veintiuno

Cher Lloyd me ayudaba a poner los vasos de plástico encima de la mesa, y yo tenía que hacer acopio de todas mis fuerzas para no ponerme a chillar cada vez que me dirigía la palabra. Cher también se pasaba ocasionalmente por el piso algún que otro viernes, y ya había hablado con ella más de una vez de una forma totalmente natural, pero aún así, había veces que mi subconsciente me recordaba de forma totalmente arbitraria que mi nuevo círculo de amigos incluía gente que salía por la tele y de las que hablaba la gente en sus cotilleos.

En el minuto uno en el que Harry y Yina entraron por la puerta yo ya estaba sirviéndome una copa de vino de lo nerviosa que estaba. No tenía ninguna razón en particular por la que ponerme nerviosa, pero mi estómago estaba extrañamente inquieto. Tal vez era porque hacía mucho que no estaba con Yina en una misma habitación y compartiendo de nuevo la noche con ella, y no estaba del todo segura de cómo habían acabado las cosas entre nosotras, aunque sospechaba que no demasiado bien, ya que los besos que me dio en las mejillas al saludarme fueron secos e incómodos. De todas formas no me dio demasiado tiempo a rallarme por aquello ya que el abrazo que me dio Harry segundos más tarde me dejó sin respiración, por mucho que no tuviese nada en particular, era el simple hecho de volver a sentir sus manos bajarme por la espalda, que provocaba una ola de imágenes que me resultaba difícil de controlar. Como pasaba usualmente.

Las personas estaban rodeando la mesa de la que habíamos guardado las sillas en la habitación de Louis para crear más espacio, hablando entre ellos animadamente mientras yo me encargaba de la música dando sorbos a mi vaso de plástico. Ellen como siempre estaba hablando con Cher y con Jess alzando la voz más de lo que debería, aunque parecía que estaban disfrutando las tres de la conversación. Sujeté mi vaso y decidí acercarme a donde estaban Aiden y Harry hablando apoyados contra el sofá mientras Yina soltaba sus características carcajadas estridentes, y la cara de Louis al escucharla reírse de esa manera hizo que tuviera que reírme yo también. Liam acariciaba el borde de su vaso con un dedo mientras me miraba acercarme a ellos dando un sorbo al mío.

—Qué raro verte bebiendo ya tu segundo vaso tan pronto —apuntó Liam con una sonrisa.

Yo fingí una risa mientras el grupo reía con el comentario, sobre todo Harry, que me pellizcó una mejilla juguetón. Yo le aparté la mano mirándole con las cejas alzadas y una sonrisa.

—Qué graciosos sois, de verdad —respondí.

—Yo ni siquiera he empezado a beber y tu ya arrastras las palabras —añadió Harry con una risa.

Le puse mi vaso en la mano y con una sonrisa desafiante, me metí el dedo en la boca para luego meterlo en el vaso que ahora sujetaba Harry, y removí el líquido con él.

—Para ti, mi regalo de cumpleaños —dije con una sonrisa satisfecha cruzándome de brazos.

La gente a mi alrededor rió, y las carcajadas de Louis y de Harry se entremezclaban entre ellas.

—¿De verdad piensas que esto me molesta? —respondió segundos antes de llevarse el vaso a la boca y dar un trago sin separar sus ojos de los míos.

—Literalmente te ha comido la boca —añadió Louis y yo tuve que soltar una carcajada, sin evitar ponerme colorada.

Se rieron todos de nuevo y hasta Yina soltó una carcajada, que me sorprendió.

—Tienes razón. Dame eso—dije alargando el brazo para quitarle de nuevo el vaso y darle un trago yo.

Harry soltó una carcajada y me desafió con la mirada antes de volver a quitarme el vaso de las manos, y darme un beso en la mejilla. Yo aparté la cara juguetona y le saqué la lengua para burlarme. Sus ojos brillaban al no dejar de sonreírme, apoyándose de nuevo en la pared y cruzándose de brazos.

—¿De dónde es ese acento? —preguntó Aiden cambiando sutilmente de tema.

—Ugh no le preguntes por el acento, por favor —se quejó Zayn.

—No soy americana si eso es lo que te preguntas. Soy española —respondí pasando de él.

—Sí que suenas americana.

—Lo sé. Es la mayor desgracia que me ha pasado.

Me acerqué al grupo de chicas y le puse el brazo por encima a Jess, cuyas mejillas estaban algo sonrojadas.

—¿No ha podido venir Lena? —pregunté.

Bajó la mirada y negó con la cabeza algo decaída y se encogió de hombros.

—Oh. No te preocupes, ya vendrá otro día.

Ella de nuevo me lo agradeció con la mirada como si le acabase de salvar la vida.

Para intentar calentar el ambiente, decidimos jugar un beer-pong encima de la mesa de la cocina en distintos grupos de tres personas. Naturalmente Ellen, Jess y yo formábamos un grupo, mientras que Liam, Zayn y Niall formaron otro, Aiden, Harry y Louis formaban el siguiente y por falta de gente, Yina y Cher tuvieron que conformarse la una con la otra. Hacía un rato que estábamos jugando, y el equipo de Harry ya había conseguido eliminar el primer grupo de chicos, y mientras tanto colorar las mejillas de Niall después de alcoholizarle.

Ellen se estaba colocando delante de la mesa con la pelotita naranja en las manos, frotándola entre ellas y soplando repetidas veces dentro de su puño para tener suerte. Era una exagerada, se estaba sacando las tabas del cuello y todo, aunque después de un par de vasos de cerveza, la cosa tenía gracia. Aiden apoyaba la mano en el otro lado de la mesa, con la espalda curvada y mirándola a los ojos para tratar de ponerla nerviosa, con los ojos entrecerrados y los labios curvados en una sonrisa. Aún así, Ellen no subía la mirada hacia él, sino que seguía haciendo sus rituales con la pelota.

—Tira de una puta vez —decía Louis, expectante.

Ellen soltó una bocanada de aire dramáticamente y tiró la pelota con cuidado, para que rebotase contra la mesa y después contra el borde de uno de los vasos, aunque no dentro como era el objetivo. Los tres chicos soltaron gritos de victoria mientras nosotras tres otros gritos de derrota, y Ellen se llevaba las manos a la cabeza con un gemido de frustración.

—Tenéis que beber —dijo Harry señalando nuestros vasos.

