-¡Es privado! Además, ¿por qué te importa nuestras vidas?
-Soy cotilla y lo sabes.
Lena suspiró, se colocó de nuevo las gafas delante de sus ojos. El silencio empezaba a alargarse.
-¿Y eso es todo lo que nos cuentas? -empezó Lena, rompiéndolo-, ¿Nada interesante?
-¿Se ha enamorado Harry ya de ti? -dijo Ellen, volviendo a ser sarcástica y tumbándose también, mientras ella y Lena se reían.
-Eeeh.. -carraspeé-, por cierto, ¿donde está Jess? -dije nerviosa.
Ellen me miró perpleja, con las cejas alzadas, apoyándose en sus codos despacio.
-Jane.
-¿Sí? -dije evitando el contacto con sus ojos.
-No has respondido  mi pregunta -por la forma que lo decía, sabía que sonreía.
-¿Qué... qué pregunta? -balbuceé.
Ellen se sentó de un brinco y lanzando un chillo, abrazándome con fuerza.
-¡Shht! Vas a despertar a la gente que duerme, bruta!
Lena enseguida imitó a Ellen  y también me abrazó.
-¡Pero que mono! ¿Y tú qué?
Suspiré.
No tenía sentido seguir disimulando la verdad. Una vez que se les metía una idea en la cabeza, no se les quitaba hasta que descubran lo contrario. Eran mis amigas, tenían derecho a saberlo, ¿no? Se lo expliqué todo; desde mi estúpida pregunta a su declaración y mi reacción a ella.
Ellen volvió a abrazarme y pegó un chillo, ahora más emocionada que antes.
-¡Que emoción, Jane! ¿Ves? Te dije que acabaría bien.
No pude evitar sonreír con su reacción. Lena no gritaba ni me abrazaba más, simplemente sonreía de oreja a oreja, mirándome como si estuviera orgullosa de mí.
-No es ninguna sorpresa, podía ver cómo vuestros ojos daban luz cuando os mirabais. Además, todos nos lo esperábamos.
-¿Todos? ¿Hasta Yina?
-Hasta Yina.
-Vaya...
Después, Lena y Ellen se dirigieron una mirada cómplice, se levantaron las dos de un brinco y me agarraron de los brazos, comenzaron a arrastrarme.
-Eh, ¿chicas? -dije, intentando soltarme de sus manos, pero me sujetaban con demasiada fuerza-, ¡Estaros quietas!
-Es la regla, Jane. ¡La que se enamora....!
-¡...va al agua! -termina la frase  Lena.
-¿Qué? ¡Pero sí..!
Antes de que pudiera hacer algo, ya me vi en el agua. Aunque no tenía planeado bañarme ahora, el resultado era bastante favorecedor.
Cuando salí, las encontré a ambas muertas de risa, casi tiradas por los suelos, y con los brazos cruzados sobre el vientre.
-¡Os vais a cagar las dos! -las amenacé, saliendo del agua-, no sé ni por qué me he molestado en traerme el bañador, si total casi ni lo he usado.
Consigo distraerlas un poco con mi afirmación, así que cuando estoy fuera por completo, me acerqué rápido a Ellen y le dí un fuerte abrazo, así que quedó casi tan mojada como yo. Soltó un grito ahogado cuando le rozó la piel con la tela mojada.
-¡Ah! ¡Estas helada! -espetó.
-Exagerada. No está nada fría.
Las dos nos reímos y aparté la mirada, buscando a Lena con los ojos, pero ella ya había desaparecido, huyendo de mí.
-Será guarra. Cuando la pille, se entera -mientras apretaba con fuerza la camiseta. El agua caía con un chorro bastante ancho y cargado. Con suerte, la camiseta era oscura y no se tranparentaba.
Ellen, amable, me tendió su toalla para que me secara, yo la acepté sonriendo. Nos sentamos las dos de nuevo bajo el ardiente sol.
-¿Puedo preguntarte qué es eso de “La que se enamora va al agua”? -le pregunté provocandola.
-No me digas, Jane, que no te acuerdas -sacudí la cabeza, negando, haciendo que Ellen suspirara-, hace dos veranos, cuándo aún íbamos con Mara, fue la primera vez que tuve un novio en serio. Y, ese día, en la piscina pública, os lo conté a las dos. Y vosotras dos estabais muy sensibles con ese tema y empezasteis a picarme y a hacer bromas y tu te inventaste esa frase. Las dos me tirasteis al agua riendo.

Mara era una chica de mi edad que conocimos Ellen y yo en mismo año que llegué a Inglaterra. La conocimos gracias a que su madre era amiga íntima de mi padre cuando eran adolescentes, hasta en algún momento hubo algo más que amistad entre ellos. Pero luego mi padre tubo que ir a España por el trabajo que le acababan de agenciar. Allí conoció a mi madre, por lo que, con los años, su amistad fue disminuyendo hasta no quedar casi ni rastro. Hace exactamente dos años, que, mi madre y la madre de Mara, Delia, se encontraron por casualidad en un bar cercano a casa. Mi madre se vio obligada a invitarla a casa al día siguiente para enseñársela, ya que nos acababamos de mudar, y , así ponerse de nuevo al día. Delia decidió  traerse a su hija de 14 años, la misma edad que tenía yo entonces, además, no tenía nada mejor que hacer con ella.
