Capítulo 11

Ahora.
{Narra Jess}
Cuantas más vueltas das a un pensamiento, más remoto te parece. Empiezas a pensar que el pensamiento es absurdo e incoherente. A mí me ha pasado mucho, y me limito a apartarlo de mi mente, cuanto antes mejor. El pensamiento puede ser cualquiera, por muy insignificante que pueda ser. Y mi curiosidad por conocer si soy la única a la que le ocurre esto acaba afectándome, y lo único que he conseguido compartiéndolo es que el resto me mire con ojos eclipsados.
Mucha gente dice que he cambiado, que los hechos que protagonizan mi pasado han tomado venganza, y que me han convertido en lo que soy ahora. Tantas veces me lo han dicho que ya no me molesto cuando me lo dicen. Antes me afectaba de una forma u otra, pero ahora las palabras corren por un rincón de mi mente que trato de ignorar.
Mi círculo de amistades se ha ampliado gracias a la carrera que estoy estudiando, y a ellos mi pasado no parece importarle, ya que ellos me conocieron así, no como era antes. La gente que me rodea ahora no conoce a la Jess rubia, con los ojos brillantes y siempre alegres, y no a la Jess morena, que sólo sonríe si es necesario y que viste con ropas oscuras y anchas la mayoría del tiempo. Se podría decir que están acostumbrados a mis respuestas no siempre amables, pero aún así me aprecian de la misma manera, ya que, todos mis amigos, son como yo.
Probablemente, si la gente de mi pasado me conociera ahora, no me reconocería. No sólo por el aspecto, si no también por mi forma de vida de ahora. Y me dirían que estoy yendo por el lado equivocado, que ya tenía mi futuro escrito y que lo estoy arruinando con mis actos. Es lo que pretendo; cambiar mi futuro, porque el pasado no puedo.
Ahora vivo con otras cuatro personas. Dos chicas y dos chicos, y no nos conocemos el uno al otro mucho, pero coincidimos en una cosa: el pasado no nos marca y tratamos ser libre de él. Sólo compartimos unos minutos de la mañana y tarde por la tarde, ya que tres de ellos madrugan para ir a trabajar y así pagar el alquiler del piso que compartimos. Yo y el chico que queda, seguimos estudiando. Mi madre, aún por el poco contacto que tenemos, me sigue mandando dinero mensual. Ese es nuestro pequeño trato; ella paga los dos primeros años del piso, y a cambio yo no bajo del siete en mi nota media.
Eso es algo que mis compañeros de piso no saben. No saben que mantengo esta relación tan estrecha con mi madre, ya que todos no tienen ninguna con la suya. Ellos son distantes, pero a la vez son amables. Sobre todo al principio. Me trataban como si me podrían romper. Pero se ablandó en confianza al cabo de dos meses, y la relación ahora está bien amueblada.
El piso en el que vivimos es pequeño, pero suficiente para los cinco. Tengo suerte de que no tengo que compartir habitación con nadie, ya que hay tres habitaciones, una pequeña cocina, un salón medianamente amplio y dos baños. Suficiente para mí. Lo que sí me mantiene despierta algunas noches, son los contantes crujidos de la madera vieja estremeciéndose con el viento, y el gemido de éste colándose por las rendijas sin cerrar. El bloque de pisos es muy viejo, y se cae a cachos. Mis compañeros dicen que no debo preocuparme, que lleva en mal estado veinte años, pero eso sólo consigue que me preocupe más.
El chico que no trabaja, como yo, pasa mucho tiempo conmigo, y es con el que más confianza tengo, ya que fue él quien me introdujo a sus compañeros y el que me pidió que viviera con ellos. No es que tengamos la relación más sólida de todas. Tampoco es la mejor amistad, y casi incluso dudo que lo sea. Es solo que con él paso la mayoría de mi tiempo. Ninguno sabe del pasado del otro, y sé que ambos pensamos que es lo mejor y que carece de importancia.
¿Para qué recordar el pasado, si lo que voy a compartir con él es el presente?
Creo recordar que su nombre es John, aunque por una u otra razón, el resto de compañeros lo llaman Kepper. Desconozco el por qué, pero sólo he escuchado a los profesores llamarle por su nombre de pila, y su reacción es siempre un gruñido de desaprobación. Al final del curso, todos acaban llamándole por su apellido. Su aspecto es oscuro, nunca he visto vestirse con ropas de colores claros, exceptuando el blanco. Su pelo es corto y negro. Tan negro como el azabache, y, dependiendo de cómo le de la luz, surgen algunos reflejos azul eléctrico. Claro que, si no te fijas bien, no lo ves. Su piel es blanca como la de cualquier otro inglés, y sus ojos grandes y rasgados, grises oscuros como el de las nubes de las tormentas más oscuras. Podría decirse que es guapo.
