38~

Capítulo 38:
{Narra Jane}
Las semanas fueron pasando rápido y sin ninguna novedad. Era tan feliz con todos los acontecimientos que ni me daba cuenta de lo rápido que pasaba el tiempo. No me había dado cuenta de nada, pero ya estábamos en un adentrado octubre cuando los chicos ya habían echo más de tres espectaculares actuaciones. Las tres semanas as habían superado y no podía estar más feliz por ellos, pero ahora las cosas se ponían cada vez más difíciles y la competencia era casa vez más fuerte. Y me sorprendía mucho lo buenos que eran la mayoría de concursantes.
Realmente era un año bien cargado y preparado.
Y, acorde con los acontecimientos, el amor de las inglesas por ellos era cada vez más fuerte y en su última actuación las había vuelto prácticamente locas por ellos.
Justo esa noche, Jess y yo íbamos juntas al programa para verlos en directo y con pases al camerino que Zayn nos había conseguido, semanas atrás.
No podía estar más emocionada.
Justo cuando había terminado de vestirme con unos pitillos color beige, unas botas militares del mismo color y un jersey de lana, el timbre de la puerta sonó.
-¡Yo abro! -grité mientras bajaba las escaleras.
-Joder, avísame antes de levantarme del sofá -se quejó entre murmullos Emma.
Rodeé los ojos y abrí la puerta.
Jess, con una preciosa sonrisa y con dos tickets en las manos, me miraba en el exterior.
-¿Lista?
-Lista. ¡Amá, me voy! ¡Volveré tarde!
Agarré el abrigo y cerré la puerta detrás de mí.

~

-¡Hola, Sam! -saludó alegre Jess al ver al guarda de seguridad.
-Señoritas -respondió él, sonriendo y dejándonos pasar-. Pasar un buen día.
Atravesamos el pasillo hasta llegar a camerinos, donde ambas esperábamos a que todavía estuvieran allí. Habíamos ido prácticamente todas las semanas, hasta el guarda de seguridad ya nos conocía.
-¿Los has avisado de que veníamos?
-No. ¿Tú?
-Pues no.
-Pues muy bien. ¡Será una sorpresa!
-Corre, que si no nos damos prisa igual ya se han ido a la casa y todo.
Avanzamos unos cuantos más hasta llegar a una puerta blanca, tal como el resto, con un cartelito en el que ponía “One Direction”.
Llamé a la puerta sin vacilación y Jess se puso a mi espalda cuando abrí la puerta.
-Bu.
Los cinco, divididos entre la habitación y hablando vivazmente, me miraban sorprendidos y sonriendo casi al instante.
-¡Sorpresa! -gritó Jess entusiasta.
Harry se levantó de la silla nada más entrar nosotras y cerró la puerta detrás nuestra, después, besó mi mejilla.
-Hola, vampiros. Oye, qué guapos estáis con los ojos pintados.
-Oops -murmuró Louis, frotando sus ojos.
-Tranquilo, que os queda a todos muy bien. Podría acostumbrarme a que sea Halloween -afirmé.
Niall rió abiertamente y el resto rió al respecto.
-Chicos, voy a felicitaros por la actuación de esta noche. De verdad, espectaculares.
-Bueno, como siempre.
Los cinco sonrieron tímidos, hasta Niall y Zayn se sonrojaron un poco.
-Tenemos buenas noticias -dijo Liam, captando nuestra atención, sobre todo Jess y mía-. Hoy nos han dejado la noche libre.
-¿Libre? ¿Qué significa eso?
-Que, si queremos, nos dejan salir a la calle.
-Con uno o dos guardias.
-¡Qué bien! Me daba vergüenza pedíroslo...
Solté una pequeña risa, casi inaudible.
Unos sordos golpes en la puerta interrumpieron las risas de los chicos, que dirigían sus miradas llenas de dudas hacia la puerta.
-Será Simon -murmuró Harry, con algo de inseguridad en la voz, mientras habría la puerta.
Louis sonrió.
Una chica rubia con ojos marrones con algún que otro destello verde sonreía al otro lado del umbral de la puerta.
-Hola, Hannah -saludó Harry sonriendo.
-¡Hola! -respondió ella y entró el la habitación-. Ui cuanta gente -nos sonrió a Jess y a mí.
-Hola -dijimos las dos a la vez, sonriendo también.
La chica se acercó a nosotras y se autopresentó.
-Hannah -besó mis mejillas-. Novia de Lou.
-Ah -reí tontamente-. Jane. Novia de Harry.
-¡Por fin te conozco! Oigo tanto hablar de ti que ya tenía curiosidad.
Reí de nuevo mientras miraba a Harry, que apartó la mirada sonrojado. No pude evitar sonreírle.
-Yo también me alegro de conocerte.
Apartó la mirada y miró a Jess, que sonreía tímidamente.
-Yo soy Jess. Y, bueno, no soy novia de nadie -y soltó una risita.
-Encantada -Hannah se incorporó tras darle otros dos besos-. Madre mía. Tres rubias. Las fans van a pensar mal.
Risas de nuevo.
-Bueno. ¿Estáis listos para salir? -dijo, después de acercarse a Lou y besarle.
Aparté la mirada.
-Estábamos a punto de vestirnos, pero habéis venido vosotras y... -dijo Zayn tímido, bajando la mirada.
-Pues nos vamos, vosotros vestiros tranquilos.
Hannah se juntó con nosotras y salimos de la habitación.

