14~

Capítulo 14:
{Narra Jane}
Las 7:00 a.m
Abrí los ojos segundos antes que la alarma sonara. Vivaz, me incorporé de un brinco y apagué el atronador ruido procedente de mi móvil, encendí la luz y salí rápida de la cama. Canturreando por lo bajo "You belong with me" de Taylor Swift  me acerqué al baño con la ropa bajo el brazo, una pantaloneta vaquera, una camiseta de tirantes blanca , y una sudadera rosa-rojiza de Oxford, con mis habituales converse negras en la mano. Me vestí tranquila, sin prisa, me lavé la cara y me peiné el pelo.
Estaba feliz, por fin el último día de instituto, de secundaria. Sonreí y salí del baño, bajé las escaleras de dos en dos y entré en la cocina.
Por mi sorpresa, mi madre estaba despierta, y, además, cocinando.
-Buenos días-me acerqué a ella e intenté darle un beso en la mejilla, pero ella se apartó, sin dejar que le viera la cara.
Fruncí el ceño, extrañada. Me encogí de hombros, no dándole mucha importancia.
-Buenos días-respondió seca.
Me senté en la mesa y me serví leche.
-¿Qué cocinas?-bebí un pequeño trago.
-Unos huevos fritos para tu padre.
-¿Para papá? Pff..si tú nunca cocinas, ni para papá ni para nadie.
Se encogió de hombros.
Me terminé la leche, me levanté de la mesa y dejé la taza en el fregadero.
-Bueno mamá, me voy.
-¿Ya te vas? Siéntate y desayuna un poco más-dijo, aún sin darse la vuelta.
-No, que llego tarde-me acerqué a ella, y ahora sí, conseguí mirarle a la cara.
Me asusté.
Estaba magullada, por todos lados. La mejilla roja e hinchada, el labio partido y una brecha en la frente.
-¡Mamá! Pero, ¿qué has hecho?-puse una mano en su barbilla para poder ver mejor.
Ella apartó la cabeza.
-Nada, me.. me he caído en el baño.
-Pues vaya, menuda te has dado. ¿Segura que sólo te has caído? Parece que te hayan dado una paliza.
-Ay, hija. Déjame ya y vete, que vas a llegar tarde.
Suspiré.
-Vale, ya me voy.
Le di un beso suave y despacio para no hacerle daño y salí de casa, algo preocupada.
De alguna forma, no me creía que se haya caído en el baño y que, al día siguiente, le diera de repente por hacer huevos fritos para mi padre a las 7:00 de la mañana.
-¡Jane! ¡Buenos días!-se podía ver, que Jess, también estaba muy feliz.
-Hola Jess. Veo que estás contenta-le sonreí.
-Vaya, y más de lo que aparento. Por fin me libro de la profesora de literatura. ¡No la aguantaba más! Un sólo día más, y le suelto una bofetada en la cara.
Reí, conforme nos poníamos en marcha.
-Si apenas has estado un trimestre entero con ella.
-Dos meses y medio.  Más que suficiente.
Reí de nuevo.
-A propósito, ¿qué tal Harry? ¿Le va todo bien?
-Sí. Todo genial. La semana que viene ya dicen los nombres de los finalistas.
-Seguro que pasa, ¡con esa voz cualquiera!
Sonreí. Tenía razón, y el sitio en el que estaba era espectacular. En éstos días me había estado mandando fotos de los escenarios y de todo y, la verdad, me pareció muy valiente. Aunque yo, por ejemplo, tuviera esa voz, jamás me subiría allí arriba para cantar delante de jueces profesionales y de la mitad de Inglaterra.
-Jane, he quedado con Ellen en la parada del autobús para ir juntas, ¿te molesta?
-No, claro que no. Si tu quieres no te voy a negar nada.
-Vale.
Anduvimos unos pasos más hasta llegar a la parada, en donde estaba Ellen, apoyada en la farola con el móvil en la mano. Nos acercamos a ella y la saludamos.
-Hola, Ellen.
-¡Jess! ¿Qué tal? Hola, Jane-nos sonrió a ambas.
La sonreí.
-Pues muy bien, entusiasmada por el último día ya.
-Sí, ya era hora.
Jess asintió con la cabeza.
Segundos más tarde, un autobús amarillo paró en la parada y abrió sus puertas. Las tres subimos al vehículo, enseñamos nuestros carnets de estudiantes y nos sentamos al final del todo.
Me senté al lado de la ventanilla y me puse los cascos, le di al botón de "aleatorio" en el menú del iPod y me dejé llevar por la música, disfrutando con cada canción con la que el iPod me sorprendía. Sonaba "I wish you where here" de Avril Lavigne con fuerza.
El autobús se puso en marcha. Miré cómo las casas y los árboles pasaban a mi lado con cada vez más velocidad. Las calles estaban blancas por las pelusillas que soltaban los chopos. Era precioso, ver cómo los perros de los vecinos peleaban con cada copo que caía, hasta incluso gruñéndoles, era muy divertido y cómico.
Jess y Ellen mantenían una viva conversación, parecían divertirse, comentando cualquier cosa sobre un chico moreno que se sentaba unos sillones más adelante de ellas. Rodeé los ojos y volví a fijar los ojos en la ventana.