Parece casualidad justo cuando él abre la puerta de mi habitación y se asoma por ella, sonriéndome débilmente. Aunque sé a qué viene, me sobresalto incómoda cuando veo que permanece parado en la puerta, esperando a que reaccione.
-¿Estás lista? -opta por decir cuando ve que no me muevo de mi sitio.
Me doy una palmada en la frente mentalmente por ser tan tonta y asiento, devolviendole la sonrisa. Aparto el portátil de encima mía y me levanto de la cama para ponerme las zapatillas.
Kepper espera paciente en la puerta y me mira de soslayo, no queriendo meterme prisa.
Atravesamos el estrecho pasillo hasta llegar al vestíbulo. La puerta está abierta y la chica con el pelo rojo está hablando con alguien al otro lado de la puerta. Sólo puedo ver su pelo y escuchar su voz grave. Se ríe.
Con el ceño fruncido, avanzo hasta donde está ella y lanzo una mirada expectante.
La pelirroja se gira y me mira con una sonrisa de oreja a oreja.
-Jess, Kepper, hay alguien a quien me gustaría presentaros.
Alzo las cejas. Una chica no muy alta y muy muy delgada con aspecto vulnerable entra en el vestíbulo con una sonrisa tímida. Sus finísimas piernas parecen dos palos cubiertos con una tela negra, y el cuerpo lo tiene cuierto con una sudadera tres tallas más grande que la suya gris y muy desgastada. El pelo liso y moreno le cae por la cara, pálida y escondida por su pelo. Se agarra las mangas de la sudadera con fuerza.
Intento sonreír, y me acerco a ella para darle dos besos.
-Encantada, soy Jess.
Sus ojos se posan en los míos por escasos dos segundos. Marrones y profundos. Me resultan horriblemente familiares. Los aparta con rapidez y sus movimientos se convierten en torpes y nerviosos.
-Squizz -dice con voz temblorosa y apenas en un susurro.
Un sobrenombre. Otro sobrenombre. Voy a preguntarle de dónde viene el nombre cuando me recuerdo a mí misma la norma de la casa.
Nada de preguntas.
Kepper se presenta también, y la chica con el pelo rojo me mira.
-Es la chica nueva que os dije que vendría. Ha venido antes de lo esperado -añade una risa.
Lo que significa, adiós libertad y hola compañera de cuarto.
-Perfecto. ¿Cuándo te instalarías? -pregunto sonriéndole.
Sus ojos vacilan y se pone más nerviosa todavía. Me mira sin mirarme a los ojos.
-Hoy.
-¿Hoy? -decimos Kepper y yo a la vez.
La chica pelirroja nos interrumpe.
-Está todo arreglado, chicos. No os preocupéis.
Asiento.
-Está bien. Esperame aquí.
Me doy la vuelta y voy hasta mi habitación. Pongo mi cama contra la pared y recojo todo lo que hay bajo la cama. La caja que tanto he guardado bajo la cama está todavía en su sitio bajo una gruesa capa de polvo blanco. La recogo del suelo y cuando voy a ponerla encima de la mesa, tropiezo con la pata de la cama y la caja cae al suelo, tirando todo su contenido al suelo.
Maldigo en voz baja cuando me levanto a recogerlo con prisa, metiendo las cosas de nuevo dentro y asegurándome que nadie ha visto los papeles que hay dentro. Son fotos, principalmente, de mi antigua vida. Fotos con amigos, fotos de mí misma, fotos con familiares. Las cuento rápidamente y me doy cuenta que falta una. Paso la mirada por el suelo de la habitación buscando la foto casi con desesperación. Sonrío de alivio cuando la veo en el umbral de la puerta. Gateo hasta ella y cuando llego, una mano del cielo baja y la recoge. Subo la mirada para saber quién la ha cogido con miedo, y veo que la chica nueva estudia la imagen con el ceño fruncido, con pánico en los ojos.
Me levanto del suelo y tiendo mi mano para que la chica me devuelva la foto. La mira unos segundos más y me la deja en la mano. No miro la foto demasiado; los recuerdos que me produce esa foto son demasiado dolorosos para poder soportarlos.
Abre la boca para preguntarme, pero yo le corto:
-Mi mejor amiga. Se suicidó hace dos años.
Y sin añadir nada más, meto la foto dentro de la caja y la empujo debajo de la cama. La chica me mira apenada, sin saber muy bien qué añadir y sin mirarme a los ojos todavía. Salgo de la habitación con una lágrima en el rabillo del ojo, que no dejo que salga.

