Capítulo 30:
{Narra Jane}
-¿Cómo?
-Lo siento de veras,
pero te recuerdo que puedes escoger.
-Yo también lo siento,
por que no pienso trabajar a su lado.
-Sé que no te llevas bien con él, ¿vale? Pero a lo mejor más tarde hasta os lleváis bien. Recuerda que no te estoy obligando, pero una oferta como esta no te la voy a ofrecer dos veces.
-Sé que no te llevas bien con él, ¿vale? Pero a lo mejor más tarde hasta os lleváis bien. Recuerda que no te estoy obligando, pero una oferta como esta no te la voy a ofrecer dos veces.
Suspirando, me dejé
caer en la silla de enfrente del escritorio en donde Brad estaba
sentado.
-Tú verás lo que
haces, y ya sabes que no solo fue idea mía, te veía tan a gusto con
los niños y al revés. No te puedes ni imaginar las veces que los
niños me preguntaban por ti. Blake mismo me dio la idea.
-Ah, ¿Blake está de
acuerdo con esto? -resoplé-. ¿Y no puede ser Vay en vez de él?
-Lo siento en serio,
pero ya sabes de sobra que ella se encarga de las mañanas y siempre
es más agotador que las noches.
Suspiré de nuevo.
La verdad es que la
oferta no estaba nada mal. En vez de llegar a las 8:30 como de
costumbre los miércoles y los sábados, llegaría todos los días de
la semana excluyendo los domingos a las 7:30 para estar presente y
ayudar a los niños mientras cenaban. Y todo eso por el triple del
precio, es decir, 1.800 libras al final del mes.
¿El inconveniente?
Tendría que trabajar al lado de Blake.
Me froté los ojos.
-Vale, está bien.
Acepto -espeté aún sin creerme lo que estaba diciendo.
Brad esbozó una
sonrisa de oreja a oreja.
-Genial. Mañana a las
7:30, ¿de acuerdo? Ah, espera, se me olvidó darte esto el otro día
-se agachó y sacó una bolsa de papel de los cajones de su
escritorio y me lo entregó.
-¿Qué es? -pregunté,
ojeando el interior.
-Son las camisetas y
las sudaderas que te dije. Dos de cada. Mañana llevas la que
prefieras.
-Vale, genial -ambos
nos levantamos.
Salimos de la cabaña y
nos despedimos el uno del otro.
Al salir sola al
aparcamiento del recinto, un gran autobús amarillo era el único
vehículo grande de él. Los niños que habían pasado aquí una
semana entera se subían a él, unos contentos de haber finalizado
por fin la excursión obligatoria y otros, la mayoría de ellos,
apenados por la misma razón.
-¡Jane! -me saludó
una niña pequeña rubia desde él.
Le saludé de vuelta.
-¡Adiós cariño!
-¡Cuando vuelva me
presentas a ese novio tuyo eeh!
-¡Lo prometido es
deuda!
Me sonrió por última
vez y es subió al autobús la última de sus compañeros.
Rápidamente, se puso en marcha y salió a una velocidad más rápida
de la permitida del aparcamiento.
-No sabía que tenías
novio -me sorprendió Blake a mis espaldas.
Resoplé y, sin
siquiera mirarlo, me puse en marcha hacia mi casa.
-Pues claro que lo
sabías -repliqué.
Con un movimiento ágil,
agarró con suavidad mi muñeca y me dio media vuelta, haciendo que
mi frente se uniera a la suya con delicadeza.
-He oído que vamos a
trabajar juntos -dijo, poniendo esa voz sensual.
-Sí, así que será
mejor que te comportes -sonreí irónica, soltando mi muñeca de un
tirón y sin apartar el rostro del suyo.
Satisfecha, me retiré
y retomé mi marcha.
-Eh, enana, ¿te llevo
a casa?
-No gracias. Voy
andando.
La verdad es que ese
comentario me hizo bastante gracia, pero no se lo dejé ver.
-Como quieras. Pero es
de noche y te pueden violar. Vamos, sube -dijo, dando al botón de
sus llaves, haciendo que las luces del todoterreno parpadearan.
Suspiré.
-Que pesado eres. No
-No te lo repito más
veces, enana. Es peligroso, ¿no te lo ha enseñado su madre? La
noche es peligrosa en ciudades grandes.