Con una pequeña carcajada, sujeté mi vaso y bebí un trago. Harry sujetaba la pelota esta vez, y yo con dos pasos ágiles, me puse en el otro extremo de la mesa, poniéndome cara a cara con él. La luz caía desde arriba, y la cara del chico quedó medio sombreada por su pelo, aunque yo no tardé nada en encontrar sus ojos. Tenía mi estrategia perfecta; tenía que ponerle nervioso. Le miré directamente a los ojos, mientras él sin ningún signo de dirección planeada, comenzó a estudiar los vasos en los que tendría que encestar la pelotita. Me coloqué el pelo bien y apoyé los codos en la mesa de modo que enseñaba justo lo que necesitaba del escote para ponerle nervioso. Él se aclaró la garganta y esbozó una pequeña sonrisa, aunque en ningún momento subió la mirada hacia mis ojos. Con dos movimientos, la pelota rebotó en la mesa y entró de lleno en el vaso que tenía delante de la cara.

Me incorporé mientras de nuevo el equipo de enfrente celebró su victoria con gritos, mientras que el resto miraba y aplaudía sus habilidades.

Sin añadir nada, sujeté el vaso de encima de la mesa, saqué la pelota de ella y sin separar mis ojos de Harry, que ahora ya sí me miraba, bebí el contenido de un trago. Cuando aparté la mirada pude ver por el rabillo del ojo cómo aprovechaba para sonreír y colocarse bien el pelo.

Sequé la pelota en mis vaqueros.

—Me toca —dije, y sin siquiera darle tiempo a colocarse para ver cuál era mi resultado, lancé y con elegancia, la pelota rebotó en la mesa y entró limpiamente en el vaso de plástico.

Harry se quedó atónito por mi rapidez y sin dejarle tiempo a reaccionar, alcé mis brazos en victoria y dejé que el resto de chicas me abrazaran. Sinceramente no sabía cómo había hecho aquello, pero había conseguido que la sala saltara en chillos de incredulidad ante lo que acababa de hacer, y hubiese pagado lo que fuera por volver a ver la cara de Harry, visto que su chulería no había funcionado.

Aún así, esta vez sin mirarme a los ojos, sujetó el vaso y tuvo que tragar su contenido de una, para después soltar una carcajada.

Louis y Jess se colocaron en sus sitios y como era de esperar, Louis no tuvo ningún problema en encestar la condenada pelota en uno de los vasos, que Jess tragó con un ojo cerrado por la fuerza del ron que habíamos decidido servir para el juego. Tampoco fue ninguna sorpresa cuando Jess no encestó la suya y de nuevo como penitencia tuvimos que beber las tres bajo, de nuevo, sus celebraciones.

—Y ganamos, de nuevo —enfatizó Louis de nuevo, frotándose la pelotita en el pecho con chulería.

Niall estaba rojo de la risa.

—Ya veremos —dijo Cher, acercándose a la mesa y arrebatándole la pelota de la mano.

Yina soltó una carcajada y ambas se colocaron en el sitio que habíamos ocupado nosotras, mientras que los tres chicos aprovechaban la pequeña pausa para servirse más cerveza en sus vasos.

—Bueno, como sois dos, dejaremos que los chicos elijan entre vosotras por turnos —dijo Zayn, que se había declarado árbitro al perder la primera ronda.

—Empiezo yo —dijo Harry, dando un paso al frente.

Segundos más tarde, Cher le lanzó la pelota con ojos desafiantes, y Harry la sujetó con elegancia por mucho que posiblemente no se lo hubiese visto venir, aunque resolviéndolo con agilidad.

—Elige —no sólo la mirada de la chica era desafiante, sino que el tono que usaba en la voz era claramente una declaración de reto.

Harry no separaba sus ojos de ella, y después de una pequeña pausa en la que parecía que estaban ellos dos solos en la sala, dejó salir una pequeña risa aspirada y cruzó los brazos.

—Está bien. Quiero jugar contra ella.

La garganta se me estaba cerrando por momentos. No sabía muy bien qué era aquello que estaba pasando entre ellos, pero me sentí horriblemente desplazada, como si de pronto yo sobrase del todo, viendo cómo las chispas entre sus miradas casi podían empezar a arder en cualquier momento.

Harry se humedeció los labios y apartó la mirada de la chica, que sonreía satisfecha con el resultado que había conseguido. Yo sacudí la cabeza por acto reflejo, borrando todos los pensamientos malos que mi subconsciente me lanzaba en mi dirección. La vista se me nubló por unos segundos y entonces es cuando me di cuenta de lo borracha que estaba. Respiré hondo por un segundo, y cuando me quise dar cuenta, Harry ya había encestado la pelotita en el vaso del lado de Cher, como de costumbre. Ella con una sonrisa ladeada, aunque no dejándose intimidar, bebió siguiendo las instrucciones como una buena chica, y después de secar la pelota, se dispuso a lanzarla.

Decidí que aquello no quería verlo, de pronto. Mi cuerpo se movió con una rapidez estratosférica hasta el baño más cercano que encontré y simplemente me quedé allí hasta que mi cuerpo decidiese que ya era suficiente.

No entendía muy bien qué era exactamente lo que estaba pasando y sobre todo, desde cuándo estaba pasando. Los titulares de las revistas que mencionaban su nombre cada vez que el mío era mencionado me salpicaron la mente con crueldad, y cómo Jess me decía con voz suave que todos aquellos rumores se los inventaban para dar más publicidad al programa me retumbaba en los oídos. Sabía muy en el fondo que el rumor de Cher podía ser otra cosa más que un rumor y mi instinto siempre me había dicho que probablemente no fuese una mentira. Sabía que podría haber algo. Aunque, de pensarlo a verlo con mis propios ojos, fue como si alguien me hubiese dado una patada en el pecho con todas sus fuerzas. Su forma de mirarla y cómo eran capaces de evadirse del resto de gente por mucho que estuviesen rodeados de personas y fueran el centro de atención en tan sólo un momento minúsculo. Cómo lo hacía delante mía. Cómo se esperaba a que yo pudiese soportarlo, o como si le diese igual que lo hiciera o no.

Tenía que relajarme. Posiblemente no estaba pasando nada. Posiblemente estaba muy borracha y mi mente había decidido simplemente hacerme ver cosas para hacerme daño. Posiblemente estaba exagerando.

Respiré hondo un par de veces y salí de baño ahuecándome el pelo con los dedos.

Cuando llegué los chicos ya habían ganado y estaban celebrando su victoria, como yo había supuesto desde el principio.

Con una sonrisa en la cara y pretendiendo que los celos que estaba sintiendo no estuviesen ahí, sujeté la pelota y señalé a Zayn con el dedo.

—Contra vosotros no he jugado. Quiero jugar contra vosotros.