~

-Es rara -digo por fin.
Kepper pone los ojos en blanco.
-Eso es justo lo que pensé de ti cuando te vi entrar por la puerta.
Intenta hacer que me sienta mal por decir eso de la chica nueva, pero no puedo evitarlo. Es rara.
-Eso no quira que lo sea. No me ha mirado a los ojos ni una sola vez. No ha pronunciado una palabra en voz alta. Es como si... quisiera esconderse de algo -sacudo la cabeza-. Por lo menos no tengo que preocuparme si habla mucho.
Se ríe ante mi comentario y no puedo evitar unirme a él.
Escogemos una mesa para sentarnos. Es un chico majo, muy amable a pesar de las apariencias oscuras, aunque el tiempo ya me ha enseñado que no se deben juzgar a las personas por las apariencias.
-Jess, déjala en paz. Seguro que tiene sus motivos para estar así.
Suspiro.
-Está bien. La dejaré en paz.
Me dedica una sonrisa y se la devuelvo. La camarera recoge nuestros pedidos en un trozo de papel con una sonrisa falsa y constante en su cara. Cuando se marcha, Kepper y yo no podemos evitar reírnos de su aspecto y de su trato hacia nosotros. No lo hacemos con mala intención, no tenemos nada en contra de ella, pero su aspecto aniñado y sus vestidos con tonos rosas nos producen risas sin poder evitarlo.
Aunque en el fondo, la camarera me recuerda tanto a mí que me parece ridículo. Antes yo era así, iba por la calle siempre con una sonrisa en la cara aunque estuviera al borde de las lágrimas aunque fuera por una tontería, vestía siempre como si fuera a un evento muy importante, siempre arreglada y bien vestida, con tonos siempre claros. Me importaba demasiado lo que los demás pensaran sobre mí, y eso hizo que me diera cuenta de en dónde me estaba metiendo realmente.
Sacudo la cabeza intentando borrar los trazos de mi pasado que me colorean la mente, y para distraerla, paso a pensar que mi relación con Kepper no es tan mala como en realidad pensaba que lo era. En realidad, ámbos nos lo pasamos muy bien juntos, y cada vez que salía con él a algún lado me sentía protegida y en buenas manos. Aunque él es un chico muy reservado y no le gusta decir las cosas que le pasan por la cabeza en alto, sé que le gusta mi compañía, ya que no se mostraba así de abierto con el resto de compañeros, aunque con ellos ha pasado más tiempo que conmigo. Varios años, incluso. Y aún así, de alguna forma conmigo es diferente.
Creo que no puedo evitar ser amable con la gente. Cuando intenté evadirme de la gente de mi pasado, creé un segundo yo para que no me pasara como me había pasado. Uno de los errores que cometí fue ser demasiado buena y flexible, y ahora estoy intentando cambiar eso, pero parece que no puedo evitarlo.
Aunque no me molesta ser amable con Kepper como me molesta serlo con la chica pelirroja, también compañera mía de la que siempre se me olvida el nombre. Cada vez que la busco siempre la encuentro sin tener que llamar su nombre, o sobrenombre. En el piso soy la única que no ha sido capaz de idear un sobrenombre decente, aunque tampoco es que haya dedicado demasiado tiempo a ello. No tengo nada en contra de mi mente ni quiero esconderme de nadie, así que decidí dejar mi nombre como está.
-Igual es el uniforme del trabajo. Creo que no hay nada más rosa que lo que lleva puesto -dice Kepper, mirando de reojo a la barra, donde la chica está preparando nuestros batidos.
Sigo su mirada, y me doy cuenta que lleva un vesido hasta las rodillas pomposo rosa fucsia y con un delantal amarillo pálido cubriendo la parte delantera de él. Más que fucsia parece una luz de discoteca. Aparto la mirada.
-Espero que lo sea. No puedo mirarlo dos segundos seguidos sin que me duelan los ojos.
Ambos reímos ante mi comentario. Vemos a la susodicha acercarse con la estúpida sonrisa en la cara y con una bandeja plateada sobre su mano. Se agacha y pone los dos vasos de cristal en la mesa más una bandejita de metal con un trozo de papel encima. Nos sonríe una última vez y se va.
-Pagas tú -decimos los dos a la vez.
-Yo pagué la última vez. Te toca a ti -dice él, levantando las manos.
-¡Eso es mentira! Yo he pagado siempre que venimos porque dices que aún no has cobrado tu sueldo.
Suspira.
-Es que ún no he cobrado mi sueldo.
-Me da iguaaaal. Te toca pagar a ti. Si hace falta prostitúyete, pero ésta vez yo no pago.
