parte iii: veinte

Fue doloroso, el final. La sensación de la brisa suave entre el pelo pronto se transformaría en vientos huracanados sin ningún control. Ahogándome en el agua que me rodea, mientras me tiran hasta abajo miles de dedos, y el agua helada empieza a clavarse en mi piel como cuchillas afiladas. No es un final feliz.

El 2011 comenzó con un agradable sabor de boca, a pesar de todo. Los chicos habían aprovechado el mes de enero para instalarse en sus nuevas casas en Londres, y yo no quería admitir lo feliz que eso me hacía. Aquello significaba que podía visitarles todas las veces que quería y pasar el menor tiempo posible en mi casa. Mis padres se estaban divorciando, por lo que en casa el ambiente era, desde luego, evitable. Así que, sobre todo los viernes, iba directa al apartamento de Harry y Louis después de clase, sin ni siquiera cambiarme el uniforme, y nos pasábamos la tarde jugando a videojuegos. Ellos estaban muy liados con la preparación del tour que empezaría a mitades de febrero y otros compromisos que sólo su nombre y su marca les permitía hacer. Aunque, por lo menos, los fines de semana los tenían libres, permitiéndome a mí pasar tiempo con ellos.

Las cosas habían mejorado para mí. No mucho, no voy a decir que del todo, pero sí que sentí que el aire entraba en mis pulmones, y no se quedaba atascado en mi garganta. Cuando terminó el programa parece ser que hasta los medios de comunicación se habían tomado un descanso de unas cuantas semanas, dando la oportunidad a los concursantes de descansar en sus respectivas ciudades con sus familias. Y por tanto también a mí, de la que dejaron de hablar en seguida. Sabía que aquello probablemente no duraría mucho y que el oasis de tranquilidad pronto se vería envuelto en una tormenta de arena, por lo que trataba de disfrutar al máximo. Además de que los ataques de ansiedad habían disminuido considerablemente y me había bajado la regla.

Hasta Dan se había dado cuenta de que ya no valía la pena segur haciendo lo que estábamos haciendo, ya que nadie nos prestaba atención, lo que fue un gran alivio para mí, así podría dejar de sentirme culpable cada vez que me lo pasaba mínimamente bien cuando estaba con él, cosa que pasaba más habitualmente de lo que quisiera admitir. Aún así el chico, que parecía que también estaba disfrutando de mi compañía como nunca, seguía mandándome mensajes diarios, a los cuales no tardaba tanto tiempo en contestar. De todas formas, una vez empecé a pasar más tiempo con Harry esa sensación se fue como había venido, ya que por fin mi cuerpo tuvo un buen repaso después de no verle durante casi un mes y mis sentimientos se acordaron por qué ese chico conseguía ponerme tan en punta cada vez que estaba con él.

Febrero se acercaba con rapidez y Louis llevaba una semana entera mandándome mensajes acerca de la fiesta sorpresa que le quería hacer a Harry por su cumpleaños, incluso cuando estábamos los tres juntos tirados en el sofá.

🌻👽Louis🌻👽: Crees que le gustará la tarta de chocolate?

Yo: no sé

Yo: las tartas de chocolate no decepcionan nunca, de todas formas

🌻👽Louis🌻👽: Pregúntale

Me aclaré la garganta y presté atención al juego que estaba jugando Harry en la pantalla, concentrado en sus actos. Tuve que esforzarme en no distraerme con sus dedos en el mando de la consola.

—¿Harry?

—Hm —respondió sin separar los ojos de la pantalla.

—¿Te gusta la tarta de chocolate?

Tardó unos segundos en responder, tratando de no perder concentración y sin dejar de jugar. Ambos esperamos pacientemente.

—Sí, está bien, ¿por qué?

Me encogí de hombros por mucho que supiera que no me podía ver.

—Curiosidad.

🌻👽Louis🌻👽: Gracias

🌻👽Louis🌻👽: He hablado con Yina para invitar a algunos amigos suyos de su pueblo

🌻👽Louis🌻👽: Pero me ha dicho que ellos ya lo van a celebrar allí la semana que viene

🌻👽Louis🌻👽: Así que estaremos los de siempre

Yo: pero Yina viene

Yo: no?

🌻👽Louis🌻👽: Sí

🌻👽Louis🌻👽: Me lo confirmó ayer

🌻👽Louis🌻👽: También vendrán Aiden y Cher

Yo: genial

Harry pausó el juego y yo solté el móvil para devolverle la mirada que me estaba dirigiendo con una sonrisa.