Harry, Aiden y Louis se estaban moviendo hasta el sofá para continuar con su conversación con Cher y Yina, que hablaban con volumen y muchas carcajadas.

—Tía, yo quiero estar un rato con Aiden —me dijo Ellen, poniéndose a mi lado.

Gruñí. Dirigí mi mirada hacia los sofás e ignoré lo mejor que pude el salto que dio mi estómago cuando vi que Harry y Cher se habían sentado juntos en el sofá.

—¿Yina? —dije llamándola, y automáticamente giró la cabeza para mirarme—, ¿quieres jugar otra ronda?

La chica asintió con efusividad y se acercó de nuevo a la mesa.

Niall frotaba la pelota entre sus manos para continuar con el juego, aunque yo estaba demasiado centrada en el sofá de detrás del grupo de chicos que estaban al otro lado de la mesa. Naturalmente estaban hablando los cinco entre ellos, aunque pude ver cómo ella reía con cada comentario que hacía el chico de rizos, y cómo él se esforzaba para que ella se riera. Como hacía conmigo.

Tuve que centrarme bien, Yina me tendía la pelota, aunque me importó poco cuando no encesté y tuvimos que beber las tres de nuevo. Jess me estaba mandando miradas con motivo de venir en mi ayuda, aunque pude esquivarlas con agilidad, llevándome el vaso a la boca más veces de lo necesario.

No podía dejar de mirarlos, por mucho que mi mente me dijera que sólo me estaba imaginando cosas, yo sabía que la manera en la que le estaba acariciando el brazo no lo eran, yo había estado alguna vez en su situación, intentando no doblarme bajo su roce. Justo como estaba haciendo ella, a juzgar por la mirada que le dirigía.

Estaba tan enfrascada en ellos dos que ni siquiera me había dado cuenta de que Yina se había puesto extrañamente cerca mío. Sacándome de mi ensoñación de un tirón, descrucé los brazos mientras le dirigía una sonrisa a la chica de rizos, que me miraba expectante.

Ella, sin decir ninguna palabra todavía, señaló a la pareja con la barbilla y me miró como si el momento que más había ansiado acabase de llegar.

—Ahora sabes lo qué se siente.

Parpadeé un par de veces sin saber qué era exactamente lo que tenía que responderle. Como una estúpida y sintiendo el alcohol darme una patada en la espinilla de pronto, empecé a titubear, costándome pensar de pronto, dejando las palabras amontonarse en mi garganta. Ella también lo estaba viendo, lo que lo hacía horriblemente real.

—No tienes que decirme nada —me interrumpió—. Sólo que sepas lo que duele.

De pronto mi mente hizo un clic y me incorporé de la encimera en la que estaba apoyada. Dando un último trago a mi bebida, llené mi vaso de cerveza y valentía. Al darme cuenta de que el juego había concluído hacía un rato, sujeté el vaso que acababa de llenar y me acerqué al resto del grupo, tratando de pasar del nudo de mi garganta al sentarme en el suelo, justo en frente del sofá en el que estaban sentados Harry, Cher, Ellen y Aiden. Trataba de no mirar recelosa el sitio en el que estaba sentada Cher, ya que ese hubiese sido mi sitio si no fuese por ella. Simplemente me crucé de piernas y dejé el vaso de plástico en la mesilla que nos separaba. Jess se sentó al lado mía y me sonrió para darme apoyo moral, aunque yo ya sabía lo que estaba haciendo, por lo que aparté la mirada y la ignoré.

Hasta ella lo estaba viendo.

Mis pensamientos quedaron interrumpidos cuando Ellen se incorporó de pronto con el teléfono en la mano y con una cara de horror en el rostro que, curiosamente, me hizo estallar en carcajadas cuando la vi.

—Jane, no te rías. Esto te concierne —me dijo, levantando la mirada de su móvil para dirigírmela con seriedad.

—¿Concierne? —dije todavía con risas colgando de mis labios, notando que la sala estaba riendo con mi felicidad repentina.

Harry incluso colocó el brazo que tenía en el respaldo detrás de Cher en su regazo. Ellen seguía con su rostro serio.

—¿Qué pasa? —respondí, tranquilizándome un poco.

—Es un artículo que habla de ti y de Dan.

Resoplé y Jess a mi lado soltó una carcajada.

—¿Y qué dice? —preguntó ella por mí.

—Prácticamente, no se cree nada de lo que estais haciendo —dijo, esperando a que aquello fuera todo.

Notando cómo todas las miradas en la sala, ahora en silencio, se posaban en mí, decidí que era un buen momento para mantener la atención centrada en mí.

—Léelo —dije sorprendentemente.

Mi cabeza decidió que era un buen momento para que el gato saliera de su jaula una vez por todas.

Ellen me dirigió una mirada de nuevo, advirtiéndome de lo que estaba a punto de hacer, aunque yo se la devolví dándole todo mi consentimiento. Se aclaró la garganta dándome un último aviso, aunque yo no la paré.

—"Supongo que todas nos acordamos de Jane, la chica que no lo tuvo muy difícil en supuestamente robarle el corazón a nuestro Harry. Sabemos que últimamente, para nuestro desconcierto, la hemos pillado más de una vez del brazo de un desconocido, que según nuestras fuentes más cercanas se trata de un antiguo novio que tuvo la rubia. De todas formas, nos extraña lo cariñosos que se muestran en las siguientes fotos que os adelantamos", ¿quieres verlas, Jane?

Acababa de dar un trago a mi vaso, por lo que traté de no reírme muy fuerte por miedo a que la bebida se me fuese por otro lado.

—Creo que voy a pasar, gracias.

Jess de nuevo se hizo cómplice de mis risas, aunque Ellen, como el resto, pasó de nosotras y siguió leyendo el artículo:

—"¡Demasiado pegajosos para nuestro gusto! De todas formas, no temáis (¿o sí?), que sabemos a ciencia cierta de que esa relación es ¡totalmente falsa! Lo sabemos gracias a que pillamos a nuestra rubia de nuevo saliendo del complejo de apartamentos de Harry con una sonrisa de oreja a oreja. No os preocupéis, nosotros sabemos que es falso, ¡y vamos a darte todos los detalles paso a paso y foto a foto! La prueba número uno que nos demuestra que esta relación es falsa es la cara que pone Jane en cada una de las fotos que tenemos de ellos dos cuando están juntos. Quiero decir, ¡miradle! Parece que acaba de salir de una dolorosa depilación láser!" —Ellen tuvo que hacer una pausa para soltar una carcajada, mientras inclinaba el teléfono para enseñar a Harry la foto que posiblemente la página había facilitado.