Suspira de nuevo y saca un degado fajo de billetes de su bolsillo. Mirándome con una sonrisa juguetona, deja un arrugado y sucio billete de cinco en la bandejita.
-Pero la próxima pagas tú.
-Eso ya veremos -digo, con una sonrisa triunfante en la cara y dando un sorbo a mi batido de chocolate con nada montada.
Miro la puerta del local cuando escucho una campanita cuando se abre la y mi sonrisa se desvanece cuando veo a la última persona que quiero ver entrar en él con una carcajada de alegría.




_______
No sé si podré subir el miércoles que viene porque me voy a Madrid para el concierto entonces no sé si voy a tener tiempo de terminar el capítulo 12, veré si lo subo o no :) 
Gracias por leer <3
-mau 


Capítulo 10

*leed nota de autora al final por favor! :))*


Capítulo 10:

Antes.
{Narra Jane}
Saqué con cuidado y procurado hacer el menor ruido posible las llaves de la cerradura, y con pasos suaves y cautelosos sobre el pulido parquet, la cerré a mi espalda. Me quité las botas despacio para no hacer ruido con mis pasos torpes y los dejé bajo el perchero. Las llaves, que seguían enterradas en mi mano, fuertemente cerrada sobre ella para que no replicaran unas sobre otras y causara un pequeño, pero notable ruido, que podría despertar la casa entera, preferí guardarlas en la palma de mi mano hasta llegar a mi habitación y dejarlas ahí directamente.
Los recuerdos de principios de año se avalanzaron sobre mi mente como las gotas de lluvia contra el pavimento en la calle. Recordaba una noche de marzo, de ese mismo año, volviendo a casa a horas similares a aquella, con el teléfono de un desconocido temblando de frío en mi bolsillo. La temperatura y el clima exterior era la misma, pero la historia que adornaba el aire que se respiraba era completamente distinto.
Parecía mentira que aquello hubiera pasado en menos de un año. En menos de un año, mi vida había dado un giro inesperado. Me había desenamorado y llevado un gran disgusto, al principios de ese año, y al contrario parecía que habían pasado cinco. En esos instantes parecía que mi vida jamás volvería a ser la misma. En el momento en el que Dan me dejó, parecía que mi vida se desmoronaba, que las murallas que había construido para mantener firmeza en mi vida se rompían a mi alrededor y que todo lo que había estado recolectando hasta entonces se iba pudriendo con el paso del tiempo. Y también me dejó un recuerdo amargo y con mal sabor, y el dolor aún seguía muy en el fondo de mi pecho. Y todo cambió drásticamente cuando me encontré el teléfono en aquel autobús. Jamás hubiera imaginado, que ese chico con ojos verdes, al que al principio odiaba por sus insinuaciones, acabaría siendo el chico. Ni siquiera mis cercanos lo imaginaban.
Quien iba a decir que aquel verano iba a ser uno de los mejores que había vivido hasta entonces, en donde todas mis dudas acerca de mis sentimientos hacia él parecían confirmarse con cada acto que él me daba a entender con la mirada. Y quien hubiera imaginado que aquel chico, del que resultaba que estaba enamorada más tiempo del que yo sabía, se convertiría en uno de los chicos concursantes de la mayor plataforma comercial de música del país y del mundo del espectáculo y de la fama. Y, ni yo lo hubiera sabido, que el chico, que resultaba que antes era mi mejor amigo, me chantajearía de una forma tan dolorosa como había hecho.
Y todo aquello, en menos de un año.
¿Alguien se creería que acababa de volver de una tarde llena de risas y de buen ambiente, con el chico que me traicionó? ¿Alguien se creería que no era la primera vez que lo hacía? Conté mentalmente, y ya era semana y media que quedábamos cada tarde para pasarla juntos. Y cada tarde lo disfrutaba más.
Ellen sólo sabía que había pasado la tarde con Ethan una vez, el resto, como esa tarde, me había inventado cualquier escusa creíble para no tener que darle detalles ni nada por el estilo. Y ella, parecía que no sospechaba.
Subí con especial cuidado las escaleras, para no hacer ruido y para no caerme -ya que yo seguía siendo muy torpe y estaba oscuro-. Antes de dirigirme a mi dormitorio, me asomé por la puerta de la habitación de Ellen para ver si seguía despierta.
Probablemente, aunque hubiera hecho algo más de ruido, mi madre no me diría nada especialmente fuerte, ya que mañana era sábado, por lo que podía llegar más tarde si quería yo.
La luz de su habitación estaba apagada, y la ventana abierta de par en par, por lo que un frío helador colgaba en el aire como un manto blanco. Con algo de miedo de despertarla, encendí la luz pequeña para ver si lo estaba, y me encontré con una cama vacía y deshecha.