Nosotras dos conectamos desde el primer momento en que empezamos a hablar; descubrí que su cumpleaños era unos días después del mío; teníamos los mismos gustos musicales; la misma talla de ropa y que sólo vivía a unas calles de distancia.
Enseguida Ellen y yo nos sentimos muy unidas a ella, era muy dulce y tímida y muy modesta. Bailaba como nadie que yo conocía, pero cada vez que se lo decíamos, ella se sonrojaba y lo mentía. Tenía una mirada muy expresiva con esos ojos tan grandes y verdes como los campos en primavera.
Un día llegó a mi casa llorosa, en pleno invierno, mientras que las calles heladas mantenían alejadas y escondidas a la gente en sus casas calientes. Pero a ella no pareció importarle, llegó a mi casa completamente sola, andando desde su casa hasta la mía. Sin dudarlo ni un instante, la obligué a entrar para poder coger calor de nuevo. Pero no era eso lo que la preocupaba. Después de prepararle un chocolate bien caliente, ella me contó qué le sucedía; se mudaba a Mánchester.
Estaba fustrada y muy disgustada con su madre. Ella era testigo de que Mara nunca tubo demasiadas amigas en su escuela y que nosotras dos éramos como un regalo del cielo para su hija. Pero Delia era madre soltera y estaba en el paro, y en Mánchester le habían ofrecido una oferta de trabajo muy interesante para ella. No se lo pensó más e hizo las maletas. Esa fue la última vez que la ví.
-Es verdad -dije al fin, recordando aquel primer verano a su lado.

23~


Capítulo 23:
{Narra Jane}
Miré sorprendida
-¿A Canadá?
-Le han ofrecido una beca en una universidad.
-Pero, ¿en Canadá? ¡Está a al otro lado del mundo!
-Lo sé.
-¿Y cómo la ha conseguido?
-Parece que la madre de Yina está ahora en Canadá y la ha conseguido, ya sabes que ella tiene mucho dinero y éxito. Supongo que quería que su hija tuviera una buena educación.
-Eso puedo entenderlo, pero también hay muy buenas universidades en Inglaterra, no hace falta que se valla tan lejos...
-Eso mismo le he dicho yo, pero también hay que entender que es una de las mejores universidades de Canadá. Es una decisión muy dificil para ella y es normal que este algo molesta y sensible.. a todo..
-¡Jane! -gritó Jess.
Me di la vuelta.
Estaba junto a Lena y Ellen y las tres me hacían señas para que me acercara. Suspiré.
-Joder-murmuré-, ya vuelvo.
Los dos nos sonreímos.
Con los pies pesados y casi sin ganas, me deslicé por la hierba ya seca de la noche anterior, hasta llegar a un pequeño cerezo joven, algo más alto que mis tres amigas, que estaban debajo de él, mirándome insinuantes y con una sonrisa amplia en cada una de sus caras.
-Sentimos interrumpir, eh -Ellen me guiñó un ojo, señalando a Harry con el mentón.
-Ya....-murmuré -, no importa.
Ellen dirigió una mirada a Jess, sonriendo.
Jess carraspeó y sacó una caja de madera dorada de debajo de la mesa. En la tapa de esta, ponía Jane en letra negra cursiva. Me la tendió sonriendo, tímida.
-¿Para mí?
-No, para mi tía la del pueblo, ¿te he contado ya que también se llama Jane? Tiene 5 gatos, qué sola está la pobre mujer... -Ellen sonrió.
-Tú y tu sarcasmo -le devolví la sonrisa.
Con cuidado, cogí la caja dorada y la observé bien.
-¿Quien la ha pintado?
Todas miraron a Jess.
-Las tres -concluyó esta.
-Es mentira, ella lo ha hecho casi todo, ella nos decía lo que teníamos que hacer – Lena la miró.
-Yo solo he puesto el nombre, lo demás...
-Que si que si, venga, ábrelo.
Abrí la caja despacio. Dentro de ella, había un sobre color salmón y, al lado de este, un paquete de color plata. Alargué el brazo y cogí el sobre.
-No no, primero el paquete.
Fruncí el ceño, confundida, con una pequeña sonrisa. Solté el sobre y, dejando la caja en la mesa cercana, saqué el paquete casi desconfiada. Cuidadosa de no romper demasiado el papel, desenvolví el regalo y saqué el contenido.
 Era un libro. Un libro que no conocía. “Tu mi pesadilla” de Natalia Hatt.
-¿Eh? Está en español.
Las tres aumentaron aún más su sonrisa y Lena me entregó el sobre. Más desconcentrada, saqué un folio doblado del mismo color salmón. Comencé a leer:


“¡Felicidades, Jane!
Queríamos agradecerte las tres (Yina la no-me-toques-los-huevos-si-digo-que-no, claramente, no quiso colaborar) por ser tan mona y agradable con nosotras y ser tan jodidamente e intentendiblemente paciente y agradable con nosotras, y por eso vamos a hacer este día más especial de que ya lo era antes, ¡que ya son 16 años! Por  fin tendremos una mejor escusa para convencer a tu madre para salir con nosotras por la noche (la madre de Jess, será algo más difícil).