~

-Chicos, enhorabuena en serio. Un gran trabajo y un gran espectáculo. Estoy orgulloso. Os lo mereceis. Sam y Ronan están en la puerta esperándoos, pasaroslo bien. Nada de alcohol, ¿de acuerdo? -los chicos asintieron con amplias sonrisas las palabras de Simon.
-Bien. Os quiero aquí antes de las 3 -su mentor se dio la vuelta y desapareció en el pasillo.
-¡Yupi! -Niall daba literalmente saltos de alegría.
El resto lucía una preciosa sonrisa en sus caras al acercarse a nosotras.
Y yo no podía evitar sonreír también.
Lo habían conseguido. Éste era su sueño y estaban cumpliéndolo. Ya daban por perdidas sus vidas de personas normales, con una vida normal. Y recibían, con los brazos abiertos, a su nueva visa, a la vida de la fama. A la vida de las fans locas y a ser conocidos por toda Inglaterra.
Todo eso, estaba haciéndose realidad.
Al acercarse, Harry y Louis se dirigieron una mirada cómplice sonriendo, y acto seguido apresuraron el paso hacia nosotras. Harry, al llegar, me besó enseguida, con ternura y dulzura. Como siempre hacía y como a mí me encantaba. Cerré los ojos y me dejé llevar por él.
-Vale. Me parece muy bien que os queráis y todo eso, pero... ¿hola? Yo también estoy aquí.
Me aparté de él, y sin dejar de abrazarle, le dirigí una mirada desafiante a Jess, que me respondió rodeandi los ojos y sonriéndome.
Con las manos unidas, nos dirigimos a la puerta principal, en donde dos grandes hombres fuertes vestidos de negro aguardaban con los brazos cruzados. Jess saludó animadamente a uno de ellos, a lo que él respondió con una leve sonrisa. Pasamos por su lado, abrimos la puerta y enseguida los guardas nos siguieron.
Al salir, me paralicé al ver a la gente en la calle. Por suerte, el edificio estaba rodeado por vallas para que la gente ajena no pudiera entrar.
Había al menos 50 adolescentes pegadas a las vallas y, cuando salimos, los gritos que comenzaban eran atronadores. Casi no podía escuchar mis propios pensamientos.
Harry apretó mi mano para que me tranquilizara un poco, ya que estaba tensa y perpleja por la multitud de ahí fuera.
Y esta, sólo era la cuarta semana.
En cuatro semanas habían conseguido reunir a tanta gente.
-¡Wow! -exclamó Jess-. ¿Todas están aquí por vosotros?
-No lo creo -respondió Liam-. En la casa hay más gente con más votos y seguidores que nosotros.
-Siento decirlo, pero no creo que Storm tenga fans adolescentes.
Niall rió altamente, como siempre hacía.
-Es ahora o nunca. Tenemos que cruzar por ahí e intentar salir vivos. -dramatizó Louis.
Tragué saliva.
Es sólo una broma, Jane. Ya sabes cómo es Lou suspiré.
Apretando cada vez más fuerte la mano de Harry, nos íbamos acercando a las vallas, cuando uno de los guardias la abrió. Las chicas no podían consigo mismas, no podían creérselo y los gritos rugían en mis oídos fuertemente.
Al salir, la gente se pegaba a nosotros, gritando en nuestras caras y sin importar si nos molestaba o no. Algunas de ellas no hacían nada, seguían pegadas a la valla esperando a que otro de los concursantes, pero la mayoría de ellas se lanzaba sobre nosotros, gritando el nombre de cualquiera de la banda o incluso, de vez en cuando, el de Hannah.
Los flashes de las cámaras de fotos y de los móviles me impedían centrarme más todavía en mi camino. El agobio era tan grande que mis ojos, tratando con fuerza a adaptarse a las luces aleatorias, no se mantenían dos segundos quietos, viajando por cada una de las caras de las chicas que no dejaban de gritar. Mi mano se aferraba fuertemente a la de Harry, con miedo a que me soltara y a quedarme sola entre la multitud.
Por suerte, un coche negro de detuvo delante nuestra y pudimos entrar en él para poder perder de vista a toda la gente que había esperado a la salida de los cinco chicos del programa del momento.
Suspiré aliviada cuando Zayn entró el último y cerró la puerta tras él. El coche se puso en marcha.
-¿Qué. Coño. Era. Eso? -consiguió pronunciar Jess algo temblorosa.
-Hay unas 20 más que el otro día -dijo todavía perplejo Niall.
-Qué agobio.
Yo estaba muda. No tenía palabras. Tenía la garganta seca.
Harry pareció darse cuenta y me apretó la mano con suavidad, e hizo que le mirara a los ojos. Conseguí articular una sonrisa.
-Creo que no he visto a tanta gente pegada a mi a la vez en mi vida -dije con voz entrecortada.
Me apoyé en el respaldo del sillón para tratar de tranquilizarme.
-A mí me encantan. Son tan monas -decía Niall emocionado.
-Eso es porque a ti no te desean arrancarte los pelos y los ovarios de cuajo -murmuró Hannah.
-¿Qué quieres decir con eso? -preguntó Jess, con el ceño fruncido.
-Bueno. La mayoría de las chicas de ahí fuera me odian y bastante. -suspiró- Y sólo por salir con Lou.
No quería oírlo. No quería.
Noté como mi cara palidecía cuando todas las miradas se centraban especialmente en mí. Exceptuando la de Harry, que mirada a Hanna serio.
Aparté la mirada enseguida, intentando con todas mis fuerzas ignorar el comentario de Hannah, que también tenía la mirada clavada en mí.
-Oops. No era mi intención asustarte, Jane.
Sonreí lo mejor que pude hacia ella.
Demasiado tarde.
-Tu... hmm... cierra twitter y ignóralas. Eso es lo que hago yo.
Eso, sólo consiguió que me asustara más.
Dejé escapar un leve suspiro.
-Bueno -dije por fin-. ¿A dónde vamos?
Harry me sonrió y entendió mis ganas de cambiar de tema.
-El conductor sabe hacia dónde. No está muy lejos según Simon.
-De mientras diré que nos vamos al Starbucks del Big Ben -Louis sacó el teléfono-. Eso conducirá las fans directamente hacia allí.
Jess soltó una risita ante la estrategia.
-Qué bueno.
-Me ha informado que estará la prensa de algunas revistas a la entrada. Así que, ya sabeis, ignorar las preguntas e ir directamente hacia dentro. Así no meteremos la pata.
-¿Más flashes? Voy a volverme loca -protestó Hannah.
Estaba de acuerdo con ella.
Jess miraba con curiosidad el interior del coche, acariciando los cómodos sillones de cuero marrón.
Liam miró a través de la ventana, intentando orientarse.
-Creo que casi estamos.
-¿Cómo se llama?
-No sé. Pero es bastante conocido..
Niall observó el reloj.
-Tenemos 4 horas para pasarlo bien. Hell yeah!
El vehículo paró suavemente y el chófer nos abrió la puerta.
Ésta vez había más seguridad, un guardia a cada lado de la puerta de entrada y del coche. Zayn bajó del coche el primero y seguida de Jess, que enseguida empezó a sonreír a la gente. Y después bajó Harry y a su lado, aún con las manos entrelazadas, le seguí. Los demás nos siguieron de uno en uno.
No había tantos periodistas como había imaginado, pero había por lo menos diez a cada lado de la puerta de entrada, cada uno con sus cámaras profesionales, con, evidentemente, mil veces más de potencia en sus flashes. Intenté acostumbrarme lo más rápido posible, atravesando el pasillo y sonriendo, mostrándome feliz lo mejor que pude.
Entonces, fue como si todo ocurriera a cámara lenta. Mientras todos andábamos en el interior, los periodistas hacían muchas preguntas, y sobre todo a mí, ya que yo era la “nueva”. Y aunque trataba de esquivarlas, muchas de ellas se clavaron en mí.