No me sorprendí demasiado, ya que Ellen también estaba en su derecho de salir por la noche si quería, con la condición de no volver apestando a alcohol o a tabaco. Lo que era, en cierto modo, comprensible.
Salí de la habitación algo más relajada, contenta por tener que ahorrarme la explicación que tendría que inventarme para no preocuparla.
Me deslicé dentro de mi habitación, y una vez cerrada la puerta, dejé las llaves encima de la mesa. Al mirarme la palma de la mano, pude ver que la marca de éstas se habían quedado marcadas en la piel a causa de la presión que había ejercido sobre ellas. Me hacía daño cuando me pasaba el dedo para comprobar el tacto.
Rápidamente, me desvestí y me enfundé mi calentito pijama de color marrón oscuro, con el pelo todavía mojado a causa de la torrencial lluvia que golpeaba con fuerza la calle.
Con mucho más sueño que hacía siquiera dos minutos, me enterré a mi misma entre mis mullidos edredones de plumas a prueba de los inviernos fríos de Inglaterra y me dispuse a dormir, cuando de nuevo los recuerdos me taladraron.
Ethan realmente parecía afectado con toda esa situación. Al principio me trataba con mucho cuidado, midiendo cada palabra para intentar no herirme con alguna expresión mal dicha o algo por el estilo. Lo disimulaba demasiado bien, intentando que yo no me diera cuenta, pero sí que lo hacía. Acababa por hartarme, por lo que antes de ayer se lo dije, y a partir de entonces me trataba justo igual que antes, como si no hubiera pasado nada de aquello, que era lo que yo pretendía desde el principio al salir con él.
Una de las razones por las que no le había contado aquello a Ellen era porque ella, a la tercera salida, ya lo habría llamado “cita”, cuando era justo esa palabra que quería evitar.
Aquella tarde nos tuvimos que refugiar en un porche cercano al skate, donde pasábamos la mayoría del tiempo. Él insistía en que no le gustaba mostrar sus trucos cuando no estaban del todo dispuestos, pero yo no hacía más que presionarle para que lo hiciera. Ethan, sin exagerar, era uno de los mejores que había visto con la tabla. Había visto a mucha más gente al rededor nuestra que practicaba al igual que hacía él, pero, aunque él era bastante modesto en ese tipo de cosas, Ethan era uno de los mejores sin duda. Más de una vez me había invitado a que me enseñara, pero no mantenía el equilibrio ni en línea recta, por lo que acabé pasando del tema y pasando las tardes viéndole practicar, y muchas veces me reía de él, por algún truco defectuoso. Por supuesto había una carga importante de ironía mezclada en ella, ya que nunca me reía en serio, para herirle. Y me ganaba más de una vez una persecución, y cuando me atrapaba, me tiraba a la hierba mojada como castigo.
Realmente me lo pasaba muy bien con él.
En el porche decidimos que podríamos ir al cine a ver alguna película o lo que fuere para no mojarnos, pero aún así poder pasar tiempo juntos. Él no lo decía con esta directa, pero yo lo notaba en su voz. Meses antes esa intención me hubiera molestado, por lo que tuve que recordarme a mí misma que era soltera, y que podía salir con chicos sin estar conectada a un compromiso. Y me gustaba la sensación de estar cerca suya, sin compromisos, sin ataduras. Libre de hacer lo que quería sin ser juzgada por nadie.
Por primera vez en mucho tiempo estaba soltera de nuevo.
Y eso hicimos, nos dirigimos corriendo manzanas abajo hasta cojer el metro para acercarnos al centro de la ciudad. Desgraciadamente, el barrio en el que vivíamos no era lo suficientemente grande para tener un cine que ganara lo suficiente para mantenerse abierto al menos un año, por lo que si queríamos ver una película debíamos ir al centro para hacerlo.
Una vez ahí, me tuve que detener para mirar la plaza, y unos cambios en mi mente se realizaron con automaticismo. Recordaba la plaza perfectamente. Un mes y medio antes, en esa misma plaza, se había realizado la premiere de la última película de Harry Potter, y ellos habían asistido, como artistas invitados. Yo, por supuesto, no estaba invitada, al igual que Hannah, que se quedó ese día conmigo en casa para verlo a través de la televisión. Siempre había sido una gran fan de la saga -más de la de los libros que de la película, pero eso es irrelevante-, y me hacía especial ilusión que ellos podrían asistir. Era emocionante sólo el hecho de que vería al reparto en persona. No sentía celos, ni nada por el estilo, nunca lo había hecho. Estaba emocionada por ellos, porque estaban cumpliendo su sueño y yo lo estaba haciendo con ellos.