Bueno, y en relación con el libro, la razón es muy fácil, a ti te gusta mucho leer y tal vez, podríamos mejorar tu español, ¿y qué mejor manera que leyendo? Es un libro que se acaba de publicar, es bastante facil de entender (o eso dice Jess) y, si no entiendes algo, preguntas y ¡listo!
Otra vez, muchísimas felicidades y haz que este día sea algo más que un cumpleaños, si no el comienzo de algo (ya sabes a quién nos referimos, o a qué, si lo prefieres) ¡Disfrútalo! Espero que sepas que te queremos y que no te cambiaríamos por nada ¡gracias por todo!
Te queremos!
Lena, Jess & Ellen.
                           Xxxx    (30/07/2010)


Le miré a las tres, que me prestaban atención. Me lancé a las tres, abrazándolas.
-¡¿Por qué sois tan monas conmigo?! No me lo merezco -dije con los ojos llorosos y aún abrazándolas.
-Pues claro que no te lo mereces, pero nos dabas tanta pena.. -Lena me guiñó un ojo.
-Jo, me siento fatal, en serio.
-¿Mal? ¿Mal, por qué? Queríamos demostrar que te queremos y esta es nuestra forma de hacerlo.
-Muchísimas gracias, en serio. Jess, te vas a cagar en tu cumpleaños.
-Me lo esperaba. Nada demasiado caro, eh -bromeó.
-Ala, trae esto aquí. Yo lo guardo -dijo Ellen, cogiendo el folio y metiéndolo en el sobre de nuevo-, tú vuelve con tu Romeo.
Sonreí.
-Está bien, pero nada más de regalos. No hacía falta que me regalarais nada.
-¡A callar! Vuelve y disfruta mucho.
-¿Cuántas veces me habrán dicho eso hoy? Bf, he perdido la cuenta.
-¡Sht!
-Por cierto, ¿habéis visto a Yina?
-Tu ni caso a lo que haga esa. Creo que ya os han interrumpido bastante por hoy, ¿no? ¡Pues ala!
-¡Pero me preocupo!
-¡Pues no te preocupes tanto! Ya te ha jodido bastante.
Sonreí de nuevo, satisfecha de haberla hecho rabiar, aunque solo sea bromeando. Les di un último abrazo y, con pasos suaves y lentos, tranquila, avancé hasta la mesa de Zayn, con su ordenador portátil, que hablaba con Harry y Yina a su lado, con los brazos cruzados y el ceño más bien fruncido. Suspirando, seguí caminando hacia ellos. Noté como Yina se incomodaba con mi llegada.
-Ya estoy aquí -sonreí, intentando disimularlo.
Yina esbozó una mueca parecida o intencionando una sonrisa.
-Ah, mírala, ya me estaba asustando -espetó.
-¿Asustando? -pregunté sorpendida.
-Tenía miedo de pillarte otra vez con otro.
-¿Eh? ¿Con otro? ¿Que estas diciendo, Yina? -dije lo más tranquila posible.
-¿Qué te crees? Ya he visto cómo te revolcabas con Liam -arqueó las cejas.
-¿Qué? ¿Cuándo?
-Antes, después de comer, a la tarde.
-Ah, eso sólo era un abrazo.
-¡Por favor! Pues qué bien que le agarrabas.
Apreté los puños, respirando hondo, intentando tranquilizarme.
-Estábamos jugando al ajedrez y le gané, y le di un abrazo. Eso es lo que ha pasado. No sé lo que habrás visto tú.
-¿Qué insinúas? ¿Que me lo he inventado? -levantó el tono-, simplemente estoy avisando a Harry en qué se está metiendo. Literalmente.
-Yina, ¿se puede saber qué te he hecho yo para que me amenaces de esta forma? Siempre intento ser lo más amable contigo y ahora me vienes con esto.
-Mira, Jane, yo no tengo nada en contra de ti, simplemente no me gustas para Harry.
Justo cuando iba reaccionar, el me agarró la mano con ternura, me miró comprensivo, casi sonriendo levemente. Entonces intervino:
-Alto, alto -miró a Yina-, ¿desde cuando tu decides con quién salgo o con quien no? Lo siento Yina, pero esto es algo en lo que realmente no puedes meterte y menos decirle estas cosas. Entiendo que estés algo picarosa y molesta, pero no tienes por qué descargar tu ira ni sobre ella ni sobre nadie.
-Pero..
-Si vas a decir algo negativo, por favor, cállate.
Yina apartó la mirada, indiferente. O eso me pareció a mi. Harry rodeó los ojos y apretó mi mano. Tiró de ella y los dos salimos de ahí, con su mano en mi cintura.
-Gracias por tener tanta paciencia -me susurró al oído.
Le sonreí.
-Estoy algo acostumbrada.
-Simplemente, ignorala, si le haces demasiado caso puede llegar a tomárselo en serio. O incluso herirte más de lo que ella desea.
Suspiré.
-Lo intentaré ignorar.
Ambos sonreímos. Se acercó y me besó la mejilla, ahora sonrojada.