¿Quién eres tú?

¿Qué hace agarrada de la mano de Styles?

¿Estáis juntos? ¿Cuánto tiempo?

¿Qué piensan las fans de esto?

¿Vais en serio o sólo eres un rollo más?

¿Podrías ser un peligro para One Direction, quitándo la fama a Styles de “el ligón?


37~

Capítulo 37:
{Narra Yina}
Mi sorpresa no podía ser mayor. 
Con la chaqueta aún en la mano y paralizada por completo, observando a Brooke y a Nathan discutir por algo que no entendía en absoluto. 
-¡Eh! -chillé, interrumpiendo su fuerte discusión. 
Los dos me miraron con expresiones totalmente distintas. 
-¿Se puede saber qué pasa aquí? -pregunté, cruzando los brazos.
-Que te responda el ligón este -espetó Brooke, sentándose en la cama y cruzando los brazos también. 
Él suspiró y se acercó a mí.
-No es nada importante. ¿Te lo explico de camino? 
-Oh, no. Esto se lo explicas aquí y delante mía -levantó una ceja. 
Nathan suspiró de nuevo.
-A ver, dónde empiezo -murmuró, agarrándome de la mano y sentándome en la cama. 
Se sentó a mi lado. 
-Hace unos años, tu querida amiga Brooke yo yo eramos muy amigos.
-Quizás demasiado -interrumpió Brooke.
Nathan le dedicó una mirada no muy amable, pero no dijo nada al respecto. 
-Y, bueno, cada uno teníamos nuestros rollos y nuestros novios y así. Hasta que, bueno, Brooke empezó a salir con un buen amigo mío y yo, pues, no me hizo demasiada gracia el tema. Y nos distanciamos mucho el uno del otro, ya apenas nos hablábamos cuando mi mejor amigo me vino y me dijo que habían roto. Que la había pillado con otro -murmuró, apretando los dientes-. Y que por eso dejaba la universidad. 
-Te ha dejado la parte en la que te tiras a todo! -chilló bastante indignada. 
-Estaba enfadadísimo con todo -continuó, ignorándola por completo-. Así que fui a ver a Brooke días después de que él se fuera. Discutimos mucho durante mucho tiempo, y, bueno, creo que ninguno de los dos sabemos cómo paso pero acabamos acostándonos. 
Mis ojos se abrieron como platos.
-¿Qué?
Brooke apartó la mirada cuando la miré.
-¿Y eso que tiene que ver conmigo?
-El caso es que ambos lo olvidamos e hicimos como si nada hubiera pasado, pero ella acabó odiándome así que perdimos todo contacto. Y, hace unos meses ella volvió a mi diciendo que iba a tener una nueva compañera de habitación. 
-Y yo le dije que tuviera discreción, que si quería algo contigo que me lo diría y así poder evitar conflictos. Y él, no solo dijo que si pasara me lo diría, si no que ¡me dijo y me prometió que no iba a intentar nada contigo! ¡Nada! -de furia, Brooke ya estaba de pie gritándole. 
Nathan se levantó también. 
-¡¿Cómo podría saber que estaría tan buena?!
Solté un resoplido.
-¿Buena? ¿Qué soy? ¿Un caramelo?
Se giró y me dirigió una mirada de disculpa mordiéndose el labio. 
-Perdón. Guapa. ¡Es muy guapa joder, Brooke!
-Pero me lo prometiste.
-Alto, alto. ¿Y no habéis pensado que igual esto a mi también me interesaba? ¿Que podía comentar yo también?
-Yina, yo sólo quería una buena amiga en la que poder confiar sin que este te pusiera la mano encima. Sólo causaría dolor y sé que él te va a hacer daño. 
-¿Y cómo puedes saberlo, Brooke? Ni siquiera has intentado confiar en mí.
-Sí que lo hice, Nathan. 
-¿Ah, sí? Cuando empezasteis a salir tú y Ron no parecía que confiaras en mi en absoluto. Y muchísimo menos después. 
-¿Sabeis qué? Nathan, fuera. Mañana hablamos. Y Brooke, siento decirte esto pero me duele mucho que hayas pensado que podías decidir por mi, y mucho más en el tema de chicos. Sabes muy bien que lo estoy pasando mal y que esto podría haber sido una oportunidad para poder olvidar a Harry ya de una vez por todas. Ahora mismo no quiero ver a ninguno de los dos.
Con un resoplido, cerré la puerta de golpe detrás mía. Indignada. Eso es lo que estaba. Realmente indignada. Con mucho sigilo atravesé la entrada esquivando la sinuosa mirada del vigilante y poder escabullirme al exterior. Con éxito, me puse la chaqueta y escondí las manos en los bolsillos. Puede que fuera verano, pero aquella noche no era la más calurosa de todas. 
Atravesé el parque por un camino de piedras. Las farolas sólo rociaban su luz en los rincones más oscuros del parque, y había alguna aleatoria por el camino, pero sólo me encontraba con una muy de vez en cuando. Así que, medio a oscuras, me dejé guiar por mi instinto.
Necesitaba despejar la mente con tanto lío. 
No estaba enfadada, estaba disgustada. No por Nathan, sino por Brooke. Ella había ignorado que quizás a mí me podría gustar él y que quizás sí que quería algo. Simplemente fue egoísta y sólo pensó en sí misma. Y me había decepcionado. 
Con un suspiro, me senté en uno de los bancos de madera, con una farola en frente mía que alumbraba notablemente menos que las demás.
Con la mirada baja pensé en el día de hoy, de que estaba en Canadá y que, seguramente, Harry estaría pasando un buen rato con su estúpida novia, Jane.
No, estúpida no- me recordé a mi misma.
Me prometí que Jane era una buena chica y que sabría cuidar a Harry. Sabía que lo haría.
Pensaba en qué hubiera pasado si me hubiera quedado en Inglaterra. Seguramente, nada. Mas que empeorar las cosas. No hubiera soportado que tuviera novia, como si fuera Jane o cualquier otra. Simplemente no podría.
-Vaya, vaya –una voz de hombre me sobresaltó y di un pequeño brinco-. Una alumna fuera de la cama, eh? -sonrió.
-Eh.. bueno.. es que.. -no se me ocurrió ninguna excusa convincente. 
Era alto, con el pelo corto y oscuro, sin afeitar y con grandes ojos azules. Llevaba un libro bajo el brazo y me miraba a los ojos. Era joven para ser profesor.
Me volvió a sonreír y, en vez de mandarme a la cama, se sentó a mi lado. 
-Qué buena noche hace... ¿no crees?
-...Erm... -aparté a la mirada.
-¿Cuál es tu nombre?
-Y-Yina Wilde.
-Bien. Sé que a ti no te interesa, pero yo soy Christian Forrest, y soy profesor de Literatura. 
-Ah...E-encantada.
-Igualmente, señorita Wilde. ¿Y qué hace aquí a las 11 de la noche?
-Y-yo... yo sólo quería desconectar unos segundos del mundo, ¿sabe?
-Vaya. Veo que coincidimos en eso. También puedo notar un precioso acento británico en su acento. Inglesa, ¿me equivoco?
Negué con la cabeza, bajando la mirada.
-Soy nueva en el centro.
-Lo sé.
Fruncí el ceño.
Qué raro era este chico.
-He oído hablar de tu madre, señorita Wilde. Una gran escritora, ciertamente.
-La verdad es que no me gusta hablar de mi madre y mucho menos ahora, si fuera tan amable..
-Oh. Le expreso mis más sinceras disculpas, no sabía que el tema estaba tan rasposo actualmente.
En otras circunstancias, si alguien me hablara de esa manera, le hubiera pegado en la cara y le hubiera dicho que me hablara con palabras normales.
Pero realmente me gustaba; hacía mucho que no me trataban con tanto respeto.
-Tranquilo. Estoy bastante acostumbrada a todo esto.
-Yina, ¿me permite que te llame así?
-Sí, por favor.
-Yina, no tengo ningún derecho a meterme en su vida ni mucho menos darte consejos, pero pido que consultes todos esos problemas que le rondan con la almohada, y no en un sitio solitario, frío y umbrío en medio de la noche. 
Suspiré.
-S-sí. Será mejor que sí.
Los dos nos levantamos simultáneamente. 
-No voy a delatarla esta vez, señorita Wilde. Pero que sea la última vez, ¿de acuerdo? -me guiñó un ojo, sonriendo. Me tendió la mano.
-D-de acuerdo -con la primera sonrisa de la noche, estrechamos manos durante un largo rato.
-Que descanses.