-Blake, ¿no entiendes
el inglés? ¡Que no!
-Vale, como prefieras,
pero que sepas que te estaré persiguiendo con el coche hasta que
llegues hasta tu casa. Así que sabré donde vives de todas formas.
Rodeé los ojos.
-Adiós, Blake.
-Vamos, sube.
Hice un gesto con la
mano, despidiéndome.
Escuché como la puerta
se abría y se cerraba y cómo el motor se ponía en marcha.
Enseguida el coche se
puso a mi altura y Blake pitó en mi dirección.
-¿Estás segura? Aquí
no hay farolas.
-Ya veo por dónde voy.
-Anda, sube.
-¿En serio vas a
seguirme hasta mi casa?
-Pues claro. Necesito
hablar.
-Uuh,... Venga, no te
lo crees ni tu.
Paré en seco y me
sorprendí al ver que el coche también lo hacía.
-¿Vas a dejarme en paz
ya o tengo que amenazarte con llamar a la policía?
-Si subes te dejo en
paz la semana entera.
-¿En serio?
Asintió.
Suspiré y resoplé
seguidamente, borrando seguidamente mis pensamientos de duda.
-Olvídalo.
-Lo estoy diciendo en
serio, Jane. Si me pides que me calle lo haré, pero sólo si subes.
-Ala, ¿tan importante
es eso que quieres decirme?
-Depende de cómo lo
mires -se encogió de hombros.
-Vale, está bien. Pero
no creas que esto va a volver a pasar -dije, abriendo la puerta-. Y
haz el favor de conducir como una persona normal.
-Tranquila.
Sabía que tarde o
temprano iba a arrepentirme de esto, pero me permití en dejar el
pensamiento de un lado.
Una vez asegurado que
estaba bien sentada y atada debidamente volvió a poner el coche en
marcha.
El ambiente era tenso,
el rostro de Blake seguía serio, quizá más que antes, con la
mirada fija y concentrada en la carretera. Aparté la mirada hacia mi
regazo, donde yacían mis manos entrelazadas.
-Bueno -carraspeó,
rompiendo el silencio-, dime como se llama ese novio tuyo, ¿o qué?
-¿Era eso lo tan
importante que querías decirme?
-No, era para romper el
hielo.
-Ts -bufé-. No te
interesa como se llama. Cotilla. -miré la ventana.
-Jane, será mejor que
nos llevemos bien si no queremos tener problemas.
-Pues pon un poco de tu
parte. Lo único que has echo esta semana ha sido hacérmela
imposible. Vay está casi tan harta como yo.
-Esa que no se meta.
-¿Que no se meta en
dónde, Blake? Aquí no hay nada.
Se encogió de hombros.
-¿Dónde está tu
casa?
-Déjalo, déjame aquí.
Me he cansado de ti.
-¿Ya? Ah, no. No voy a
dejar que vayas sola.
-Ah, ¿ahora te
preocupas por mí, no?
-¿Cómo que ahora?
-Sí, ahora, porque
cuando me atropellaste no parecías preocupado.
-Eso fue distinto.
-¿Sí? Tss,... para el
coche.
-Jane, yo..
-Para el coche.
-¡No hasta que me
escuches!
-¡Que pares el coche!
-le grité, perdiendo por completo la paciencia.
Parecía que a Blake
tampoco le faltaba mucha.
Cerró los ojos por
unos segundos y respiró hondo.
-Jane, solo te estoy
pidiendo que me escuches.
Después de intentar
varias veces abrir la puerta y descubrir que estaba cerrada, me
crucé de brazos y miré la carretera, frunciendo los labios.
-Te escucho -le gruñí.
Suspiró y me miró
repetidas veces, sin querer distraerse al volante.
-Quería decirte que lo
siento. Siento haber sido tan estúpido. Estaba enfadado y además
llegaba tarde. Y cuando bajé del coche empezaste a gritarme y me
enfadé todavía más. Y toda esta semana he intentado disculparme y
acercarme más a ti, pero tu estabas siempre a la defensiva que no me
diste oportunidad. Sólo pido que me perdones.