-Ven, te voy a enseñar una cosa -me dijo, cogiéndome de nuevo la mano.
-Uuhh -sonreí intrugada.
Me dejé guiar por él, siguiendo sus pasos. Avanzamos por el jardín, hasta llegar a la otra punta de él. Llegamos a una barrera de árboles y arbustos de todo tipo. Entre ellos, comenzaba un estrecho camino poco definido. Sin decir palabra y con las manos unidas, seguimos el camino, yo contemplando el paisaje a oscuras, sin apenas luz, sólo la luz de la luna llena nos guiaba. Bajo nuestros pies crujían  hojas secas del pasado otoño y alguna que otra piedra en el camino, frutas, flores se visualizaban con dificultad en las copas de los altos árboles, llenos de hojas frondosos. El camino cada vez de hacía más ancho, por lo que caminábamos al lado del otro. Oía el río a nuestro lado, chocando con calma con cada piedra que se interponía en su camino. Traía una gran sensación de tranquilidad y calma. No caía demasiada agua, pero la suficiente para escucharla, lo normal en verano. Llegamos a un claro, en donde los árboles hacían un precioso circulo perfecto, en lo alto la hermosa y grande luna llena, el suelo amantado con hierba fina y verde. El río también estaba presente, formando una pequeña cascada en donde comenzaba a ser presente en el lugar. Al rededor de él, habían piedras de todos los tamaños y formas, blancas a mi vista. Con más luz de la que había antes, haciendo que el agua en movimiento  brillara y el ruido pareciera insignificante. El sitio estaba cubierto por esa luz plateada de la luna, haciéndolo más bonito que lo era anteriormente.
Me quedé quieta, paralizada, asombrada por la belleza del lugar, casi abrumada, observando cada rincón con cautela.
-¡Ala!
-¿Te gusta?
-¡Me encanta!
-Me alegro que te guste -sonrió.
Me mordí el labio, avanzando hasta el río y observando el agua.
-Es precioso, ¿por qué me has traído aquí?
-Quería enseñártelo -dijo abrazándome por detrás, con su barbilla apoyada suavemente sobre mi hombro y las manos sobre mi vientre. -La primera vez que vine aquí tenía 7 años, mis padres se acababan de divorciar. Estaba enfadado y no sabía por qué. Era raro ya no ver a mis padres juntos y no se me metía en la cabeza. Ahora vengo cada vez que quiero estar solo. Ni siquiera Yina sabe que existe, igual que mi madre.
-Awww, ¿y me lo enseñas a mí?
-Te o enseño a ti por que eres especial, muy especial en comparación con las otras chicas que conozco. No te importa lo que la gente piensa de ti, tienes tu propio estilo, no te maquillas con una caja entera de maquillaje, te da igual si la ropa es de marca o no. Por eso me encantas tanto -me miró y sonrió.
Con la luz de la luna sus ojos brillaban, parecían más verdes de lo normal. Su pelo también brillaba, con los rizos bañados en la luz. Me mordí el labio antes de besarle.

Nos tumbamos en la hierba, observando las estrellas. Pequeñas y brillantes, adornando el cielo negro, iluminándolo, algunas más que otras. El hablaba, enseñándome las estrellas más brillantes que pudiera haber visto hasta ahora, algunas constelaciones, no demasiadas, el trozo de cielo no era lo suficientemente grande como para ver muchas o incluso enteras del todo, pero sí lo suficientemente pequeño para ver lo que necesitábamos ver. Yo estaba callada, escuchando sus historias, sonriendo cada vez que me miraba. Pasaba el tiempo, los minutos, las horas incluso. No sabía qué hora era y, realmente, no me importaba. A su lado todo pasaba más rápido, me sentía libre, no me sentía encerrada ni presionada como con Dan.
“¿Dan? ¡Es mi cumpleaños!” pensé “No voy a dejar que ese me arruine el día. Como muchos me han dicho, tengo que disfrutar. ¡Y eso es justo lo que voy a hacer!” sonreí con ese pensamiento.
Harry ladeó la cabeza y me miró directamente a los ojos, como hacía siempre.
-¿Te he dicho ya que tienes unos ojos preciosos? -preguntó, acariciándome la mejilla.
Me sonrojé.
-No, no me lo has dicho.
-Qué raro, por que tienes unos ojos realmente bonitos -sonrió.
-La verdad es que no me lo ha dicho nadie hasta ahora.
-¿No? Eso es que no se han fijado lo bastante en ti.
Me mordí el labio. Me derretía por dentro. No sabía cómo reaccionar, qué decir ni qué hacer, jamás me habían dicho cosas tan bonitas y con tanta dulzura antes.
Era la primera vez que me sentía especial al lado de un chico. El hacía sentirme especial y sabía muy bien cómo. El me valoraba, entendía y, en las ocasiones dadas, me escuchaba.
Por eso me gustaba tanto.
No había duda que me gustaba y cada vez más y más. Pero aún tenía esa duda en la cabeza. ¿Me había enamorado o no? Por una parte no me importaba en absoluto volver a enamorarme. Como había dicho Ellen, no importaba el pasado ni el futuro; el presente se valora. Gustarse el uno del otro. Eso es lo que realmente importa. Y estaba completamente de acuerdo con ella.