—No iba a decir nada —comentó—, pero ya sé que estáis organizando una fiesta.

Louis y yo soltamos unos gruñidos de decepción, aunque sonrientes. La verdad era que muy sutiles tampoco habíamos sido.

—¿Cómo lo has sabido? —preguntó Louis mientras yo me reía.

Harry le dedicó una sonrisa llena de reproche, y alzó una ceja como si fuera obvio.

—Porque no soy estúpido —dijo y volvió a colocar las manos en el mando para continuar con su jugada.

Louis y yo nos miramos y él se unió a mis risas.

Por casualidad, miré mi reloj y me levanté de un brinco del sofá, distrayendo a Harry que me dedicó una mirad rápida.

—Mierda, me tengo que ir —dije mientras tiraba de la falda del uniforme.

Le di un beso en la mejilla a Harry y otro a Louis, que estaba sentado en el otro sofá.

—¿A dónde vas? —preguntó extrañado, ya que normalmente los viernes me quedaba hasta tarde.

Me coloqué la mochila en la espalda y me dirigí hasta la puerta.

—Ethan me está esperando en la puerta de mi casa, y tengo un cuarto de hora en metro antes de llegar.

—Deberías decirle que se pasase alguna vez por aquí, hablas mucho de él y ni siquiera nos has presentado —sugirió Louis cuando ya había abierto la puerta para marcharme.

Hice una mueca con los labios.

—Ya veremos. Nos vemos el viernes, ¿vale? Harry, sorpréndete aunque sea, ¿eh? —dije, y cerré la puerta antes de que pudiesen responder.

Personalmente no tenía ningún problema en tener que presentarles a mi amigo, pero simplemente sabía que no se iban a llevar bien. Sabía por alguna razón que posiblemente serían amables los unos con los otros, aunque lo harían porque estaba yo de por medio, y de lo contrario, nunca serían amigos. Además que a mí me ponía en una situación incómoda, ya que Harry no conocía mi historia con Ethan y realmente prefería que aquello quedase así. Ethan por su parte también me decía muchas veces que quería conocerle, pero sabía que muy en el fondo lo hacía sólo para hacerme feliz, ya que de ninguna manera iba a querer conocer al culpable de que no estaba con él en ese preciso momento.

Pensaba que la pausa que habíamos hecho el uno del otro iba a ser mejor sobre todo para él, pero sabía que estar en su ausencia no me había aportado nada positivo a esos últimos meses infernales que había vivido. Al reencontrarme con él en ese corto periodo que tuve de tranquilidad, sentí que volvía una parte de mí. Él juraba que había superado todos los sentimientos que tenía hacia mí y yo le creía, aunque le había pillado más de una vez mirándome esperando que no me diese cuenta.

No le podía culpar. Superar a alguien es lo más duro que he tenido que hacer.

Prácticamente corrí desde la salida del metro hasta mi casa, maldiciendo los estúpidos zapatos que nos obligaban ponernos y las medias que estaban continuamente bajándose. Llegué sin aliento hasta la puerta de mi casa, donde tuve que apoyarme en las rodillas para poder respirar bien de nuevo.

Ethan se rió al verme.

—Eres una exagerada.

—Cállate —dije, incorporándome y sacando las llaves de casa de la mochila, todavía recuperando el aliento.

Me miró con el ceño fruncido.

—¿Vienes ahora de clase?

Abrí la puerta y dejé caer la mochila en el descansillo, sin esperar a quitarme esos zapatos infernales.

Negué con la cabeza.

—Tenía que hacer una cosa antes de venir, y se me ha pasado por completo que había quedado contigo —mentí conforme subíamos las escaleras hacia mi habitación.

No me gustaba particularmente hablar de Harry cuando estaba con Ethan, por mucho que sabía que probablemente no le importaría que lo hiciese, pero de alguna manera pensaba que le haría daño innecesariamente. Sabía que el día en el que podría hablarle de él de nuevo estaba próximo, y cuando llegase lo sabría.

Me tumbé en la cama y tiré el teléfono lejos de mí.

—Ugh, necesito un móvil nuevo —me quejé.

—La verdad es que llevas años con esa blackberry.

—¿Crees que debería aprovecharme de que mis padres se estén divorciando para conseguir uno nuevo?

El chico se sentó en la cama y soltó una carcajada.