Casi sin querer, sonreí al recordar la última vez que lo ví. A Harry. Sí, fue en  mi casa, cuando pasó el casting del Factor X. Hace más o menos tres meses, habíamos hablado a menudo por teléfono, pero estaba muy liado con lo de cantar y no tenía tiempo de casi nada. Yo tampoco andaba muy sobrada de tiempo, eran finales de curso, de secundaria y tenía que estudiar mucho para poder aprobarlo. Pero, aunque haya pasado tanto tiempo sin verle, seguía teniendo un recuerdo muy fuerte de la noche en mi casa y del desayuno. Recordaba nuestra pequeña pelea de almohadas y de cómo me miraba cuando estaba indefensa, sus ojos verdes penetrando en los míos. Cerré los ojos al recordarlo. No me había divertido tanto desde que era una niña pequeña. Y lo peor fue la despedida, ambos sabíamos que no nos veríamos en mucho tiempo y fue algo duro para mí y para Yina. Yo ya sabía lo que ocurría entre ella y Harry, él me lo contó con timidez durante el desayuno. No podía estar más que de acuerdo con ella. Yo también me hubiera enamorado.
    "Damn! Damn! Damn! , what I'd do to have you hear, hear, hear, I wish you were hear"
Fruncí el ceño y pasé la canción a la siguiente, no podía escucharla. Sonaba "Somebody that I used to know" de Gotye.
Lo bueno de todo esto, es que le había cogido mucha confianza en poco tiempo y, claro está, también con su madre, ella era un cielo de mujer y nos llevábamos muy bien, era como una especie de tía para mí. Fue ella la que me invitó ir con ella la semana que viene para ir a buscarlo. Yo, obviamente, le había dicho que sí, y estaba impaciente.
El autobús paró, guardé el iPod en el bolsillo y salimos del autobús.
-¡Jane! ¡Guapa!-gritó alguien por detrás mío.
Me dí la vuelta.
-Ah, hola, Ethan
-¿Qué tal? Te veo bien.
-Sí, muy bien, gracias.
Tom y Dan se acercaron por detrás.
Yo y Ellen rodeemos los ojos al mismo tiempo.
-Será mejor que nos vallamos. El profesor de mates espera-dijo Jess.
-Sí, vamos.
                                                                                 ~
Última hora de clase.
Música. Con una de las mejores profesoras del centro.
Elisa -la profesora- había preparado un disco con las canciones del momento y nos dejaba vía libre. Ethan estaba en la misma clase que nosotras tres.
-¡Devulévemelo!
-No hasta que dejes eso encima de la mesa.
Jess y Ethan estaban discutiendo. Yo ya había perdido el hilo de la conversación hace rato, pero los observaba igualmente.
Jess suspiró.
-Está bien. ¡pero me lo devuelves!
-Sí mujer.
Jess dejó el boli dorado encima de la mesa y Ethan le devolvió el móvil.
-¡Gracias! Dios, que paciencia hay que tener contigo-murmuró.
Ethan suspiró y se dirigió a mí.
-¿Qué tal tú? ¿Ya te hablas con Ellen?
-Sin más, conocidas.
-¿Conocidas? ¿En serio? Después de haber pasado tanto tiempo juntas, experiencias y por un sólo lío, ¿sólo sois conocidas?
Reflexioné eso.
-Eh! Se lió con mi novio.
-¿Y? Jane, hace más de 5 meses de eso, ¡casi medio año! No dejes que eso afecte vuestra amistad, erais inseparables antes de todo esto.
-Wow Ethan, me dejas sin palabras. ¿Desde cuando hablas tan bien?
-Sólo digo la verdad, quiero decir, mírala, está tan callada y tan.... afectada.
La miré.
Tenía razón.
Estaba sentada en la silla, escribiendo cosas en un cuaderno, tranquila. Se apartó un mechón de pelo y se lo colocó detrás de la oreja.
Suspiré.
-Tienes razón. Voy a hablar con ella.
Dediqué una última sonrisa a Ethan y me levanté de la silla, con paso decidido, me dirigí a ella, me senté en una silla enfrente y apoyé la barbilla en los brazos cruzados.
-Hola.
Levantó su mirada del papel y me miró sorprendida.
-Jane, hola.
Ambas sonreímos.
-Hummm..he estado pensando sobre.. ya sabes y, bueno, ha pasado un montón de tiempo desde aquello y creo que ya puedo perdonarte.
Abrió mucho los ojos y esbozó una gran sonrisa, con un brillo en los ojos.
-¿De verdad?
Asentí, también sonriendo.
-No quiero perder a mi mejor amiga por un chico. Y menos si es un estúpido como Dan.
Con un movimiento rápido, Ellen dio un brinco en su silla y me abrazó con fuerza.
-No sabes cuánto he echado de menos estos abrazos.
Sonreí.
El sonido de alguien llamando a la puerta interrumpió nuestro abrazo. Elisa bajó el volumen de la música y la puerta se abrió. Una mujer alta y delgada, mayor, con el pelo canoso, asomó la cabeza.
-Hola, buenos días. ¿Está aquí Ellen Mullghar?
Ellen se separó y miró a la mujer extrañada.
-Yo-alzó la mano.
-Acompáñeme, por favor.
Su sorpresa no podía ser mayor, al igual que la mía, fruncí el ceño. Ellen recogió sus cosas rápido y, sonriéndome, salió del aula.