Pero, por otra parte, me daba miedo volver a enamorarme. La última vez -y, básicamente, la primera- que lo hice no salió nada bien. Realmente pensaba que ese era el chico. El chico que de verdad me quería y que jamás me podía hacer daño y mira cómo finalizó. Tenía miedo que se volvería a repetir. Dan no era ni la mitad de encantador que lo era Harry, pero aún así me enamoré como una estúpida de él. A veces me pregunto si lo había planeado todo; enamorarme y luego aplastarme como a una vulnerable mosca en una mesa de madera llena de exquisita comida. Confiaba en Harry. Lo suficiente. Pero para mí, demasiado rápido para saberlo aún.
¿Cuánto tiempo nos conocíamos? Era marzo cuando se dejó el móvil en el autobús. Ya era casi agosto. 6 meses. Ni un año. Definitivamente, demasiado pronto para saberlo.
Aún así, sentía “mariposas” en el estómago cada vez que decía mi nombre, me miraba o me acariciaba. Y se transformaban es feroces abejas asesinas que quieren salir desesperadamente al exterior pinchándome con las afiladas agujas que tenían en el trasero cuando me besaba de esa forma. No sabría cómo llamarlo. No enamorada, si no, un nivel más bajo, pero sí a punto de subir al siguiente nivel, y yo no podía hacer nada al respecto. Simplemente subía y no había manera para poder detenerlo. ¿Era “poder” la palabra adecuada? ¿O simplemente no quería detenerlo?
Me encantaba esa sensación de las abejas pinchándome la barriga. Hasta me las había imaginado rosas y con corazones, sonrientes, pero aún así queriéndome hacer daño y diciendome “¡Deja ya las malditas dudas! Corre y ¡lánzate!”
Estúpidas abejas, ¿qué sabrían ellas? ¡Ni siquiera eran reales!
También era cierto que en estos meses nos habíamos llevado de maravilla, la primera noche, cuando conocí su nombre, fue como si nos conociéramos de toda la vida, me sentía a gusto a su lado. Habían pasado incidentes de todo tipo el tiempo que lo conozco, como cuando tuve que esconderme de las preguntas de Ellen en el Starbucks, el alcohol que me había hechado descaradamente Yina, aunque seguía teniendo esperanzas de que no había pasado nada aquella noche, pese a que ambos estábamos medio desnudos. Los múltiples interrupciones recibidas en toda la semana, aunque, pasa ser sincera, prefería el beso bajo la lluvia que en el frigorífico de su cocina. De todos modos, me sentía feliz, feliz de estar a su lado, solos, disfrutando de la noche.
Harry soltó con suavidad mi mano, rompiendo en añicos todos mis pensamientos. Se levantó y yo me senté en la suave hierba, mirándole.
-¿A dónde vas? -dije conforme me tendía la mano.
Le cogí la mano y me puso de pie a su lado.
-Tengo una idea -me dijo, guiñándome un ojo, se quitó el polo azul turquesa de manga corta y la dejaba en el suelo.
-¿Qué haces? -pregunté divertida, confusa.
-Tenías calor, ¿no?
Asentí, no muy segura y con el ceño fruncido, sonriendo levemente.
-Pues vamos al agua.
-¿Al agua? ¿Te has vuelto loco? ¡Son la 1 de la madrugada! Nos cogeremos una pulmonía.
-¿Y? ¡Hace calor! ¿Cuántas noches como esta vamos a poder disfrutar en el Reino Unido? No muchas.
-En eso tienes razón, pero el agua tiene que estar helada.
-Lo estará, sin duda. Pero mucho mejor, ya verás qué bien duermes -me tendió la mano, en boxers negros.
Me hizo recordar al vampiro de Crepúsculo con la piel blanca con la luz de la luna, casi brillaba.
No pude evitar sonreír.
-Está bien -le cogí la mano nuevamente, sonriéndole.
El me devolvió el gesto.
Aferrada a su mano, caminamos hacia el agua, que brillaba cada vez más con nuestra llegada, y también más ruidosa y bonita. Me encantaba este lugar, tan mágico. Que sólo nosotros dos conocíamos. Detalle que lo hacía más mágico aún.
El contacto del agua con nuestros pies era heladora, pero a la vez muy satisfactoria. Estaba helada, pero con el tiempo, la piel se acostumbraba al frío y realmente te calmaba. Nunca había hecho tanto calor en Inglaterra.
-Cuidado, delante de la cascada hay un pozo bastante hondo. -me avisó.
Y acto seguido, dio dos pasos en el agua y se tiró al agua de cabeza. Justo en el sitio que había indicado.
-¡Estas loco! -grité, para que pudiera oírme.
-Vamos, ven.
Me mordí el labio de nuevo. Me decidí, agarré la punta del vestido negro y me lo quité, quedando en ropa interior negra también y lancé la prenda hacia la hierba. Avancé con cuidado hacia ahí, las piedras resbalaban y estaba descalza. Me senté el una piedra, con las piernas dentro del pozo.
-Bff, está helada.
Harry nadó hasta mí y puso las manos en mis rodillas.
-No está tan fría, mira -puso una mano en mi vientre.