~

La lluvia en la calle no dejaba de caer y las pequeñas gotas resbalaban por el vidrio de la ventana. 
Es como si Londres no me esperaba tan pronto de vuelta, ya que cuando me marché hacía relativamente calor y el sol no dejaba de resplandecer y calentar la tierra. Parecía que el tiempo también estaba disgustado y decepcionado como yo. Y también liado y desconcentrado con los hechos, ya que muy de vez en cuando, el sol saludaba desde las nubes con sus rayos dorados y hacían aparecer un precioso arcoiris, pero a los segundos volverían a desaparecer y las nubes oscuras volverían a reinar. 
Suspiré y tragué otro trago de té mientras seguía mirando tras la ventana. 
Mi cara se iluminó al ver a Jess acercarse a mi casa. De un brinco me levanté del alféizar de la ventana y me acerqué a la puerta antes de que ella pudiera siquiera llamar a ella.
-Anda. Hola, Jane -sonrió.
-Pasa
-¿A tu madre no le importa que me quede? -preguntó, quitándose el abrigo.
-Para nada -cerré la puerta y nos dirigimos al salón.
-¿Estás sola? -nos sentamos en el sofá.
-Sí. Bueno, Emma está arriba en su habitación, pero como si no estuviera. 
Agarré una taza con las manos temblorosas. Sólo deseé que Jess no se diera cuenta.
-¿Quieres té? Está recién hecho y puede que queme un poco, así que cuidado al bebér de un trago, no quiero que se te...
-Jane -me interrumpió-. ¿Te pasa algo? Hablas muy rápido y estás temblando...
Tragué saliva al mirar a mi mejor a miga a los ojos. 
Apoyé la taza en la mesilla al caer silenciosamente la primera lágrima. La atrapé con rapidez para que Jess no se diera cuenta y pudiera pasar desapercibida. 
Fue en vano.
-Eh, Jane, ¿qué ocurre? -preguntó con voz suave y tranquilizadora, acercándose a mí, poniendo una mano en mi rodilla.
-No sé qué me pasa, Jess. Estoy muy confusa.
-¿Confusa sobre qué? 
-Por eso te he llamado, para que me convenzas de que está todo bien. Y sé que tú sabes hacerlo.
-Sigo sin entender por qué estás confusa. Si todo iba sobre ruedas, estabas muy feliz ayer cuando te marchaste. 
-Lo sé -susurré-. Pero parece que las cosas ya no están tan claras ahora..
-¿Cosas? ¿Qué cosas?
Suspiré.
-Le conté lo de Ethan.
Los ojos de Jess se abrieron como platos.
-¿En serio? ¿Y qué te dijo?
-Nada. Me agradecía mucho por habérselo contado y que podía confiar en mí.
-Bueno, todo eso es bueno. No sé qué pasa.
-Y me dijo que me quería.
Su expresión se heló y me miró asombrada.
-¿Y eso qué tiene de malo? ¡Es perfecto!
-Pero me asusté, Jess.
-¿Que te asustaste por qué? Tú le quieres, ya está. No hay nada de qué preocuparse.
-Es que ahora mismo no sé si le quiero o no -dije con un hilo de voz, vacilante.
-¡¿Qué?! ¿Qué estás diciendo?
Me encogí de hombros de nuevo. Después, sacudí la cabeza con violencia.
-Quiero decir, sí que le quiero. Y mucho. Pero no sé a qué llegará todo esto. 
-A ver, a ver, a ver. Vamos a poner las cosas en orden. Primera pregunta: ¿tú hubieras hecho el amor con Harry o no?
Suspiré.
-Supongo que sí.
-¿Supones?
-Supongo. No estoy segura, Jess. Su madre nos interrumpió y eso me dio bastante en qué pensar.
Esta vez, fue Jess la que suspiró.
-¿Pensar en qué?
-¿Y si el destino me estaba mandando una señal? 
-¿Una señal? Jane, esto no es uno de tus libros, esto es la realidad. No hay señales.
-Piénsalo Jess. A lo mejor ese no era el momento ni el lugar o igual piensa que no estoy preparada.
-Jane. Eso sólo fue una coincidencia y ya está, no fue ninguna señal ni el destino que te habla y ninguna de esas deliraciones que tu tienes. 
-Yo no creo en las coincidencias. ¿Acaso crees que cuando Harry se dejó el teléfono en el autobús fue una coincidencia que yo lo recogiera? ¿Coincidencia que me emborrachara y acabara en su misma cama medio desnuda? ¿Coincidencia que, después de varias semanas me volviera a llamar para pedirme que pasara las dos mejores semanas de mi vida en la que, casualmente, me besó? No, Jess. Todo eso eran señales del destino diciendo que debería de estar con él. Y ahora me está diciendo que ese no era el momento. Y no sé si me arrepiento de no haber hecho nada.
Jess se quedó atónita.
-B-bueno. Estoy de acuerdo contigo en eso. Y creo que Harry es perfecto para ti. No tienes por qué sentire así, de verdad. Y hmm.. si tú no quieres hacer nada con él por ahora, no lo hagas. Y ya está. No tienes por qué romperte la cabeza ni sentirte mal por ello. Y si él te quiere como él dice, te respetará y ya se las apañará sólo -soltó una risita.
Yo no pude evitar hacerlo también.
-¡Mal pensada! -me pegó en la pierna.
-¿Mal pensada yo? ¡Eres tú la que se ha reído!
-Vale, vale. Mal pensadas las dos. 
Sonreí.
-Entonces, ¿todo aclarado?
-Creo que sí.
-Bien -me sonrió.