                                                                                 ~

El timbre sonó indicando la finalización de las clases. La gente salía más rápido de lo normal.
Sí, al fin, libre.
Pero había una cosa que me preocupaba bastante. Ellen aún no había vuelto a clase. No era la única preocupada, Jess se mordía las uñas.
-Ven, vamos a buscarla-agarré a Jess del brazo y tiré de ella.
Los pasillos estaban desiertos, más que algún profesor que deambulaba por ahí. Nos dirigimos hacia el aula de dirección, y allí estaba, en un banco enfrente de la puerta.
Oh Dios.
Me acerqué a ella, corriendo y me senté a su lado. Estaba llorando.
Enseguida comprendí qué había sucedido.
-Jane..-comenzó a decir.
-Shh.. tanquila -la abracé.
Jess se sentó a su lado.
-No lo entiendo. Estaba bien, ya había pasado.
-Shh.. vamos, no te machaques.
Acaricié su pelo.
-No era nada grave. Dijeron que..
-Ellen, tranquila, si sigues ablando así, será peor para ti.
Pero, sabía perfectamente que, por mucho que la intentara tranquilizar y relajar, sabía que algo así no se curaba con demasiada facilidad. Y menos en el caso de Ellen, mi mejor amiga.
Suspiré y miré a Jess, que me miraba preocupada.
Su padre había muerto.
             