Después de que todo el mundo se hubiese acercado a ella para ver la maldita foto, la cual a mí no me hacía especialmente ilusión ver, ya que podía imaginarme la cara que llevaba, Ellen siguió leyendo, ahora con un humor algo más ligero:

—"Cosa que nos lleva a la prueba número dos: la cara que pone cada vez que está con Harry. Esto puede que escueza un poco, pero no podemos negar que parece perfectamente feliz cada vez que le mira, ¡y nosotras no podemos estar más de acuerdo! Sabemos que esa es exactamente la cara que pondríamos nosotras si Harry nos mirase de esa forma." —De nuevo Ellen le enseñó el teléfono a Harry, y yo tuve que apartar la mirada cuando él me la quiso dirigir a mí—. "La prueba número tres no es más que otra de las afirmaciones que todo el mundo nos ha señalado, y es el hecho de que el chico desconocido no es nadie menos que su ex, posiblemente haya historia entre ellos, ¡pero eso es todo! La prueba número cuatro nos parece algo redundante destacados los hechos, aunque no hemos podido evitar compartirla con vosotras las lectoras; ¡Jane está completamente enamorada de Harry! Otra cosa está por ver si es correspondido o no...".

Menos mal que Ellen y Jess ya habían estallado en risas para facilitarme el trabajo, que pude ocultar lo colorada que me había puesto con unas cuantas carcajadas. Incluso Niall estaba rojo de la risa, aunque no fui capaz de escuchar sus risas por encima de las de Yina, que estaba hasta dando palmas del ataque de risa que le estaba dando. Trataba de no mirar demasiado a Harry, pero también pude verle reír levemente, cosa que quisiera que hubiese sido un alivio. Lo cierto es que verle reírse ante aquello no ayudó a que mi corazón recompusiera su postura, sino hizo que se hundiera algo más en mi pecho. Tuve que dar otro trago del alcohol para distraer la mente.

—Qué adorable —dije, esbozando la mejor sonrisa falsa que me salía cuando estaba borracha.

—¿Lo estás? —preguntó Liam de la nada, y el corazón se me subió a la boca por unos segundos.

Tragué saliva antes de responder.

—¿A qué te refieres?

—A lo de la relación. Si lo estás falsificando, quiero decir.

—Oh —tuve que reírme, ya que estaba horriblemente aliviada—. No hay ninguna relación, para empezar. Es un amigo —hice una pausa para suspirar—. Sólo quiere hacer que lo parezca.

Zayn esbozó una mueca con las cejas.

—¿Por qué?

—Porque es gilipollas.

La gente de la sala me miraba con incertidumbre en las miradas, a excepción de Ellen, que se la escuchaba reírse por el fondo suavemente.

—No entiendo nada —dijo Niall, incorporándose en el sofá en el que estaba sentado.

Hice un gesto con la mano para restarle importancia. Harry ni siquiera me miraba.

—No quiero hablar del tema, es una gilipollez.

—Ugh —Cher gruñó, y yo me di cuenta de que no la había visto reaccionar hasta entonces—. Putos periodistas, son lo peor. Un día te quieren y al día siguiente te dejan en bragas.

—Sí, bueno. No son los periodistas los que me suelen lanzar la mierda, en realidad. Son unos pesados, pero por lo menos hablan bien de mi, los días que voy depilada —respondí.

Por suerte dejaron el tema zanjado y volvieron a la conversación anterior, donde de nuevo volví a distanciarme de ellos por completo, ahora preocupada por las consecuencias que tendría después de que ese artículo se hubiese publicado. Casi notaba el icono del twitter temblar en la pantalla de mi teléfono cuando Ellen me mandó el enlace de la página para que se la pudiese enviar a Dan, el cual no tardó ni dos minutos en contestarme.

Dan: ....de acuerdo

Dan: entonces tendremos que hacer que se lo crean


Yo: yo creo que ya vale, no?


Dan: no

Dan: lo único que vas a tener que hacer es hacerlo más creíble

Dan: tienes que esforzarte más

Dan: cuando quedemos puedes besarme, por ejemplo

Dan: creo que ya es hora

Puse los ojos en blanco y dejé el teléfono en el suelo sin responderle. Me levanté del suelo para llenarme el vaso y tuve que esforzarme por no caerme al levantarme tan de golpe.

Aquello era lo último que necesitaba en esos momentos. Parecía que por mucho que intentase pasármelo bien a pesar de todo, el destino se había propuesto joderme la noche, por alguna u otra razón.

Yina se puso al lado mía mientras terminaba de servirme, y antes de que pudiera acomodarse, yo ya estaba poniendo los ojos en blanco y dando un trago enorme.

—Vaya, menuda noche estás teniendo, ¿eh? —preguntó con el puño en su cintura y una ceja alzada.

—Tú no lo estás mejorando —murmuré antes de dirigirle la mirada y una sonrisa falsa.

Ella se encogió de hombros.

—Déjame disfrutar un poco, ¿quieres?

Fruncí los labios y me crucé de brazos al ponerme en frente suya. La rabia me subía por la garganta.

—¿Sabes una cosa, Yina? Yo nunca te he hecho nada malo —solté, intentando no gritar demasiado, ya que prefería que la conversación fuera privada—. Ni siquiera te conocía y ya estabas mirándome mal. Está bien si quieres que tu excusa sea que los dos os conocéis desde que sois pequeños y que tenéis una relación rara de cojones, pero deja de ser tan desesperada, por dios. Estoy harta de tus niñerías, supéralo de una vez.

Tenía todavía esa mirada de superioridad en los ojos, como si a pesar de que yo tuviera razón y ella lo supiera, no quitaba el hecho de que él seguía haciéndole caso a otra chica que no fuera yo, cosa que la satisfacía enormemente.

De todas formas, se esforzó para dejarlo claro.

—A mí no lleva ignorándome toda la noche.

Solté una pequeña risa.

—Mira, Yina. La gran diferencia que hay entre tú y yo ahora mismo, es que yo voy a terminar la noche con él.

Sujeté el vaso todavía mirándole a los ojos y me separé de ella para volver a mi sitio de antes, con una sonrisa de satisfacción en la cara después de verle la cara desencajada al decirle aquello.

Como si me hubiesen chutado la adrenalina por vena, fui capaz de no dirigir ni una sola mirada al sofá infernal de enfrente mía y de pasar directamente a mi teléfono, donde Dan me había escrito unas tropecientas veces.

Ni siquiera leí lo que me había puesto, simplemente tecleé con rapidez.