~

{Narra Lena}
El teléfono no había dejado de sonar desde aquel día. Y ya habían pasado dos desde lo que ocurrió. Y todas las llamadas de una misma persona. 
Liam.
Él sólo empeoraba y complicaba las cosas. Mis sentimientos no podían estar más enredados y cada vez era más difícil  entenderlos. Byron y Liam. Mi cabeza iba a explotar.
En estos días Byron y yo apenas nos dirigíamos la palabra y el ambiente era frío y distante. 
Y tengo que admitir que no me gustaba. Echaba de menos todas esas tardes en las que íbamos al parque de enfrente y volvíamos peleados. Y cuándo él venía con un chocolate caliente para arreglar las cosas. Y yo, le respondía seca y mal pero él seguía insistiendo, hasta que al final arreglábamos las cosas. Echaba de menos las peleas de espuma cuando fregábamos los platos. Lo echaba demasiado de menos. Todo ello. Tanto, que hasta me iba a la cocina y recreaba los hechos una y otra vez mientras yo estaba sentada en una silla y Byron encerrado en su habitación. 
Ya no podía más. Tenía que contárselo.
Justo cuando iba a subir las escaleras e interrumpir sus estudios sólo para decirle que sentía todo esto, el móvil sonó por quinta vez en el día. 
Liam otra vez.
Suspiré y descolgué el teléfono. 
-¿Qué?
-Hola a ti también. 
Me mordí el labio. 
Sólo su voz ya enamoraba.
-Perdón. Es que me has llamado tantas veces que...
-Y tú nunca me has cogido.
-Lo sé. He estado.. liada. ¿Qué querías?
-Sólo estaba preocupado por ti. No viniste a verme al aeropuerto...
Me quedé muda. 
No. No fui al aeropuerto. No fui a verle. Y puede que esa ocasión podría haber sido una de las últimas veces que le pudiera ver. 
Pero no quise. No quise porque sólo ayudaría a complicar las cosas.
Y mucho no había ayudado.
Y no sabía si me arrepentía o no. 
-L-lo sé, Liam. Y la verdad es que no estaba en un estado adecuado para ir a verte. Es más, sigo sin estarlo.
Escuché como Liam suspiraba al otro lado del teléfono. 
-Lena, yo... no sé que me pasa, ¿sabes? Nunca he hecho antes eso de tener un rollo pasajero en dos semanas. Yo siempre he tenido novias serias y estoy bastante acostumbrado a eso. Y yo sé que para ti sólo fui eso. Un rollo pasajero. 
-No, no, Liam, yo..
-No te molestes. Yo entiendo eso y no estoy disgustado ni mucho menos enfadado por ello. Y sólo te llamaba para aclarar las cosas.
-Oh... Bueno, erm, ya veo que lo has aclarado muy bien tú sólo. Yo no he dicho nada, así que...
-Ya -rió suavemente-. Quería que lo supieras.
Me mordí el labio de nuevo. 
Mi cabeza iba a explotar.
Cuando colgué el teléfono y lo apoyé en la encimera de la cocina, aparté mis planes de subir a hablar con Byron a un lado. Me dejé caer en el sofá.
Todo esto habría acabado en miserables tres días. Byron habrá dejado de vivir aquí y ya habría empezado de nuevo las clases. Todo habría vuelto a la normalidad y ya no tendría ese gran lío en mi cabeza. 
Pero yo no podía dejar las cosas así con Byron. Tenía que arreglarlo. Y pronto. No permitiría que se fuera son haber hablado con él.
Con ese último pensamiento, me levanté de un brinco del sofá y con pasos fuertes y decididos, subían las escaleras y atravesé el pasillo. Me detuve en frente de su puerta y, después de respirar hondo, llamé a la puerta.
La abrí y me asomé:
-¿Se puede?
Byron se giró en su silla y me miró con una sonrisa que se borró al segundo. No llevaba la camiseta y las bonitas gafas que usaba habitualmente para estudiar lucían preciosas en su rostro. Me mordí el labio.
Esto iba a ser más difícil de lo que esperaba. 
-Claro, pasa. 
Entré en la habitación y cerré los ojos al cerrar la puerta. Respiré hondo de nuevo.
Me acerqué a su mesa de estudio y me senté en un taburete cercano y crucé las piernas nerviosa. Byron se quitó las gafas y me miró a los ojos, receptivo.
-Byron, escucha. No he sido del todo sincera contigo. Lo primero, siento muchísimo todo lo ocurrido las semanas pasadas. He sido una borde y te he tratado como no te mereces. No te mereces todo esto, Byron, no te mereces mis insultos, mis locuras y sobre todo como te he tratado. Tú siempre me has tratado excepcionalmente bien, ignorando todo lo que te hacía. Siempre te has mostrado atento y muy amable conmigo mientras yo te daba todo lo contrario.
-Lena, yo entiendo todo esto que me..
-Déjame terminar. Por favor -suspiré-. Jamás me olvidé de nuestra noche de escapada, pero ese no es el caso. El caso es que hice como si no me acordara porque no sabía que hacer ni qué decir al respecto. Y sigo sin saberlo, la verdad. Lo único que sé es que no me arrepiento de nada si es eso lo que piensas. 
Byron parecía aliviado. Me miraba sonriendo.
Intenté ignorarlo y seguí hablando:
-Y espero que me entiendas, pero no pido que me perdones porque no me lo merezco. Yo sólo venía a …
Byron me interrumpió besándome en los labios. 
Me quedé atónita al principio y después le seguí el beso. Nos separamos los dos casi sin respiración, aún con los brazos rodeando mi cintura y mis dedos acariciando su espalda desnuda. 
-Tú me gustas, ¿vale? Me da igual todo lo que me hiciste, me da exactamente igual. 
Sonreí y le besé yo esta vez a él. 
El me levantó y enredé mis piernas alrededor de su cintura, sin perder el contacto con sus labios. Apoyó mi espalda en la pared y siguió besándome. 
-No estas borracha, ¿verdad? -me preguntó, mirándome a los ojos. 
Dejé escapar una risa.
-Verdad -susurré, mordiendo su labio inferior, mientras su mano ya viajaba por mi espalda y desabrochaba mi sujetador.
Sonreí una vez más.