Enseguida me estremecí y me eché hacia atrás, lanzando un pequeño grito ahogado.
Harry rió de nievo con mi reacción, retirando la mano y poniéndola de nuevo sobre mi rodilla.
Le salpiqué con la mano.
-Vamos, venga, métete.
-Eso intento, las piedras me pinchan el trasero.
Nuevas risas, ésta vez más suaves.
-Ven, yo te ayudo -puso sus manos en mis costados para bajarme al agua con él, apoyé las manos en sus hombros, lanzando algunos gemidos por la temperatura del agua y de sus manos.
Ya estaba en el agua, con mis piernas enrolladas en su cintura y mis brazos sobre su cuello.
-Está. Helada. ¿Ya haces pie? -pregunté mirándole.
-No -dijo tranquilo, cubierto de agua hasta los hombros. Lancé un pequeño chillido, angustiada, haciendo que Harry riera de nuevo.
-Tranquila, puedo.
-¿No peso mucho?
-Para nada, y menos debajo del agua. Te suelto, ¿de acuerdo?
-Claro -sonreí
El calor que desprendía se desvanecía conforme me soltaba con sutileza y cuidado, como hacía siempre. El agua estaba más fría de lo que esperaba. Como acto reflejo, metí la cabeza dentro del agua. Enseguida me arrepentí de ello.
-¡Joder! ¡Qué fría está! -exclamé al salir.
-Al final te acostumbras. Mira, hagamos una cosa -me dijo, cogiéndome la mano-, vamos a bucear. Con un poco de suerte vemos algún pez.
-¿A bucear?
-Sí, abre los ojos, No de dolerá, créeme.
Torcí el labio. Dudaba seriamente que podríamos ver algo, estaba oscura y bajo nosotros solo veía negro. Pero la tentación de aventura era grande y difícil de ignorar. Siempre había querido hacer cosas nuevas, y este podría ser un buen comienzo de abandonar mi vieja y aburrida vieja, aunque sólo sea bucear en un río.
Le sonreí, en signo de afirmación.
Sin más espera, respiro hondo y ambos nos sumergimos en el agua, yo, primero, con los ojos bien apretados y cerrados. Al acto los abrí, parpadeé varias veces para ver lo más claro posible.
La belleza no podía ser mayor, estaba oscuro, sí, pero eso sólo ayudaba a aumentar la belleza. Las piedras depositadas en el fondo del río eran grises oscuras, pero se distinguían perfectamente unas de otras, la mayoría eran grandes y de formas redondeadas. Líneas blancas se ondulaban y movían a causa de la luna y el agua.
Me impulsé con el pie contra las rocas y subí a la superficie. Harry me imitó.
-¡Es precioso!
-Sabía que te gustaría -sonrió-, sígueme.
Volvimos a entrar en el agua. Harry tiraba suave de mi mano mientras buceábamos.
Nunca fui buena nadadora, sólo lo básico y lo necesario; la piscina y el lago del valle de mi pueblo en España, pero nada más. El pozo era profundo, pero no demasiado, era irregular, con zonas más profundas, y otras menos. La verdad es que no me importaba, él estaba ahí y me sentía protegida, pero me empezaba a faltar el aire.
Por suerte, sentí cómo tiraba de mi mano hacia arriba. Sin duda lo seguí a la superficie y, simplemente, me quedé sin palabras.
Estábamos dentro de la cascada. Tenía forma de cueva, con las piedras negras y brillantes en el techo y la única pared curvada. En frente,caía el agua ruidosa pero tranquilizante a la vez. La luna se reflejaba en el agua fuera, haciendo que su reflejo se proyectara en las rocas de la cueva, haciendo que brillaran todavía más.
-Madre mía -susurré.
Por mi grata sorpresa, Harry besó dulcemente mi mejilla.
Dentro de la cascada el agua cubría mucho menos, por lo que podíamos sentarnos en las piedras y el agua seguía cubriendo por debajo del pecho.
No sabía cómo reaccionar, ¿cuánto más me podía sorprender esa noche? Primero; el sirio tan maravilloso en el que nos tumbamos más de dos horas que sólo conocíamos los dos. Segundo; Sus inolvidables historias y lo tierno que era conmigo. Y ahora esto.
Estaba abrumada.
-¿Hay algo más que quieras enseñarme, que te deje completamente sin respiración, Styles? -dije cariñosa, arrimada a él.
Pasó su brazo por mis hombros y me sonrió-
-Quería demostrarte lo especial que eres. Ya sé que te lo he dicho las veces suficientes, pero con un hecho es más creíble, ¿no crees?
-Creo que no me merezco todo lo que haces por mí y..
-Eh -me interrumpió, apartando un mechón de mi cara con ternura-, si no te lo merecieras, no te lo enseñaría, no te hubiera traído aquí. Tengo muchas razones por la que he querido enseñarte esto.
Me mordí el labio.
-¿Puedo saber las razones? -dije con un hilo de vos, mirándole a los ojos.
Antes de responder, juntó sus labios con los míos, correspondiendo un beso tierno, dulce, con sus labios fríos y suaves.
-Creo que me estoy enamorando de ti, Jane.

22~


Capítulo 22:
{Narra Jane}
-¿Interrumpo algo?