Seguía sin decir nada
y con la mirada fija en el asfalto, pero la verdad es que eso jamás
me lo podía haber imaginado. Veía a Blake siempre tan grosero y con
la idea de superioridad que no podía ver su “otro lado”. Se
podía decir que he estado bastante ciega.
El silencio era casi
inevitable, pero este era bastante incómodo.
-Bueno.. di algo..
-murmuró.
-Blake, esto es justo
lo que necesitaba oír -dije con total sinceridad.
En toda la semana
pasada no había recibido ni un solo indicio de cariño, y eso era lo
más parecido, aunque fuera enviada por un completo egocéntrico.
Él sonrió enseñando
sus blancos dientes como de costumbre, pero yo solo curvé un poco el
labio. Rápidamente apartó de nuevo la mirada hacia el volante.
-Tuerce aquí -le
indiqué.
Giró el volante.
Segundos más tarde,
que los pasamos en silencio, aparcó en segunda fila delante de mi
casa. Bajé del coche algo más relajada que cuando me subí a él,
y, por mi sorpresa, vi cómo Blake estaba a mi lado. Yo le lancé una
mirada de duda. Sonrió en respuesta.
-¿No pensarás que te
voy a dejar aquí como un saco con mercancías, verdad? Voy a
acompañarte como la gente con educación.
-Ah, ¿que tienes de
eso? -bromeé.
-Ja, ja -rió
sarcástico, y colocó una mano en mi espalda, dirigiéndome a la
puerta.
Fruncí brevemente el
ceño, pero simplemente ignoré el gesto.
Sintiendo como su
sonrisa le cubría el rostro llegamos a la puerta de madera y me puse
enfrente suya.
-Ven aquí -dijo casi
en un susurro, pasó sus brazos por mi cintura, dándome un abrazo.
Eso ya sí era extraño.
Al despegarse de mi,
aún con una mano en mi cadera, apartó un mechón de delante de mis
ojos y me besó suavemente la mejilla.
-Que descanses
-susurró.
Tragué saliva.
-Si -fue lo único que
conseguí decir.
Con una última
sonrisa, hundió sus manos en los bolsillos y subió al coche.
Entonces me sentí
fatal. Saqué las llaves del bolsillo y, con lágrimas amenazantes,
entré en casa y me dirigí directamente a mi habitación. Enseguida
me arrepentí de ello. Estaba en todos lados, mirándome, sonriendo
con su preciosa sonrisa. Me lancé a la cama, llena de recuerdos.
Suyos. Nuestros. Aún había plumas debajo de la cama. Sus fotos
seguían mirándome, por lo que hundí la cabeza en la almohada,
ocultando cualquier campo de visión.
Esa noche lo eché más
de menos que nunca. A Harry. Necesitaba verle. Abrazarle. Besarle.
Oír su risa y sus bromas estúpidas que tanto que me gustaban.
Esa noche lloré mucho
más que las noches pasadas. Sólo de su nombre conocía mi mente en
esos momentos. Me repetía a mi misma que en unos días podría
volver a verle. Un gran círculo en rojo marcaba el día en el
calendario. Ese viernes.
¿Qué día era hoy?
Cada cinco minutos del día me preguntaba la misma pregunta, solo que
con deseo y esperanza a que fuera distinta a la anterior; martes. Era
martes.
Sólo tres días.
Pero eso no detuvo mi
llanto.
~
{Narra Lena}
23:07
Estará por llegar.
Resoplé.
-Llegan tarde -señaló
mi padre.
-Ojalá se les haya
estrellado el avión -murmuré.
-No vienen en avión
-me corrigió, con la mirada fija en su teléfono móvil.
-¡Pues ojalá hayan
ido en uno! -me crucé de brazos.
-Venga, recoge tu
habitación que van a llegar ya.
-Sí, claro. Él no
tiene nada que buscar ahí, así que así se va a quedar.
Mi madre, pegada a la
ventana como si de una niña pequeña se tratara, pegó un pequeño
chillido y segundos más tarde, el timbre de la puerta sonó.
-Mierda -murmuré.
-Lena, levanta. Vamos a
saludar -dijo mi padre levantandose.
-No quiero. Va a estar
aquí dos semanas. Ya tendré tiempo.
-Lena, ven conmigo.
-¡Que no quiero, coño!