~

-¿Y ahora qué va a pasar, Byron? -pregunté con miedo, aún deslizando mi dedo por su pecho.
-¿Con qué?
-Con nosotros. Recuerda que en tres días ya te vas. 
Suspiró. 
-Francamente, no lo sé.
Entonces, la idea más loca que jamás había tenido se cruzó en mi mente. No sabía si podía funcionar o no, o sin nuestros padres podían estar de acuerdo. O si a él mismo no le parecería una locura y una tontería de la idea tan repentina que tenía en mente. 
Pero eso sólo me invitó a creer más en ella:
-¿Y si vienes a vivir aquí?


36~


Capítulo 36:
{Narra Jane}
-¡Empieza el Factor X!
-Jane, ya se han terminado las audiciones, ya no me vas a oír más.
-¡Sí! Porque en el Bootcam también sales. Y los demás también.
-Quedan 5 minutos, ¿qué quieres para cenar? -me preguntó, apartando el mechón de delante de los ojos.
-No sé, es tu casa, tú eliges.
-No, tu eres la invitada, tú eliges.
-Hmm.. ¿pizza?
-¡Toma!
Sonreí mientras se levantaba del sofá y calentaba el horno, mientras yo seguía tragándome los anuncios de la tele.
-Además, quiero ver este programa, es el último de Bootcam.
Mientras jugueteaba con uno de los hilos sueltos de mis vaqueros, Anne bajaba las escaleras con Gemma a sus espaldas.
-Bueno, nosotros nos vamos. Volveremos tarde, así que no nos esperéis.
Harry frunció el ceño extrañado.
-¿A dónde vais? -preguntó y su madre le besó la frente.
-No tiene importancia. Vosotros pasároslo bien, ¿de acuerdo?
Gemma le guiñó un ojo y revoloteó su pelo.
-Y no hagáis mucho ruido, eh.
Harry rodeó los ojos con una sonrisa y Gemma me dirigió una mirada cómplice, sonriendo también.
-Venga, hasta mañana -y cerraron la puerta detrás sulla.
Antes de que pudiéramos decir nada, la música de intro del programa sonaba en el televisor.
Harry se sentó a mi lado y apoyé mi cabeza en su pecho.
Respiré hondo. No quería recordarmelo ni mucho menos, pero tendría que contárselo cuando antes mejor.



~

-Creo que Nicole es un genio. No sé cómo se le habrá ocurrido pero ha echo bien en juntaros.
Sonrió ante mi afirmación.
Suspiré y le abracé con más fuerza.
-¿Cuándo entráis en la casa?
-El 4
-¿De octubre?
Asintió.
Suspiré de nuevo.
-No podré verte hasta entonces. La semana que viene empieza de nuevo el instituto y trendré que concentrarme si no quiero que mi madre me obligue a dejar de verte. No podría soportarlo.
-Yo tampoco.
Di un pequeño brinco cuando noté el móvil vibrar en el bolsillo. Lo saqué y observé la pantalla. Un nuevo mensaje de Lena:

“Eii pillina! ;) ¿Qué tal todo por ahí? Ya me han dicho estas que bien. Ah, y gracias por contármelo de todos modos, eeeh... me he tenido que enterar por estas dos putas. Ya nos contarás! ¡Y usar protección! Que no me entere yo de lo contrario, que le corto la herramienta ;) Pasároslo bien!
Pd. Dale besos a Harry de mi parte! -Lx”