Miré al suelo, mientras Harry carraspeaba también.
-Emm.. dime Yina
-¿Podemos estar solos? -preguntó Yina mirándome.
-Claaro, ya me voy... Tss... -resoplé.
Sin ganas, esquivé a Yina y bajé lentamente las escaleras. Con el ceño fruncido, atrevsé el salón hasta llegar a la cocina, en donde, no pude ver muy bien quién estaba, ya que Ellen me cogió de la muñeca nada más entrar y me sacó de ella.
-¡Ala! ¿Estás loca?
-¿Quééé taal? -dijo con los ojos brillando.
-Awww, es tan mono. Pero ha venido Yina y...
-¿En serio? ¡Que pesada es! ¿Y qué coño quería?
-Ni idea, quería hablar a solas con él.
-Buah, cuando le vea le pego..
-Parecía bastante importante, no parecía muy.... contenta que digamos..
-Tsss, importante... ¿Más importante que lo vuestro? Joder, conociéndola, a lo mejor se le ha perdido la tuerca de su pendiente amarillo fosforito. ¡Deja de ser tan blanda, Jane! A tí te gusta Harry, ¿no?
Suspiré y me dejé caer en una silla cercana, mirando al vacío y pensando. Ellen frunción el ceño y se sentó en el suelo en frente mía.
-¿Qué pasa?
-Es verdad que me gusta, y mucho, pero es un buen amigo y lo último que quiero es perder su amistad.
Ellen relajó los hombros y arqueó las cejas.
-¿En serio, Jane? -soltó un resoplido- Si ese es el problema, cariño, y no te me ofendas, eres absurda.
-¿Absurda, por qué? ¡Es una razón bastante seria!
-Mira, del 100% de las amistades entre los sexos opuestos, un 90% de uno de ellos siente algo por el otro, a veces es correspondido, a veces no. ¡Mírame a mí! E estado con muchos y seguimos siendo muy amigos.
-Claro, tu has estado con casi todos de la cuadrilla, no tienes casi otra opción.
-¡No he estado con todos!
-¿No? Dime con quien no.
-A ver, Tom, James, Jhon... y Ethan -dijo contando con los dedos.
-¡Con Ethan sí!
-¿Si?¿Cuándo?
-Una noche entera después de aquella fiesta del cumpleaños de Mara, además, al lado de mi habitación. Qué mal dormí esa noche.
-Es verdad. ¡Pero es igual! No estamos hablando de mí, si no de ti. Y puedes tener todas las dudas que quieras, pero una cosa te voy a decir, no importa el pasado o el futuro, sólo el presente, si ambos os gustáis, que es el caso, ¡adelante! Ya veréis que pasará más terde, siempre podéis seguir siendo amigos más tarde, pero lo importante es gustarse y punto. Y, esto puede sonar muy cursi y todo lo que quieras, pero haz lo que te dice tu corazón, él sabrá lo que realmente tienes que hacer. Créeme.
Puse los ojos en blanco.
-¿Y bien?
-¿Qué?
-¿Qué te dice?
-¡No es asunto tuyo!
Se levantó de un brico con una gran sonrisa dibujada, me abrazó con fuerza.
-¡Que mona, Jane! Otra cosa te voy a decir, -me miró, cogiéndome de los hombros-  no dejes que Yina se interponga en tu camino -guiñándome un ojo, me soltó y volvió a entrar en la cocina.

      ~

-¡No pienso salir con esto puesto!
-¿Por qué no? ¡Estás sexy!
-¡Parezco una puerta con tanto maquillaje!
-¿Una puerta?
-¡Si sólo llevas un poco de rímel!
-¡Por eso! Yo no suelo llevar nada..
Ellen suspiró.
-Está bien, ya te lo quito. Pero el vestido te lo quedas puesto, que estas monísima.
-¡Pero me pongo las sandalias planas!
-¡Ni de coña!
-¡Yo no sé andar con esto puesto!
-¿Cómo que no? ¡Si son cuñas! ¡Y nada de altas! Te las quedas puestas y punto.
Suspiré también.
-¡Vale! Y no me pegues...
-Estate contenta que te quite el rímel. ¡Cierra los ojos!
Haciéndo caso a las constantes órdenes de Ellen, cerré los ojos de inmediato, con otro leve suspiro.
Y luego dicen que la pensada soy yo, pensé.
-¡Jane! Te ha subido el número de followers en twitter.
-¿Qué? ¿Cómo sabes eso?
-Por que lo veo en tu móvil.
-¡Lena! ¡Dame mi móvil! -estiré el brazo, aún con los ojos cerrados y sintiendo cómo Ellen pasaba un pequeño paño húmedo por mis párpados.
Resoplando, Lena colocó bruscamente el teléfono en mi mano tendida.
-Gracias.
-Vale, he quitado todo lo que he podido.
Abrí los ojos despacio.
-El pelo me lo dejarás suelto, ¿no?
-Sí, sí, tranquila. A ti te favorece más el pelo suelto -me sonrió.
-Uuf! Menos mal, pensaba que estabas enfadadas o algo -Lena se levantó.
-Ellas se hablan así, ¿no lo sabías? -Jess rió bajito.
-Jane, levántate.