Me dedicó una mirada
asesina, pero yo aparté los ojos y fruncí el ceño.
Suspiró y, sin previo
aviso, agarró mi muñeca y me arrastró hasta la entrada.
Sabía que iba a
meterme en problemas, así que me dejé llevar.
Mi padre sonrió
automáticamente al llegar, me soltó el brazo y saludó a la gente
que había entrado.
Me crucé de brazos
mirando cómo mi padre estrechaba la mano con el hombre que acababa
de entrar y mi madre no paraba de parlotear con la mujer.
-¡Lena, cariño!
-saludó la mujer alta y morena, se acercó a mi y me dio dos besos-.
Mírate, estas preciosa, que grande estas ya -sonrió.
Yo le respondí con una
sonrisa forzada.
-¡Byron! -me
sorprendió el hombre con voz grave, chilló en dirección a la
puerta-. ¡O entras ya o duermes en la calle!
-¡No me agobies eh!
-chilló este de vuelta, que entraba con una maleta enorme por el
umbral de la puerta.
Enseguida aparté la
mirada.
Nunca había sido feo
ni mucho menos, pero el chico que estaba de pie en la entrada, era
realmente guapo; sus grandes ojos color miel estaban medio ocultos
por su pelo oscuro y algo rizado. Tenía la piel tersa y los labios
finos, pero carnosos.
Rodeé los ojos cuando
se sonrió.
-Siento no invitaros a
nada, pero tenemos que salir ya -mi madre juntó las manos.
-Lena, enséñale la
habitación al chico -sonrió mi padre.
-Oh, claro. Arriba
última puerta al fondo -sonreí falsamente, sin dejar de cruzar los
brazos.
Byron, al pasar a mi
lado, me sonrió con picardía, clavando sus ojos en mi, alzando una
ceja. Subió las escaleras.
-Cielo, si hay algún
problema o lo que sea, llámanos. No queremos problemas con nadie,
¿vale?
-Y nada de fiestas eh
-dijo mi padre con cariño, besándome la cabeza.
-¡Adiós Byron!
¡Cuídate!
-¡Adiós! -respondió
brusco desde arriba.
Su madre frunció el
ceño. Parecía muy ofendida.
-Bueno, nos vamos hija.
Cuidate, ¿vale? Te queremos.
-Adiós -dije apenada.
No me importaba en
absoluto que se fueran mis padres por dos semanas enteras. Pero la
cosa cambiaba cuando tenía que transcurrirla con él.
Me dirigieron una
última sonrisa y un beso en el aire y cerraron la puerta detrás
suya.
PEPEPEPEPERO SAKJGHKAJGKA POBRE JAAAAAAANE DDDDDD: ASKJGHKASHGKA No quiero que llore, jo. sakghkjas Byron puede que sea malote pero me gusssshta JAJAJAJJAJAJA. ASKGHKA No sé, me lo imagino y sakghkasj JAJAJA. ¡SIGUIENTE! TE QUIERO<3
ResponderEliminarVale, me encanta, como siempre.... No lo puedo evitar!! Pero me gustaba mas el otro Blake, el capullo, es que soy muy tonta con respecto a eso... jajaja... Bueno que muy ajshkhbkvhs y quiero el siguiente.
ResponderEliminarTe quiero!!!
--Tu pastelera... jaja xd
JE-JE-JE Ahora es mi turno de dejarte un comentario en el blog JE-JE-JE ASDFGHJKL QUÉ CAPÍTULO, QUÉ CAPÍTULO ASDFGHJKL ¿Y tú dices que YO escribo de puta madre? Bitch please, ¿TÚ HAS LEÍDO TU NOVELA? ES PERFECTA ASDFGHJKL Bueno, no soy experta en esto de dejar macro-comentarios como los tuyos pero bueno, SE INTENTA! Lena y Byron, ahí va a ver sersooooo Ocno. Pobre Jade:C ASDFGHJKL Es que la novela es perfecta, que pesá' soy, lo sé. Bueeeeno me voy despidiendo que no tengo mucho tiempo:S RESUMIENDO: TU NOVELA ES PERFECTA, TÚ ERES PERFECTA CARIÑO<3 Att-M Directioner&Narniana.
ResponderEliminar