Yo: Dan, querido

Yo: vete a la mierda

Yo: estoy harta de ti

Sabía que aquello acarrearía consecuencias y posiblemente severas, aunque mi yo borracha estaba muy orgullosa de la decisión que había tomado en aquel momento. El móvil vibró un par de veces en mis manos todavía, aunque lo ignoré super bien.

Al alzar la mirada con una sonrisa restaurada, Ellen tenía la lengua tan metida hasta el fondo de la garganta de Aiden que no pude evitar soltar una carcajada. Les lancé un papel que encontré en el suelo.

—¡Id aun hotel o algo! —les grité, y Ellen me lanzó la peor mirada de odio que le había visto.

Dan: no puedes hacer eso

Dan: sabes que lo voy a hacer

Me acerqué a Jess a gatas por el suelo, que hablaba con el resto de chicos en el otro sofá del salón. Me quedé sentada en el suelo. No les estaba escuchando, aunque me reía a veces para que pareciera que estaba siguiendo la conversación, cuando lo cierto es que estaba haciendo esfuerzos extraterrestres para ignorar el teléfono vibrar una y otra vez en mi bolsillo. Me estaba llamando.

Alguien me había dado unos golpecitos en el hombro y cuando miré hacia arriba, Harry me tendía una mano. La cogí para ayudar a levantarme.

—¿Qué pasa? —dije, poniéndome un mechón de pelo detrás de la oreja.

No estaba haciendo ningún esfuerzo por soltarme la mano, por lo que yo tampoco la moví ni un centímetro, disfrutando secretamente de su roce de nuevo.

—¿Podemos hablar un momento?

—Claro —respondí, y segundos después tiraba de mí para que le siguiera hacia la entrada del piso.

Me apoyé en la pared y mi seguridad de hacía unos segundos se estaba esfumando por momentos. Me sujeté el codo. Él me miraba con una sonrisa.

—¿No estaré interrumpiendo algo, no? —pregunté al notar su silencio.

No sabía muy bien por qué dije aquello, pero sólo quería dejar constancia de que les estaba viendo hacer manitas desde que ella había llegado. De todas formas no se lo tomó a malas y se rió levemente.

—Deja de decir gilipolleces.

Me uní a sus risas y tuve que morderme el labio con sutileza.

—¿Qué pasa? —pregunté.

—En realidad no quería hablar de esto ahora mismo. Pero no dejo de darle vueltas.

—Está bien.

—Se trata de Dan.

—Ah —puse los brazos detrás mía contra la pared y bajé la mirada durante unos segundos—. Vale, sí. Dime.

La verdad era que con todo aquello que estaba pasando no me había dado cuenta de que no había recibido una reacción al tema de Harry, y el hecho de que me hubiese apartado para hablar de ello me resultaba satisfactorio cuanto menos, por mucho que tuviese los oídos taponados y la cabeza embotada por el alcohol. No pude evitar sonreír un poco.

—Bueno, yo sólo quiero saber si lo que dice el artículo es verdad...

—Ya sabes que sí. Quiero decir, sabes que Dan y yo sólo somos amigos y que no hay nada.

Me vi interrumpida cuando volví a sentir el teléfono vibrar en el bolsillo trasero, al sacarlo para silenciarlo de nuevo, ignoré como pude la llamada entrante del pesado de Dan y rezando porque Harry no se hubiese dado cuenta.

—¿Te está llamando?

Solté un gruñido.

—Sí, le he pasado el artículo.

—¿Está enfadado? —preguntó con cuidado.

Me encogí de hombros.

—Suele enfadarse cuando le mando a la mierda.

Nos reímos los dos y comencé a sentir cómo las palabras empezaban a pesarme en la boca. Suspiré.

—La verdad es que... bueno. No me gusta pasar tiempo con él. Es demasiado doloroso.

Apoyó la mano en la pared detrás mía y traté de no ponerme nerviosa al tenerle de nuevo tan cerca mío. Me lazaba dudas con los ojos, y cuando estuvo a punto de preguntarme, le interrumpí.

—Me está chantajeando.

Hubiese hecho lo que fuera necesario por mantenerlo tan cerca de mí todo el tiempo que pudiese, sentirle respirar contra mi piel y su pelo casi rozándome las mejillas. Aunque aquello que dije sólo hizo todo lo contrario, y mis entrañas sabían perfectamente que aquella iba a ser la consecuencia. Mi teléfono comenzó a vibrar de nuevo dentro de mi mano.

—¿Qué?

—Está bien, ya está. Ya me va a dejar en paz, en serio. Sólo está así porque ha visto que no funciona.

—¿Cuánto tiempo lleva haciéndolo?

Suspiré.

—No lo sé, mitades de noviembre, igual algo más tarde.

—¡Mitades de noviembre! Jane, ¿por qué no me lo has contado?

—Estabas centrado en el programa, no te quería distraer con tonterías así. Además, pensé que no iba a funcionar. Luego terminó y las cosas se calmaron para mí, y hasta hace unos días me había dejado en paz porque pensó que se habían olvidado de mí. Ha vuelto a acosarme desde que me sacaron esa estúpida foto el viernes pasado. Pero ya está, me he cansado y le he mandado a la mierda. Ya está.

Se cruzó de brazos.

—¿Con qué te estaba chantajeando?

—¿Qué?

—Que con qué te estaba chantajeando. Tiene que haber sido algo gordo si te hacía pasar tanto tiempo con él.

Negué con la cabeza.

—De verdad que da lo mismo, Harry. Posiblemente sea un farol, no tiene importancia, de verdad.

Solté un gruñido enorme cuando volví a ver cómo Dan estaba llamándome por tercera vez en lo que llevábamos de minuto. Antes de que pudiera hacer algo al respecto, Harry me quitó el teléfono de las manos y contestó por mi.

—Sí, hola, ¿Dan?

Me llevé la mano a la boca.

—Sí, sí, soy yo. Escucha... ¿te quieres callar un momento? Gracias. Entiendo que estás teniendo problemas de comprensión. La forma en la que Jane me lo ha contado, me queda lo suficientemente claro que sus intenciones con sus palabras son que te vayas a la mierda y que la dejes en paz de una puta vez. Yo no tengo ningún problema en repetírtelo las veces que haga falta, así que ¿quieres dejar a Jane en paz o necesitas más información adicional?... Sí, bueno, tu opinión me da bastante igual, así que hasta luego, un placer conocerte.