—No seas hija de puta.

Me encogí de hombros.

—¿Qué tal lo llevas, por cierto?

—En realidad estoy bastante contenta de que por fin se hayan decidido en hacerlo, porque los últimos meses han sido infernales.

Yo lo recordaba mucho más caótico de lo que había sido en realidad por todo lo que estaba pasado al mismo tiempo en mi vida, si encima le añadía que mis padres se comportaban como críos cuando estaban en la misma habitación. Sabía que mi padre había tenido que dormir en la habitación de invitados durante un tiempo antes de que le pidiera el divorcio a mi madre. Realmente estaba contenta, ya que mi madre se había ido a vivir temporalmente con una amiga hasta que por fin se decidía si quedarse en Inglaterra o marcharse de nuevo a España, por lo que había mucha calma en la casa. Emma estaba en trámites de irse de casa para ese verano, por lo que sólo quedaríamos mi padre y yo, así que era bastante seguro de que mi madre se bajaría al sur.

—Y así dejo de ver a mi madre por fin, últimamente está insoportable.

No me llevaba nada mal con mi madre, al contrario. Pero estaba pasando por una fase difícil con ella, después de años enteros pensando que era una persona distinta a la que ellos estaban acostumbrados que fuera. De pronto tuvieron que convivir con alguien que no conocían, y la máscara que me ponía de chica buena al estar en su presencia dejó de hacer efecto. Tuve que enfrentarme a charlas enteras acerca de que yo fumase y todo eso, después de que ella tuviese que enterarse mediante programas de cotilleo y por las fotos que enseñaban de mí en ellos. Mi madre estaba muy decepcionada conmigo, ya que parecía que no le entraba en la cabeza que era una adolescente como otra cualquiera, que me acostaba con chicos y fumaba marihuana de vez en cuando.

De todas formas tuve que tener cuidado al decir esa frase, ya que Ethan tuvo que criarse con su padre abusivo y con una madre dada a la fuga. Sabía que esa frase podría hacerle mucho daño.

—Bueno —dijo, cambiando de tema con rapidez—, ¿has estado con Harry últimamente?

Me senté con las piernas cruzadas y apoyando la espalda en el cabecero de la cama.

—¿Por qué? —pregunté.

Él se encogió de hombros.

—Por saber, hace mucho que no te oigo hablar de él.

Me encogí de hombros yo también y aparté la mirada.

—Bien. Quedamos de vez en cuando, se acaba de mudar a Londres, así que...

Me sonrió.

—¿Al final te lo tiraste o no?

Hice una mueca con la nariz con desaprovación de lo que acababa de decir, ante lo que tuvo que reírse.

—¿Qué? ¿Cómo quieres que lo llame si no? ¿Hacer el amor?

—¡Ew, no! Eso es todavía peor —dije haciendo gestos con la mano y empeorando mi cara de asco mientras reía incómoda.

Él soltó también una carcajada.

—Responde a la maldita pregunta.

—¿Por qué quieres saberlo?

Alzó las cejas.

—Porque soy tu amigo y siempre me contabas estas cosas, quiero asegurarme de que ya no es raro para ti —insistió mientras le miraba sonriente.

Suspiré.

—Está bien. Sí, al final me "lo tiré" —respondí, haciendo las comillas en el aire con los dedos—. ¿Por qué me lo preguntas, de toda formas? Pensé que ya lo sabías.

—Ya lo sabía, sólo quería ponerte incómoda.

Le pegué en la rodilla.

—Gilipollas.

Se rió.

—¿Cuántas veces?

Resoplé.

—No lo sé, no mantengo la cuenta...

—Eres una mentirosa...

Gruñí y eché la cabeza hacia atrás en frustración sin dejar de sonreír.

—Vale, está bien. Tres veces. Creo.

—¿Crees? —pronunció en una risa.

—Digamos que han habido tres sesiones, ¿vale? Así es más fácil.

Soltó otra carcajada. Asintió en aprobación y frunció los labios en señal de orgullo hacia mí.

—Guay, ¿y planeas más "sesiones" o estás ya satisfecha?

—¡Satisfecha! Creo que no voy a estar satisfecha nunca, Ethan.

Los dos rompimos en carcajadas y yo tuve que hacer que ignoraba el hecho de que me había puesto rojísima sólo en pensar en la siguiente oportunidad que tendría. Ethan había soltado una carcajada tan potente que tuvo que continuar sus risas tumbado sobre mi cama.