Y, haciendo caso a Ellen, me levanté de la silla plegable de madera  y me miré al espejo de enfrente en la pared. Llevaba un vestido negro de finos tirantes negros y algo más corto de las rodillas, ajustado por la parte del pecho y suelto a partir de las caderas.
-A propósito, ¿y Yina? -preguntó Lena.
-Está abajo con Zayn preparándo la música, o eso me dijo ella.
-¿No está muy rara últimamente? Quiero decir, ayer estába más animada. ¡Quieta Jane!
-Pero, ¿qué haces?
-Nada, cinco turabuzones, así estas más sexy.
Resoplé.
-¿Y? No es nada formal la "fiesta"
-¡Calla! ¡Coño, Jane! ¡Quieta!
-No demasiado, eh.
-Tranquila. ¡Lista! Ya podemos bajar.
-Un segundo, voy a ser la única con un estúpido vestido?
-Claro que no, pero sí llevarás el más bonito. Así debe ser. -Ellen se dio la vuelta y abrió el armariode detrás suya, sacó  una pantaloneta roja y una camiseta ancha negra, junto con unas cuñas parecidas a las mías. - ¿Ves? Ni parecido.
-¿Eso te vas a poner? ¡Que morro!
-¡Nada! Tu vas a estar mucho mejor.
-Además, voy casi como tu -me dijo Jess, poniéndose a mi lado-, sólo que mi camiseta es blanca y algo más corta.
-Ya lo sé, pero tu al menos llevas pantaloneta, yo no llevo nada de...
-¡Deja ya de quejarte! Ir bajando que ya son las 10.
-¡Qué vergüenza!
Jess me cogió de la mano y Lena andaba a mi lado mientras salíamos de la habitación.
-Jane, talón, punta, talón, punta..
-Ya ya, eso intento. Ahora, no sé cómo demonios bailaré con esto si ni siquiera puedo andar -dije mirándo al suelo y agarrandome fuerte a la mano de Jess.
-Tu ve natural, como su fueras descalza. ¿Ves? ¡Súper sexy!
-Ahora bajo -Ellen cerró la puerta.
Las tres bajamos las escaleras, esta vez  tuve que agarrarme al barandado de las escaleras  y actuar lo más normal posible y  a la vez, no caerme por ellas. Una vez abajo, la música ya se podía escuchar.
Estaba nerviosa. Muy nerviosa.
Aún agarrada de la mano de Jess, salimos al jardín. No había apenas luz, pero la suficientes para ver. Todo el jardín estaba adornado con pequeñas lucecitas en casa rincón oscuro de él. También la luna ayudaba a la vista, todo el jardín estaba bañado en la luz plateada de ella, dándo una sensación muy cálida.  Era agradable. Acogedor. Abierto y a la vez privado. Era simple, pero perfecto.
Con los ojos ya acostumbrados a la oscuridad, avanzamos las tres en silencio hacia la pequeña mesa en la que Zayn estaba instalado, con una pequeña lámpara propia para poder ver. Louis estaba con él.
-¿Te ha dejado Harry el ordenador? -preguntó Lena
Zayn levantó la mirada y sonrió al vernos.
-No, lo traje yo, así, de casualidad.
Pasó la mirada por las tres, deteniéndose por un segundo en Jess, que ámbos sonrieron tímidos y después trasladó la mirada hacia mí.
-Jane, que guapa -dijo tímido.
Me sonrojé, también tímida.
-Gracias -sonreí.

       ~

-Jane, te lo digo una última vez, ¡ponte los tacones! ¡Ya!
-¡Pero me duelen los pies! Además, bailar, en la hierba y con tacones, pf.
Harry rió a lo lejos, divertido con la situación.
-¡Venga! -Ellen señaló los zapatos puestos a un lado, mirándome severa y, a la vez, conteniéndose la risa.
-¡Vale! -resoplé, andando hasta la ventana con mis sandalias planas.
Agarré los zapatos negros de tacón y, con ellos en la mano, volví a donde estaba ella, con los brazos cruzados y una ceja alzada.
-Toma -se los tendí.
-¿No te los pones?
-Pues no. Y me da igual lo que me digas -Ellen cogió los zapatos  con un sonoro resoplido.
-Vale, vale, pero porque es tu cumpleaños, que si no -sonreí.
Me di la vuelta también sonriendo y me dirigí hacia Harry, que me tendía la mano. Se la cogí sonrojándome y me acerqué más a el, cruzando mis manos detrás de su cuello. Me sonrió.
-Dime -dijo.
-Antes, en el pasillo.... -carraspeé nerviosa-, vaya, si puedo saberlo, pero, ¿qué es lo que te ha dicho Yina? -me sonrojé.
-Ah, sí. Bueno, es complicado, y ya sabes cómo es Yina, tan complicada y tan...
-Claro, claro.
-Supongo que la has oído hablar por el teléfono antes, ¿no?
Asentí.
-Una conversación muy larga -murmuré.
-Y muy importante. Pero claro, a veces es tan cabezota que entiende algo totalmente distinto de lo que le digo.
-Me da miedo preguntarlo, pero, ¿qué es eso tan importante?
Harry suspiró.
-Se va a Canadá.