Le miraba con la boca abierta en una sonrisa mientras me tendía el móvil de vuelta, aunque él no parecía del todo divertido, se pasaba la mano por el pelo y fruncía el ceño al alzar la mirada para mirarme. Quise retenerme, aunque luego me di cuenta de que no tenía por qué hacerlo, mordiéndome el labio. Tardé dos milisegundos en meterme el móvil de nuevo en el bolsillo y en rodear su cuello con mis brazos para besarle con una sonrisa en los labios. Parece que le pillé de sorpresa, aunque a pesar de ello él tampoco tardó en poner sus manos en mi cintura y apretar mi piel bajo sus dedos.

—¿De nada? —dijo cuando me separé algo de él, sin soltar mis manos detrás suya.

—Oh, no te estaba dando las gracias, sólo me has puesto muy cachonda.

Nos reímos los dos a centímetros el uno del otro, y a mí me costaba a horrores no volver a sonreírle en la boca.

Por desgracia, Jess se materializó de la nada cruzando la esquina en la que nos habíamos escondido con una sonrisa picarona en los labios y sin parecer tener ningún reparo en interrumpir. Aún así, rebajó la sonrisa un poco y se aclaró la garganta.

—Perdón. ¿Interrumpo?

—No.

—¿Qué pasa?

Ella volvió a ampliar la sonrisa y se puso las manos detrás de la espalda.

—Vamos a jugar a algo. ¿Queréis uniros?

Después de aceptar y haciendo amago de volver al salón a hacer vida social algo más, Harry me dio un último apretón en la mano y un beso en la mejilla.

Me volví a sentar en el suelo donde estaba antes junto a Jess. Ellen pareció que me estaba esperando, ya que en el momento en el que senté el culo, se puso a mi lado con brillo en los ojos.

—¿Qué ha pasado? ¿Has hablado con Dan?

Fruncí el ceño y negué la cabeza mirándola incrédula.

—Ellen, déjalo ya. Todo está bien.

Parecía algo decaída cuando le respondí aquello, aunque en seguida volvió a incorporarse y a sentarse en el sofá de donde venía.

Mientras tanto, Cher ya había empezado a explicar las reglas del juego, con Harry de nuevo a su lado.

—Todos vuestros nombres están puestos en la aplicación de mi móvil, y cada vez va poniendo distintos retos, preguntas y cosas así. Si alguien decide no responder o no obedecer a lo que dice la aplicación, hay un número de tragos en penitencia. Habéis entendido, ¿no?

Después de que todo el mundo asintiera, colocó bien el teléfono para aclararse la garganta y empezar a leer. Aunque, antes de que siquiera abriera la boca, ya se había atragantado con su risa.

—Si alguna vez han publicado un artículo sobre ti en el periódico bebes tres tragos —dictó.

La sala estalló en carcajadas. Era realmente irónico, aunque por suerte nos lo tomamos todos con humor, y prácticamente cada uno de los presentes de la sala tuvo que cumplir con lo que decía la maquinita.

Cher soltó una carcajada antes de leer el siguiente.

—Harry, enseña fotos de personas desnudas en tu teléfono o bebe dos tragos.

El chico frunció el ceño y se llevó el vaso a los labios sin pensárselo dos veces.

—No tengo ninguna —aclaró encogiéndose de hombros—. Pero si tuviera, tampoco las enseñaría, psicópatas.

—Mentiroso —dijo Ellen a su lado.

—Las suyas propias no cuentan —comentó Liam entre risas.

Solté una carcajada, aunque quedó camuflada por el resto de risas que llenó la sala. Harry ni siquiera parecía afectado ante las acusaciones, sino que reía junto a nosotros.

—Vale —continuó Cher—. Las chicas tenemos que beber nuestra talla de sujetador. O sea, si tienes una A bebes un trago, si tienes una B bebes dos, etcétera.

Vi a Ellen haciendo cuentas con los dedos para después beber tres tragos y tuve que soltar una carcajada. Puse los ojos en blanco.

—¿Qué se hace si no tengo? —pregunté en un murmullo, completamente en serio, aunque con una sonrisa.

Pude ver cómo Harry soltaba una carcajada, aunque Ellen puso los ojos en blanco.

—Tu sólo bebe.

—Ellen —siguió Cher con el móvil en alto, después de beber—, tienes que juzgar a todos los que estén peor vestidos que Yina y tendrán que beber dos tragos cada uno.

Ellen se rió.

—Literalmente, nadie —dijo mi amiga con segundas intenciones, aunque Yina lo único que hizo fue soltar una carcajada—. No, ahora en serio —continuó Ellen pasando de ella, paseando la mirada por la sala—, no creo que nadie vaya mal vestido hoy, la verdad. Pero Aiden, esa chaqueta podrías haberla dejado en casa.

El chico la sonrió y le sacó la lengua burlón antes de beber dos tragos al que le había condenado. Sabía que probablemente Ellen no pensara de esa manera, sino que se trataba de otra de sus muchas maneras de ligar y tontear con él. Ella le lanzó un beso en el aire.

—Cada uno que beba tantas veces como personas se tirarían en esta sala —rompió el silencio de nuevo Cher.

Puse los ojos en blanco y di un trago. La verdad es que esas preguntas tan clichés me estaban aburriendo un poco, aunque me di cuenta de que todo el mundo bebió de su vaso —a excepción de Liam y Niall— por lo menos una vez.

Louis, al poner su vaso sobre el regazo después de beber, analizó el panorama con una carcajada.

—Así que nadie puede hacer un trío aquí —comentó.

Solté una carcajada antes de ver cómo Jess a mi lado bebía sutilmente dos tragos.

La miré con interrogantes en la mirada, aunque ella me la esquivó con una sonrisa en los labios y un pequeño baile con los hombros para acomodarse el pelo detrás de la espalda. Puede ser que estuviese un poco distraída con el hecho de que Harry tan sólo había bebido una vez también, y no dos como yo me habría esperado. O incluso tres. Era bastante abrumador la situación en la que me encontraba. Aunque muy satisfecha con el resultado, para qué mentir. Mi autoestima se vio complementada con un subidón y no pude evitar esbozar una pequeña sonrisa.

—Jane —continuó Cher, levantando la mirada para mirarme—, estás en un aprieto. Tienes que elegir verdad o reto. Elegimos nosotros.

Gruñí y acerqué mi vaso a los labios.

—Verdad —dije antes de beber un trago.

—¿Con cuántas personas te has acostado? —preguntó ni dos segundos más tarde de comentar mi decisión.

Ni siquiera me había dado tiempo a tragar mi bebida.

—Qué rapidez —solté una carcajada.