—Bueno —dijo sin incorporarse—, ¿y qué clase de relación tienes ahora con él?

—¡Ethan, deja ya de interrogarme!

—¿Qué pasa? He tenido que saber de tu vida a través de las malditas revistas los últimos meses, quiero que me pongas al día.

—Ugh —gruñí.

Esas preguntas realmente me incomodaban bastante, ya que no quería admitir en voz alta que no teníamos ninguna clase de relación, y que ninguno de los dos se había atrevido a preguntar al otro. Ni se había hablado del tema después de la charla que ambos tuvimos en los estudios, ni había indicios de que se hablaría en el futuro, por mucho que cada viernes que pasaba en su casa me dirigía miradas que no me eran difíciles de descifrar, y subía su mano por mi rodilla cada vez que Louis salía de la imagen. Después de eso, simplemente lo dimos por concluido y zanjado, y preferíamos pasárnoslo bien sin necesidad de ponernos una etiqueta. Por lo menos así me lo dejaba ver él, y yo no me permitía a mí misma darle más vueltas. Me lo estaba pasando horriblemente bien, no tengo por qué mentir, aunque poco a poco, por mucho que hubiese querido evitarlo, me empezó a saber a poco. Por mucho que tenía claro que probablemente me tendría que conformar con lo que teníamos. Si ignoraba todo lo malo y lo fatal que lo había pasado últimamente.

La blackberry vibró encima de la cama donde lo había lanzado, casualmente al lado donde estaba Ethan tumbado. Sujetó el teléfono y antes de tendérmelo, miró la pantalla y esbozó una mueca extrañado. Se lo arrebaté de las manos e hice como si no hubiese visto el mensaje.

—¿Te vuelves a hablar con Dan? —preguntó, y el tema le pareció tan serio como para levantarse y mirarme a los ojos.

—Acabas de decir que te has tenido que enterar de mi vida privada por las revistas, ¿y me estás diciendo que no te has enterado de que vuelvo a hablarme con Dan?

Ethan me miró sin responder, lo suficientemente serio como para saber que no me dejaba hacer bromas al respecto. Suspiré y me encogí de hombros.

—Es una larga historia.

—Cuéntame, yo no tengo prisa, ¿tu tienes prisa?

Dejé caer los hombros en rendición.

—Mira, te lo cuento sólo si me súper prometes que no vas a hacer nada.

Se me quedó mirando un rato incrédulo ante mis palabras, listo para cualquier cosa que le podría decir acerca de Dan. Fuera lo que fuere, no le iba a hacer gracia.

—Jane, no puedo hacer eso, sabes que—

—Pues entonces no te lo cuento —dije, volviéndome a encoger de hombros.

Ethan gruñó y se pasó las manos por la cara.

—Prometo escucharte hasta el final, si eso te vale. No puedes hacer que te prometa algo que posiblemente—

—Vale, ¡vale! Está bien —cogí aire y me preparé para lo que viniese—. Mira, hace unos meses, esto seguro que lo sabes. Hace unos meses me empezaron a perseguir los periodistas. En plan, fue una locura, ¡periodistas en la salida de clase!

—Jane —me interrumpió Ethan, al verme subirme por las ramas.

—El caso es que Dan llega un día a mi casa y me dice que ha leído los artículos y todo eso, y me enseña unas fotos mías y de Harry y me dice "seguro que las revistas me pagan bien de dinero por esto", o algo así, no me acuerdo muy bien. Él también quería salir en las revistas y que la gente hablase de él. Yo pensaba que lo sabías... —en ese tipo de situaciones, donde me ponía incómoda y nerviosa al mismo tiempo, tendía a ponerme a hablar sin parar y generalmente no tenía sentido.

Ethan me miraba incrédulo. Saboreó unas cuantas palabras en su boca antes de decidirse cuáles eran las más adecuadas para la situación.

—¿Ese hijo de la grandísima puta te está chantajeando?

—Bueno, técnicamente ya no. Porque, bueno, los periodistas ya me dejan en paz.

—Jane —dijo y yo me mordí la uña nerviosa.

—Ethan, escúchame. No puedes hacer nada, ¿de acuerdo? Déjale en paz, no me quiero arriesgar a nada. Haz como que no sabes nada y listo.

—Si yo con él no tengo nada que hablar, hace mucho que no lo veo —añadió, bajando la mirada para que no pudiese ver que se había puesto rojo del enfado.