Ethan tuvo que tirarme del brazo para que la lluvia dejara de mojarme y para que me moviera de mi sitio, en el que estaba clavada en el suelo contemplando la plaza entre mis ensoñaciones.
La película ya la había visto dos veces, pero eso Ethan no lo sabía, y tampoco me importaba demasiado volver a verla. La Cámara Secreta siempre había sido mi libro y película favorita de la saga, pero la última la rozaba suavemente. Tanto como el resto, era perfecta.
Una vez dentro de la sala, que, como siempre, estaba abarrotada de gente, nos dieron la penúltima fila, y muy centrada además. Me sorprendió, ya que habíamos llegado de los últimos pero aún así las butacas eran de las mejores. Ethan no me quiso responder cuando se lo pregunté.
Sólo estábamos los dos en aquella fila, exceptuando a una pareja bastante acaramelada en la otra punta de ésta. La fila de atrás también estaba vacía, pero delante nuestra estaba bastante lleno, no tanto como las últimas veces que había ido, pero sí con un relativo número de personas.
Durante la película no pasó demasiado, aunque sí algunos detalles que hicieron cambiar mi visión de la situación un poco diferente.
No conocía los pensamientos de Ethan acerca de la película, ya que yo estaba demasiado enfrascada en ella. Y, pese a aquello, sentí cómo mi corazón se me subía a la garganta cuando sentí su brazo deslizarse con cuidado sobre mis hombros. Al principio me costó bastante asimilar qué estaba ocurriendo, pero luego traté de convencerme a mí misma que él ya había olvidado sus sentimientos hacia mí, por lo que supe que sólo se trataba de un gesto cariñoso compartido por dos amigos. Yo me recosté algo para que no estuviera tan incómodo. Al principio estuvo tenso, con miedo al rechazo, pero a los pocos minutos ya lo escuché suspirar con alivio. Y estuvo el resto de la película enredando un mechón de mi pelo entre sus dedos.
Di una vuelta en la cama para tratar de dejar de recordar toda la tarde, pero parecía que a mi mente le apetecía pensar sobre aquello para tratar de mantener las cosas en contexto y despejar dudas, que las tenía, y muchas.
Como siempre él me acompañó a casa, y por suerte la lluvia ya no era tan torrencial como antes, pero aún seguían cayendo gordas gotas de agua heladas. De lo que no me había dado cuenta es de que llevábamos toda la vuelta hacia nuestra casa cogidos de la mano, y yo no me di cuenta hasta el momento en el que me la soltó. Como siempre nos despedimos con dos besos en las mejillas, no me quise dar cuenta, pero el último beso estaba casi rozando la comisura de mis labios.
Resoplé, apartando el edredón de encima mía exasperada.
Era imposible dormirse en esas condiciones.
Me levanté de la cama dispuesta a dar vueltas hasta que me diera algo de sueño, que tan rápido se me había quitado. Vi mi pequeño portátil resplandecer en mi mesa de estudio, por lo que lo agarré y me senté en el alféizar de la ventana, con el cristal abierto para escuchar el compás de la lluvia. Era muy relajante.
Como acto reflejo tecleé “twitter” en la barra buscadora, pero rápidamente lo evité. No tenía ganas de responder con ironía a mensajes privados de Louis irónicos o insultos de fans aleatorios. No estaba de humor para aquello.
Entré en Skype por si estaba conectado alguien interesante con quien hablar o, en el extremo de los casos, molestar. Se me hizo raro ver que Ellen no estaba conectada, ya que era nuestro normal modo de comunicación si no eran las llamadas directas.
Al ver que no había nadie conectado, enchufé mis auriculares y abrí uno de mis archivos en PDF para leer libros en español que ahí no podía conseguir, para así mejorarlo.
Al principio me costó más que nunca. Nada más llegar a Inglaterra sólo leía en inglés, y ya nunca más lo hacía en español. Por lo que me costó bastante. Pero luego, al cabo de dos semanas leyendo en ambos idiomas, a la hora de leer ya no sabía muy bien si leía en español o inglés. Al principio me releí los libros que me había traído desde ahí, pero ya me los había terminado todos por lo que acabé descargándome libros en el ordenador mismo. Era muy incómodo, pero algo era algo.
Mientras leía, la pestaña del Skype, todavía abierto, parpadeaba en un color naranja, avisándome de una nueva notificación. Mi corazón dio un vuelvo cuando lo vi, un nuevo mensaje. Harry estaba conectado.
¡Fea! Qué sorpresa verte conectada”
Estaba claro que su mensaje estaba lleno de ironía, ya que me pasaba la mayor parte conectada a Skype para hablar con gente que no podía ver diariamente.