Titubeé por un segundo sabiendo que no debería estar tardando tanto en contestar si la respuesta no era tan difícil, aunque con algo de miedo de decir en voz alta. Realmente no necesitaba que nadie se empezase a preguntar quién era esa tercera persona y cuándo había ocurrido tal suceso, sobre todo ciertas personas en la sala.

—Tres —dije a pesar de todo aquello que me rondaba la cabeza.

—¿Tres? —preguntó casi chillando Yina, aunque segundos más tarde se volvió a apoyar en el sofá pretendiendo que no había dicho nada.

—Pareces muy sorprendida, Yina —comentó Louis, probablemente recordándole acerca de todo lo que me dijo en Cheshire.

Se puso colorada y yo solté una carcajada, ignorando como podía a Jess sentada a mi lado, haciendo preguntas mudas. La ignoré del mismo modo que ella me ignoró a mí.

—Ugh, me aburro un montón —dijo Ellen interrumpiendo, gracias a dios, lo que estaba sucediendo—. Juguemos a otra cosa.

Louis en seguida se levantó del sofá como si alguien lo hubiese llamado y fue en dirección a la cocina para volver segundos más tarde con una botella vacía en la mano. La dejó encima de la mesilla del salón y la señaló con una sonrisa en el rostro como si hubiese descubierto América, alzando las cejas orgulloso.

—Vamos a jugar a la botella.

Gruñí de nuevo.

—¿En serio?

—Sí, Jane. Y no estoy preguntando —me guiñó un ojo y se dejó caer en el sofá.

Le sonreí y le saqué la lengua.

Ellen se incorporó del sofá al ver que nadie quería dar la iniciativa y puso los dedos sobre el plástico.

—Yo empiezo.

Miró a Louis para su aprobación, que asintió levemente. La castaña bajó la mirada a sus dedos y giró la botella con elegancia. El morro, cuando dejó de dar vueltas, apuntaba sin ninguna duda a Liam.

Ellen le dedicó una seductora mirada con las cejas algo curvadas y se acercó a él para darle un pequeño beso en los labios. Al separarse, Louis la miraba con el ceño fruncido.

—¿Qué coño ha sido eso? Dale un beso en condiciones, ya no somos niños.

Ellen, en vez de molestarse, soltó una carcajada, y antes de dedicarle una mirada a Aiden, sujetó la cara de Liam entre las manos y enredó la lengua con la suya de tal manera que hasta pude verlo.

Aparté la mirada metida en un coro de gritos de los chicos alrededor suya, y algún que otro aplauso.

Ellen se separó de él y volvió a sentarse. Liam ni siquiera se veía afectado por lo que acababa de pasar, aunque tuvo que secarse los labios con los dedos y no dejaba de sonreír, ignorando las risas y burlas de Niall y Zayn que estaban sentados a su lado.

—No quiero besitos de niños, ¿ha quedado claro? —recalcó una vez más Louis.

Aiden sujetó la botella, que acabó apuntando a Cher.

Ella soltó una carcajada y se levantó del sofá al mismo tiempo que lo hizo el chico, y de pie, ambos juntaron los labios casi tiernamente. Ella tiró de su cuerpo para ponerlo contra el suyo y enredó los brazos en su cuello hasta ponerse de puntillas, haciendo que los gritos y los aplausos volviesen a reinar la sala. De nuevo, tuve que apartar la mirada.

Odiaba ese tipo de juegos. Pero si algo odiaba más, era ver a gente besarse.

Yina sujetaba la botella entre los dedos hasta que llegó a parar en frente de Louis. Dejé escapar el aliento que sin saber muy bien por qué había retenido en los pulmones, aunque aliviada cuanto menos. No me apetecía volver a tener que pasar por aquello, y muchísimo menos quería que la morena tuviese algo que echarme en cara.

De nuevo, tenía que andar de puntillas para no acabar con el corazón rajado. Alerta ante todo.

Louis paseó la mirada entre los componentes de la sala.

—Ah no, no, pero yo no juego —dijo sin preocupaciones, con un tobillo encima de la rodilla observando el juego con tranquilidad.

Los abucheos le llovieron de todos los lados, hasta que al final sonrió y levantó las palmas de las manos para relajar a la gente.

Cuando llegó el turno de Jess llevaba una de las sonrisas más pícaras que había visto en nadie. Giró la botella y estratégicamente volvió a caer en Cher, que ni siquiera estaba prestando atención.

—Tira otra vez —dijo Yina.

Jess le dirigió la mirada sin decir nada, aunque Ellen en seguida se incorporó con los brazos en jarras.

—¿Por qué? —casi gritó.

—Somos muchos, es imposible que no caiga de vez en cuando con alguien de nuestro género. No se va a caer el mundo —dije yo, algo más calmada.

Yina le dirigía la mirada exclusivamente a Jess, que permanecía callada en todo momento.

—¿Tú qué dices?

—Yina, vas a tener que besar a chicas y nosotros vamos a tener que besar a chicos —intervino Louis—. Bienvenida al 2011.

Ella parpadeó y se encogió de hombros.

Jess, cuando por fin todo el mundo se hubo calmado, se levantó del suelo con una mirada triunfal en los ojos y caminó hasta donde estaba sentada Cher, que no se lo vino venir. Con una sonrisa, Jess apoyó una mano en el respaldo del sofá antes de colocar los dedos en el mentón de Cher y darle un tierno beso en los labios, aunque sin dejar de ser apasionado, y más sincero de lo que pensé que sería.

Cuando se separó, Cher realmente parecía ensimismada, aunque Jess ni siquiera le dirigió la mirada cuando volvió a sentarse a mi lado en el suelo.

Me puse de rodillas en el suelo al ver que mi turno ya había llegado. Nunca había jugado a ese juego en mi vida, si soy sincera, y estaba algo nerviosa. Cuando por fin empezó a girar, la idea de tener que besar a alguien no me atraía para nada, ya que consideraba a todos los que estaban en la sala —o por lo menos a la mayoría— demasiado amigos como para querer comerles la boca.

Puedes adivinarlo si quieres. En serio. Apuéstate algo.

Efectivamente. Los chicos del sofá al lado mía soltaron carcajadas cuando vieron que la botella apuntaba directamente a Harry, que ya empezaba a sonreír.

—Venga ya —se quejaba Ellen.

—Ella sí que debería tirar de nuevo —comentó Liam, señalando la botella.

Louis se estaba descojonando.

Alcé la ceja y lancé una mirada a todos los que me estaba mirando antes de levantarme del suelo y rodear la mesilla que estaba en medio.

—Callaos y observad. Tal vez podáis aprender algo —dije.