Sonreí.
Mente sucia.
-¿Tienes un móvil nuevo? -sonrió y me lo arrebató de las manos.
-¡Eh!
-No lo sabía -se levantó del sofá para impedir que lo cogiese y empezó a enredar en él -Ohh.. ¿patrón?
-Hm.. Harry, devuélvemelo -puso una mano en mi vientre para impedir que me acercara más a él.
-Aww, una H. Qué mona. -arrugó la nariz cuando le apareció el mensaje recién recibido de Lena-. Andaa, que mal pensada es la gente.
Aparté la mirada mientras notaba las mejillas ardiendo. Intenté no soltar una carcajada.
-Ermm.. ¡Harry! ¡Devuélvemelo!
-Tranquila, no voy a leer los mensajes. Galería. Anda, ¿quién es este chico tan guapo que tienes de fondo con esos rizos? Hmm -me sonrió pícaro.
Ahora sí, solté una carcajada, me acerqué a él por detrás y me subí a su espalda y él, con otra risa, metió mi móvil al bolsillo y me agarró las piernas.
-Buscas guerra eh.
Me dejó caer al sofá, pero sabía que yo no era tan fácil, así que se sentó a mi lado.
-No soy yo la que la busca, eres tú el que la llama -me lancé a su bolsillo.
Al final ambos nos olvidamos del teléfono por completo, sólo nos dedicábamos a hacernos cosquillas mutuamente, que más tarde se convirtieron en caricias. Sin tener idea cómo, me encontraba apoyada em el respaldo del sofá con Harry a mi lado. Las respiraciones comenzaban a agitarse y los movimientos eran cada vez más bruscos. Sólo abría los ojos cuando mis manos buscaban algo y los cerraba de nuevo cuando éstas habían llegado. Le mordía el labio con suavidad mientras su mano se aferraba con cada vez más fuerza en mi cintura.
-Harry -susurré.
Tenía que contárselo. No podía hacer nada sin que él lo supiera.
Era incapaz.
-Harry -dije ya con voz más segura.
Él levantó la mirada mi me miró a los ojos. Carraspeó.
-Dime.
-Es... es sólo que..
-¿Quieres que pare? -me interrumpió-. Si quieres yo lo entiendo sólo...
-No no no no -le interrumpí yo, hundiendo los dedos en sus rizos-. No es nada de eso, es sólo que... tengo que contarte una cosa antes de nada -dije insegura y con la voz temblorosa, sin perder el contacto con sus profundos ojos verdes.
-Oh.. claro. Dime.
Cerré los ojos y respiré hondo.
Podía perderlo todo en menos de un segundo.
-¿T-te acuerdas de Ethan, el chico del skate?
Frunció el ceño y asintió.
-Creo que sí.
-Bueno, pues -me froté los ojos-... un día antes de ir al aeropuerto para ir a verte, estuvo en mi casa unos minutos. Y-y me dijo que necesitaba hablar conmigo urgentemente, y l-lo que me contó fue que... que estaba enamorado de mí. Y después me besó -en ese momento fue cuando las lágrimas empezaban a caer con rapidez y las palabras fluían casi sin pausas, a trompicones.
Ya no había vuelta atrás.
-Y yo te juro que no le seguí el juego, pe aparté, le grité e incluso le pegué porque estaba enfadadísima y porque yo estoy enamorada de ti, Harry!
-Ehh, shh -atrapó una de las lágrimas que resbalaban por mi mejilla y me abrazó con fuerza.
Me miraba a los ojos, y algo me sorprendió mucho: no parecía enfadado, ni decepcionado. Sonreía. Me sonreía con esa preciosa sonrisa suya.
-Tranquila, no.. no es nada. Tú no has echo nada. Mas que ser jodidamente adorable. Es más, me parece normal todo esto. Yo también estoy enamorado de ti, Jane.
Por un solo segundo sonreí. Pero después me acordé de lo que sucedía. De lo mal que había echo las cosas.
-Ya, pero debería de habertelo dicho antes, haberte llamado y...
-Me lo has dicho ahora, ¿no? Prefiero a que me lo cuentes pasadas dos semanas que no me lo digas. Porque eso significa que puedo confiar en ti.
Sonreí aliviada ante su reacción.
Puede que había echo muchas cosas mal, pero no podía estar más contenta.
Volví a juntar mis labios con los suyos, enrollando mis brazos por su cuello. Apoyé mi frente contra la suya.
-Te quiero -susurré.
-Yo también te quiero -me volvió a besar.
Las caricias aparecieron de nuevo, ahora más abundantes y suaves, las agitadas respiraciones era lo único que se escuchaba por encima de los murmullos de la radio, a excepción de algún que otro gemido que escapaba de los labios de ambos. Sus manos viajaban por todo mi cuerpo y así hacían las mías. Los besos eran los únicos protagonistas en nuestros labios, que se desplazaban por todo nosotros.
Ya era casi imposible hacernos parar.
Sus manos rebuscaban por debajo de mi camisa mientras intercambiabamos posiciones, no había ni un solo segundo en el que nos manteníamos quietos.
Ninguno de los dos era consciente del tiempo ni de la situación, simplemente disfrutábamos en uno del otro como nunca habíamos hecho anteriormente.
Y estaba segura de esto. Jamás antes lo había estado tanto.
Justo cuando pensaba quitarme la camiseta que ya estorbaba en el camino, la puerta principal se abrió y risas provenientes de la calle entraron en el interior de la casa.
-¿Mamá? ¿Qué hacéis aquí tan pronto?
-¿Pronto? -respondió su hermana-. Son las 2 de la madrugada, no digas que no os hemos dado tiempo.
Se me escapó una pequeña risa y Harry me miraba divertido. Me mordí el labio.
Carraspeó.
-Bueno... nosotros ya nos íbamos a dormir, así que... -me agarró de la mano y nos levantamos del sofá.
-Buenas noches.
Le sonreí a Gemma y ella me respondió levantando una ceja.
-Que descanséis.