Sonreí ligeramente y le respondí sin más demora:
Buenas noches a ti también eh. Me sorprende que tengas tanto tiempo para esto”.
Y tan poco para mí -me hubiera gustado ponerle, pero ante todo tenía que ser educada y no tener que avivar la situación, y no hacerla más incómoda de lo que, para mí, ya lo era.
Su respuesta tardó algo en llegar, y yo cada vez me ponía más nerviosa.
Lol. ¿Puedo llamarte?”
Mi mandíbula se desencajó de la sorpresa. ¿En serio quería verme?
Me pasé con rapidez los dedos por mi todavía húmedo pelo, pero no había forma de arreglarlo, y mis mejillas tenían un ligero tono rosado a causa del frío.
¡Estoy horrible! No sé si quiero que me veas así...”
No seas tonta, seguro que no es así”.

-¡Madre mía, Jane, qué pelos! -exclamó Harry al otro lado de la pantalla, una vez hube aceptado la llamada.
Le fruncí el ceño y aparté la cámara del ordenador y se la dirigí hacia el interior de mi habitación.
-¡Oye!
Escuché su risa por lo bajo.
-Vamos, si sabes que sólo bromeaba.
Sin dejar de fruncir el ceño y intentando que no se me notara la sonrisa traviesa que trataba de hacerse paso entre mis sentimientos, volví a enfocar la cámara en mí, aunque no me hiciera demasiada gracia.
-Así mucho mejor.
Le dediqué una mueca burlona, sacándole la lengua.
-¿Dónde estáis ahora? -pregunté, tratando de preguntar algo.
-Glasgow. Acabamos de terminar un concierto, y mañana tenemos un último cerca de aquí, no sé en dónde. Y la semana que viene a Irlanda.
Bufé.
-Qué perezón. No sé si yo aguantaría todo eso...
Él sólo se encogió de hombros, con una sonrisa torcida.
-Es lo que tiene, supongo.
-¿Y vacaciones? ¿Cuándo os dejan tranquilos?
Me miró con una ceja alzada y evitó reírse con mi comentario, con una mano enterrada en su pelo.
-A mitades de diciembre, en dos semanas. Y luego ya hasta que nos llame Simon para ver qué hacemos...
No pude evitar sonreír.
-No confío en Simon, pero en vosotros sí. Si Simon no quiere firmar, tendréis a más de una discografía pidiendo vuestras firmas, eso lo podéis tener claro.
-Mejor no pregunto por qué no confías en Simon, ¿verdad?
Porque gracias a él pasó todo esto -quiero responderle, pero me detengo a tiempo.
-Verdad -respondo a su vez, sonriendo e intentando que la conversación no sea demasiado incómoda, riendo carcajadas bajitas.
-Jane... -pronunció mi nombre con un ligero temblor en su voz- tengo algo que quiero preguntarte.
Parpadeé varias veces e intenté que mi curiosidad no se hiciera dueño de mis actos. Tragué saliva y sonreí de lado.
-Um, claro, dime.
Apartó la mirada y mira al vacío, como si estuviera pensando la manera de decirlo. Fruncí el ceño y espero paciente, no queriendo atosigarle.
-¿Cómo te... sientes?
Arqueé una ceja.
-¿Cómo me siento en qué sentido?
En realidad la respuesta ya la conocía y de sobra. Solo que no sabía realmente qué responderle. Ni siquiera yo sabía cómo me sentía. Ni siquiera me lo había preguntado. El nudo no tardó en llegar a mi garganta. Suspiré en silencio.
-Bueno... ya sabes. Sobre todo esto.
Me encogí de hombros.
-Estoy bien, supongo. Es bueno eso de ser amigos. La verdad es que estaba un poco harta de todo y de todos. Todas, en realidad. Y todavía tengo el twitter lleno de mensajes de odio, así que imagínate. Estoy bien.
-Me alegra escuchar eso. Lo de que estás bien, quiero decir -se rió bajo y apartó los ojos de la pantalla.
Sonreí, sin saber muy bien cómo responder a eso.
-Lo siento, Jane -dijo después de unos largos segundos de silencio.
Fruncí los labios e hice ademán de responderle, pero se me adelantó de nuevo.
-Siento que todo esto es por mi culpa. No debería de haberte mareado de la forma en la que hice, debería de haberle dejado las cosas claras a Simon y no involucrarte. En serio que lo siento, todo podría ser muy diferente ahora.
Me encogí de hombros.
En parte tenía que estar de acuerdo con él. Todo esto de la fama me superaba en todos los sentidos, y no tenía ni la menor idea de cómo él estaba reaccionando ante todos los cambios que la vida le estaban preparando en ese momento. Y sólo por eso no tenía ni la menor idea de cómo iban a estar las cosas entre nosotros si todo eso no hubiera ocurrido. Ya que, no pensaba que yo iba a aguantar mucho en esas condiciones.