—Entonces déjalo, ¿vale? Esto es algo que lo tengo que arreglar con él, son mis asuntos. Tú sólo podrías empeorarlo.

El chico suspiró y se quedó callado un momento, que yo aproveché para mirar el mensaje que me había enviado hacía unos momentos.

18:47 Dan: cuándo quieres volver a quedar?

18:47 Dan: podríamos ir a patinar sobre hielo

18:47 Dan: creo que todavía está en el centro

Tuve que quedarme callada durante unos minutos y observar la foto que venía encima de todos los mensajes con los que me había bombardeado. La foto era de esa tarde, con mi pelo recogido en una coleta ondeando detrás mía por las prisas que llevaba, cerca del complejo de apartamentos donde vivían los chicos.

Habían vuelto. Estaban de nuevo escondidos en los arbustos, activándose con el movimiento, presos de su ambición y listos para escribir sus artículos y asegurarse de que todo el mundo hablase del mismo tema; de cómo yo había vuelto a la imagen y a pasearme de la mano de la publicidad. Ni siquiera me había dado cuenta de que estaban fotografiándome de nuevo, posiblemente por mi culpa, que había vuelto a cruzar la calle sin mirar hacia los dos lados.

Sin quererlo solté un gruñido, a lo que Ethan volvió a prestarme atención y me quitó el móvil de las manos, cosa que no le resultó difícil, ya que prácticamente lo dejé encima de la cama para ponerme una mano en la frente.

—Jane, tienes que parar. Te está utilizando, te está haciendo daño. No está contigo porque quiera estar contigo.

Sabía que todo lo que estaba diciendo era cierto. Lo sabía demasiado bien. Ethan tenía razón, tenía que haber alguna manera para salir de ahí lo antes posible, antes de que volviese a encerrarme en su red pegajosa llena de cadáveres de anteriores víctimas, mientras me decía al oído que nadie me iba a querer como lo hacía él.

Realmente enero había sido un cacao de emociones no mucho mejor que los anteriores meses que había vivido. Esos sentimientos que pensaba haber enterrado con mucha tierra hicieron lo que pudieron para empezar a escarbar entre ella para intentar salir, mientras yo hacía lo posible por saltar encima de la tumba con cada vez más fuerza y esfuerzo, para que de pronto Harry me tirase del brazo para distraerme con sus caricias y sonrisas, ayudándome a regar las flores que había conseguido que plantara. Seguía total y rematadamente enamorada de él, de eso no cabía ninguna duda. No conseguía que pensara en cualquier otra cosa cuando estaba con él. Pero con tantas distracciones, no me estaba dando cuenta de que las raíces que había enterrado, empezaban a mostrar sus primeras hojas. Y tenía que hacer lo que hiciera falta para que aquello parara, con algo más que distracciones.

—¿Lo sabe Ellen?

Fruncí el ceño.

Estaba harta de que cada vez que pronunciaba el nombre de Dan, apareciera Ellen de la nada. Como si estuviese involucrada de alguna manera que yo no estaba viendo. O que me estaban ocultando.

Me crucé de brazos.

—Sí. Pero, ¿qué tiene Ellen que ver aquí? —dije algo a la defensiva.

Ethan se encogió de hombros y apartó la mirada de la mía.

—Pensé que si lo sabría ya habría hecho algo para pararlo.

—Le pedí que no lo hiciera. Como te estoy pidiendo a ti. Déjame solucionarlo a mí, ¿vale? —dije al final, poniendo los ojos en blanco y dejando el tema ir.

Yo: ughhh

Yo: de verdad dan?

Yo: otra vez

Yo: la gente se está cansando ya, no se lo traga

Yo: deberíamos dejarlo estar

Yo: si no se van a cansar de mí nunca

Yo: ya has conseguido tu minuto de fama, pues ya está

Yo: déjame en paz de una vez

Dan: es una pena que no dependa de ti nada de esto

Dan: buen intento

Dan: te parece bien el sábado?

Yo: *sigh*

Yo: vale, bien

Yo: pero el sábado no puedo, tengo una fiesta el viernes y no quiero estar con mala cara

—Prométeme que tendrás cuidado —me dijo después de esperar pacientemente a que dejase de hablar con él.

Sonreí y me acerqué a él para darle un abrazo, dejándome que me besara la cabeza.

—Siempre lo tengo.

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