~

{Narra Jess}
-Así que, tienes un hermano de mi edad -afirmó el chico, dando un último trago del batido que compartíamos.
Asentí.
-Bueno, es un año mayor, pero bueno, sirve -solté una pequeña risa.
Sonrió.
-¿Te he dicho ya que me encanta tu risa?
Sentí cómo las mejillas se me sonrojaban mientras miraba tímida hacia el suelo y negaba suavemente con la cabeza.
-Pues me encanta tu risa -subió mi barbilla con su mano y me obligó a que le mirara a sus preciosos ojos marrones-. Y tu sonrisa también.
No pude evitar sonreír.
Aparté la mirada cuando me quise dar cuenta que llevábamos demasiado tiempo mirándonos a los ojos.
-¿Y si vamos a dar una vuelta? -propuse- Hace un día precioso y no queda mucho para que llegue el otoño.
-Como tú quieras.
Ambos nos levantamos del sofá y salimos fuera del local y nos dirigimos al parque cerca del Támesis.
No había tema de conversación que discutir, sólo con la compañía de cada uno era suficiente para los dos, con el sol débil calentando nuestros cuerpos. Cerré los ojos disfrutando del sol que me azotaba la cara.
Realmente me sentía a gusto a su lado. No como cualquier otro chico. Todos los demás trataban de presionarme y siempre querían algo de mí, como si yo fuera un objeto que pudieran usar. Él era diferente. Muy diferente.
Y por eso me gustaba.
Aunque, a pesar de todo eso, mis sentimientos hacia él no eran del todo claros.
¿Me gustaba de verdad o era sólo un capricho? ¿O solamente era una buena amistad? Hmm.. ¿y él que pensaba? ¿Estaría tan liado con este tema o ya lo tenía más que claro?
Suspiré, suavemente para que Zayn no lo notara, ante ese pensamiento.
Simplemente, lo ignoraría. Solamente disfrutaría el casi único día en el que podía pasarlo con él en una larga temporada. Ya me ocuparía de ordenar mis sentimientos más tarde.
Y así pasamos la tarde, dando vueltas de aquí para allá, entrando a ese local, descansar en aquel otro y cuando salíamos empezábamos a perseguirnos de nuevo, como si fuéramos dos críos. Las risas abundaban principalmente y casi nunca había silencios y muchísimo menos incómodos.
No sabía por qué habíamos quedado. Zayn quería hablar conmigo, pero sospechaba que eso sólo era una excusa para pasar una última tarde tranquilos y solos.
Y se lo agradecía. Mucho.
Necesitaba esto. Pasar un buen rato y desconectar del mundo unas horas. Olvidar todo lo demás y estar pendiente sólo de pasarlo bien y de nada más. Sólo eso.
-¡Cuidado! -grité, saltando de mis pensamientos y apartándome para que el refresco no me mojara.
Zayn soltó una risa.
-Tranquila, lo he hecho a propósito. ¿No confías en mí, o qué? -dijo, acercando de nuevo el vaso peligrosamente hacia mí.
Me aparté más.
-Pues no -aguanté la risa.
-¿No? -volvió a acercar el vaso a mí, y esta vez derramó buena cantidad de limonada sobre mi camiseta y pantalones.
Solté un grito ahogado al sentir el líquido frío sobre mi piel.
-¡Zayn!
-Oops -dejó escapar una risa.
-¡Vas a morir!
Los dos nos levantamos a la vez y yo comencé a perseguirle otra vez, sabiendo que él era mucho más rápido que yo.
Volvimos a atravesar las calles infestadas de gente, puentes, calles secundarias, hasta bajamos añ metro y volvimos a subir, siempre teniendo un ojo encima de él y me faltaba el aire a menudo. Pero me recuperaba de prisa y le alcanzaba enseguida. Llegamos al punto en el que Zayn se quedó sin aire esta vez y paró en medio de un parque con poca gente.
Se apoyó en sus rodillas e hizo ademán de volver a respirar con normalidad. Yo me paré unos pasos detrás suya y me acerqué a él con una sonrisa triunfante en la cara.
-Anda.. si el chico malo se ha cansado -me apoyé en su espalda.
Él me sonrió y con un movimiento rápido consiguió que apareciese encima de su espalda.
-¡Eh! Que la que tenía que vengarse era yo -protesté, revoloteando piernas y brazos para que me soltara.
Pero él solo se reía y se posicionaba en tales posturas que me daba la sensación de que me podía caer en cualquier momento.
-¡Suéltame! -dije, agarrándome a un árbol.
-No -parecía hacer fuerza para que me soltara del árbol y así poder seguir haciendo sus maniobras.
Sonreí pícaramente.
Solté el tronco del árbol de golpe, haciendo que Zayn perdiera el equilibrio y acabáramos los dos en el suelo.
-¡Auch! -protesté.
-¿Por qué te has soltado? ¡Me he hecho daño!
Solté una risa en símbolo de burla.
Se mordió el labio para no dejar escapar la risa y se lanzó a mi vientre hundiendo sus dedos en él, provocando cosquillas.
-¡Zayn! -chillé entre risas- ¡Para ya!
Y él lo hizo. Paró al segundo, aún con esa preciosa sonrisa jugando en sus labios.
Los dos estábamos tumbados, uno al lado del otro. No me había dado cuenta de nuestra postura hasta ahora, mirándonos a los ojos. Las respiraciones que poco a poco se volvían a la normalidad era lo único audible entre los dos. También me había dado cuenta de que la hierba estaba mojada. Pero no parecía importarme; sus ojos marrones estaban clavados en los míos. Me dio la sensación de que podía haber un mundo detrás de ellos. Que podía sumergirme en ellos y nadar en ese precioso mar marrón. Podría haber deseado que ese momento no pasara nunca, que podía pasarme ahí la vida entera, observando sus ojos y su mirada tranquila y serena. No me había dado cuenta, pero ya podía sentir su respiración sobre mis labios de lo cerca que estábamos. Podía sentir sus labios.
All my friends tell me, I shoulr move on” Sonaba Dark Paradise de Lana Del Rey, indicando una llamada entrante.
“¿En serio? ¿Justo ahora?” pensé.
Zayn cerró los ojos suspirando.
No le había contado a ninguna de las chicas que pasaría la tarde con Zayn y los dos habíamos acordado que no se lo contaríamos.
Así que tenía que coger el teléfono.
Saqué el móvil que vibraba del bolsillo y presioné el botón verde, no sin antes dirigirle una mirada de disculpa a Zayn. Él me sonrió.
-¿Hola?
-¡Jess!
-¡Jane! ¿Qué tal?
-Bien. ¿Dónde estas?
Mierda.
-Eehh.... estoy, erm, dando una vuelta por el casco viejo para desconectar un rato, ¿por qué?
-Ah... no.. es que acabo de volver de Cheshire y quería verte... y hablar.
Me mordí la uña.
No podía hacerle eso a Zayn. No podía. Pero si quería sonar convincente y no levantar sospechas, no tenía otra opción que preguntarle.
-¡Ya has vuelto! ¡Qué bien! ¿Y qué tal..... todo?
-Nada, Jess.
-¿Nada? ¿Nada de nada? -pregunté decepcionada, y algo preocupada.
Y muy extrañada. Zayn me miraba de igual manera, ya que sabía que iban a pasar la noche juntos.
-Nada de nada.
-¿Y eso?
-Bueno, pues al principio iba todo muy bien y..
-Jane -le interrumpí-. Esto de hablar de este tema por teléfono me parece super violento. ¿No prefieres hablar luego en tu casa, calentitas y tranquilas?
-Sí, porfavor. Y te quedas a dormir. -parecía aliviada.
-Como tú quieras. Luego me paso y me lo cuentas todo con pelos y señales.
Zayn me miró raro al pronunciar ese dicho. Le pegué en el hombro.
-Jess. Gracias, en serio.
-No es nada cielo.
-Ah, y Jess. No llames a las demás por favor.
-Hmm ¿por qué no?
-Porque no me entenderían. Además, tengo que contarte una cosa.