-Yo también lo siento.

_____________________________________________
HOLA LECTORCILLOS Y LECTORCILLAAAAAAAS 
¿Sabéis una cosa? ES VERANOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO. 
Bueno, como he prometido, aquí tenéis el capítulo 10! Y antes de terminar de molestaros, voy a deciros unas cuantas cosas. 
Tengo muchíiiisimos proyectos para sm, pero he decidido que no os voy a decir nada hasta que esté decidido por completo, pero os puedo decir que va a haber sm para un rato muy largo. Por ahora sólo tengo dos proyectos en marcha, pero quién sabe si se me van a ocurrir más cosas.. 
He prometido que iba a editar TODA la primera temporada, y sé que dije que la iba tener para ahora, pero la verdad es que primero de bachiller es muchísimo más duro de lo que pensé y no he tenido tiempo de nada, lo siento mucho. Pero lo bueno es que ahora tengo todo el tiempo del mundo así que voy a intentar acabar de editarla entera en dos o tres semanas, y entonces subiré todos los capítulos editados :) Es importante que la leáis, porque va a ser completamente (no tan completamente) diferente a la de antes, y la segunda temporada se ciñe a la primera así que va a haber cosas que no han aparecido en el original y que van a aparecer en la segunda y puede que no entendáis las cosas, así que yo os aconsejo de que la leáis. Yo os avisaré cuando lo haya hecho. 
En cuanto a mis horarios de subir capítulos, lo que voy a hacer es subir todos los capítulos que tengo escritos (creo que tengo hasta el 12 sin terminarlo, que lo terminaré en seguida) todos los miércoles de aquí en adelante. Y cuando suba el 12 os digo qué haré después, porque como es verano no sé muy bien cuándo podré subir y cuando no ya que yo suelo salir todos los días, pero ya os diré. 
Nota: a partir de ahora usaré mucho más wattpad que el blog, pronto os diré por qué :) 
Y creo que eso es todo :) ¡nos leemos el miércoles que viene! btw: muchas gracias a las personas que siguen leyendo, significáis muchísimo para mi, srsly<3<3<3 os adoro. 
pd: he cambiado el fondo del blog (por si no os habéis dado cuenta lol), espero que os guste! 
Pista de uno de los proyectos: son cortos, muchos y diferentes :) ((super desconcertante y raro but es lo único que puedo decir si quiero que sea sorpresa muajaj)) 
OS QUIERO<3<3 

No es definitivo.

Hola lectorcillos y lectorcillas.
Creo que os debo una explicación, pero ahora mismo no creo que me sienta demasiado valiente para decíroslo con pelos y señales. Pero aún así, si aún hay alguien que lee éste blog, merecéis saber por qué pauso la novela unos cuantos meses, hasta que me sienta lo suficientemente motivada y fuerte para continuar.
La primera es que no tengo tiempo para escribir, ni siquiera para leer libros de verdad. No tengo tiempo para absolutamente nada, y como quedan tan pocas personas que leen ésto lo he dejado tan aparcado que se me han empezado a quitar las ganas de escribir.
Y la segunda es que últimamente me he sentido muy mal por temas personales, he estado muy decaída últimamente, no tenía ganas de hacer nada y mucho menos de escribir una novela que no lee nadie, ya que ver que las visitas no suben no me animarían en absoluto.
No hay una tercera causa, siento si os sirve de poco ésta barata excusa, pero realmente no tengo ganas de continuar, pero la novela tiene un final y pienso llegar a él, aunque no lo lea nadie.
Lo que quiero decir es que la voy a continuar pero no ahora, si no cuando termine el curso y empiece el verano. Más abajo tendréis la fecha en la que retomaré Same Mistakes.
Mientras tanto, espero haber editado TODOS los capítulos de la primera temporada ya que creo que es una basura lo que he escrito últimamente y que necesita un cambio a fondo. Así que, espero que cuando la retoma (o antes incluso) tenga todos los capítulos editados y así podáis ir leyendo los capítulos nuevos antes de que retome para que no se os olviden las cosas. La segunda temporada no creo que la toque.
A partir del 25 de Junio continuaré con el capítulo 10 de la segunda temporada todos los miércoles, la lea gente o no.
Y creo que eso es todo, siento que ésto sea tan repentino e inesperado, pero de verdad que no tengo fuerzas para continuar :)
Os mando un beso fuerte desde aquí, gracias a todas esas personas que me han acompañado hasta ahora. Os quiero.

-m