                                                                   ~

Ellen no quiso celebrar un funeral para su padre.
La verdad, es que la entendía, no podía organizarla ella sola y no quería pedir ayuda a nadie. Simplemente, pidió que lo encineraran. Y allí estaba, en un precioso recipiente dorado, en el armario de mi salón.
Fue idea de mi madre ponerlo ahí. Ahora que Ellen estaba sola, vivía en mi casa, hasta que se recuperara por completo. Mi madre estaba encantada de tenerla ahí con nosotros, mi padre se había ido a Alemania para hacer cosas de su trabajo.
Ya había pasado una semana desde aquello y Ellen se había recuperado más rápido de lo que esperábamos, las dos compartíamos cama y ni una sola noche la había escuchado llorar.
Estaba siendo muy fuerte por lo que estaba pasando y la admiraba por eso.

{Narra Ellen}
Corrí las cortinas, abrí la puerta y así al balcón. Respiré hondo el fresco aroma de una mañana de verano.
Suspiré.
Nunca pensé que esto me afectaría tan poco. Yo quería a mi padre, pero odiaba verle sufrir de esa manera, y de algún  modo, me sentía aliviada. Ya no sufría tanto y creía, que si no hubiera muerto así, él mismo se hubiera encargado de quitárse la vida, por muy trágico que suene.
Volví a entrar en la habitación y salí de ella. Bajé las escaleras y me dirigí al armario del salón. Agarré el jarrón y, con cuidado, lo metí en el bolso. Cogí las llaves y salí de casa.
Aproveché que estaba sola en casa, su madre había ido a hacer unos recados en la ciudad y Jane había ido a recoger a Harry a su prueba.
Me dirigí a mi casa con paso acelerado para no perder tiempo y, al llegar al parque de enfrente, subí por un camino, al pequeño monte de detrás del edificio.
Ese camino lo conocía muy bien, subía siempre de pequeña para desconectar, era mi camino secreto. O no tan secreto. Mis padres también lo usaban para esconderse. Lo suyo casi fue un amor imposible, los padres de mamá eran muy religiosos y estaban empeñados en que su hija menor fuera una monja. Ella no estaba de acuerdo, hasta que un día decidió de marcharse de casa. Corrió lejos, estando días y días de camino, ni ella sabía a dónde iba. Hasta que llegó a aquel monte de preciosas vistas. Por un casual, cuando llegó completamente exhausta allí arriba, un hombre, mi padre, la encontró tirada en el suelo, muerta de hambre y de sueño. Él la dio refugio en su casa hasta que supo valerse pro si misma  y se construyó, con ayuda de papá, una pequeña casa de madera. Al fin y al cabo, ambos se enamoraron y vivieron juntos en aquella casa, hasta que mi madre se quedó embarazada de mí. Tuvieron que abandonar la casa y buscarse una más grande. Pero siempre fueron fieles al monte. A su monte. Allí se conocieron, se dieron su primer beso. Allí se juraron amor eterno.
Al llegar hasta arriba del todo, me sequé las lágrimas con el dorso de la mano y me acerqué al pequeño barandado de madera. Subí los pies para estar más alta y, con cuidado, saqué el dorado jarrón del bolso, le di un pequeño beso y lo abrí. Con un movimiento ligero, esparcí las cenizas hasta quedar totalmente vacío. Observé cómo las pequeñas motitas blancas y grises se esparcían en el aire y bañaban los árboles y las plantas de alrededor.
Cerré los ojos.
-Adiós papá.

3 comentarios:

  1. Oh.... Que emotivo... Me encanta!! Pobre Ellen, me tanta pena que cuando recupera a su amiga pierda a su padre...
    Te quiero!!!
    --R

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  2. Sin palabras. Me has hecho llorar! Me encantaa!! Siguiente porfavooor! :D

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  3. Me encanta :)siguiente ya porfis!!

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