Sin separar mi mirada de la de Harry, que bajaba la suya por mi cuerpo, apoyé las rodillas en el sofá en el que estaba sentado para poder estar más cerca suya, casi sentándome encima. Puse los dedos en su nuca antes de atraerle hacia mí para presionar mis labios sobre los suyos, tardando menos de dos segundos en dejarle entrar de esa forma que ya tan acostumbrada estaba. Sentí su mano apretándome la cadera, sabiendo perfectamente qué es lo que habría planeado pellizcar en el caso de no haber estado tan rodeados de gente. Clavé sutilmente mis uñas en su cuello, deseando que captara el mensaje; lo muchísimo que deseaba que pudiese hacer todo aquello que estaba dibujándose en su mente. Pellizqué su labio inferior con los dientes antes de separarme de él. Su mirada estaba encima de la mía cuando me levanté del sofá, viendo la lujuria soltando chispas por sus ojos.

Me volví a sentar en el suelo algo temblorosa, sintiendo lo que estaba pasando a mi alrededor con una bruma, sin realmente escuchar lo que estaban diciendo. Sabía que Ellen se estaba riendo a pesar de todo lo que se había quejado, y que Cher compartía las risas con Louis sentado a su lado en el otro sofá. También sabía perfectamente que Harry todavía no había conseguido apartar la mirada de encima mía, y que ya no me la dirigía de forma tan inocente.

Ni siquiera le presté atención a Niall cuando tuvo que juntar los labios con Yina, en la habitación no quedaba otra cosa más que él en frente mía y las luces difuminadas con el ambiente tenso que casi podía rozar con los dedos. Sus ojos vacilaban entre mis ojos y mis labios, deteniéndose en cada detalle de mi cuerpo, y en cómo se ajustaba mi ropa a él. Yo le dejaba que disfrutara de mí a distancia, mientras de nuevo colocaba un brazo en el respaldo del sofá, no sin antes pasarse una mano por el pelo. Casi inconscientemente tuve que morderme el labio. Era perfectamente consciente qué es lo que acababa de hacer y por qué, con un objetivo bastante claro en mente. Lo estaba consiguiendo casi a la perfección.

Sutilmente, aunque con una pequeña sonrisa en el rostro, el chico me apuntó con los ojos a la puerta de su habitación. Tuve que apartar la mirada para evitar soltar una carcajada, y pude transformarla en una pequeña risa. Cuando volví a alzar los ojos, pude ver que él también reía ligeramente, aunque luego bajó la barbilla para dejarme claro que no estaba bromeando.

Había pulsado el botón adecuado, sonreí satisfecha.

Nos comunicamos los siguientes segundos a base de miradas, hasta que yo asentí para que supiera que me estaba muriendo por encerrarme en esa habitación con él.

Aparté la mirada cuando se incorporó en el sofá y se bajó la camiseta antes de levantarse. Murmuró algo para el grupo que no pude escuchar y caminó hasta la puerta para cerrarla detrás suya.

Cuando se marchó fue cuando me di cuenta de que Ellen me estaba mirando. Me levanté del suelo para sentarme a su lado, y ella me apretó el brazo nada más sentarme con una sonrisa.

—Anda, ve.

—No vengo a pedirte permiso.

Las dos nos reímos y me dio un beso en la mejilla.

—Protección, señorita. Que nos conocemos.

Puse los ojos en blanco con una sonrisa antes de levantarme del sofá. Choqué la mano con Louis cuando pasé por su lado y me guiñó un ojo, mientras sentía la mirada de Yina clavada en mi espalda. Ni siquiera me paré a mirarla, ella sabía que yo llevaba la razón.

Sabía cómo hacer que me desease con tan sólo mirarle y humedecerme los labios.

Ahora ella lo sabía. Ella y toda la sala. Nadie se estaba preguntando por qué.

Fuera lo que fuese lo que tuviese con Cher, el poder lo tenía yo. En la punta de los dedos, en la punta de la lengua, de mis pestañas y mis labios.

Nada más cerrar la puerta detrás mío, él ya había puesto los puños contra la puerta para atraparme con su cuerpo contra la madera. Ni siquiera me asusté, bajé la mirada inmediatamente a sus labios, y conforme me besaba escuché cómo cerraba el pestillo.

Sin separar sus labios de los míos, me sujetó de los muslos y me obligó a subirme a su torso para que pudiese transportarme como había hecho otras veces hacia su cama. Me abrió las piernas con sus caderas al subir por encima mía, con una mirada juguetona en los ojos y preparado para recorrer sus labios por mi cuello.

—¿Por qué has tardado tanto? —preguntó con voz ronca, mientras tiraba de mi camiseta por mi cabeza.

Me reí suavemente antes de que mi voz quedara interrumpida por un gemido que me arrancó al notar sus labios por mis costillas. Repartía poco a poco sus mordiscos por mi piel, sujetándome las muñecas contra el colchón para impedir que me moviera.

Sus rizos me tocaban la frente cuando de nuevo subió su mirada para estudiarme los ojos, escucharme más de cerca, con el ceño fruncido y su nariz rozando la mía.

—¿Tanto me quieres? —ronroneé contra sus labios.

Esbozó una sonrisa segundos antes de volver a entrelazarse conmigo, volviendo a presionar el play y dejando por fin que bajase las manos por su pecho hasta luchar con el cinturón de sus vaqueros, sin dejar que su lengua parara de jugar con la mía.

Con dedos ágiles, mirada predecible y lengua juguetona, consiguió inmovilizarme durante unos cuantos minutos mientras hacía conmigo todo lo que llevaba soñando desde la última vez que pude tenerle entre mis piernas. La tensión sexual se deshizo en un hilo moldeable a nuestros cuerpos, él dejando sus marcas por mi piel, yo tratando de no arañarle demasiado fuerte cuando decidía susurrarme en el oído.

El juego que me propuso no tenía reglas y un sólo objetivo que los dos estábamos muriendo por cumplir a base de risas. Sus dedos cada vez apretándome más las caderas contra él. Su aliento contra mi cuello, mis dedos clavados en su espalda y su pecho, mi pelo enredándose con el suyo. Las carcajadas intercambiadas por gemidos. Desató toda una odisea por mi piel, las olas subiendo y bajando conforme se curvaba bajo su roce, con suavidad y ferocidad a la vez, su voz grave en mis oídos terminando el trabajo de ponerme en punta por completo. Me juraba con la voz quebrada y esbozada en una sonrisa que se encargaría él mismo de cortarme las uñas, mientras hacía lo posible por que mi carcajada saliera en forma de suspiro, cerrando los ojos con fuerza y pasándole un dedo por los labios. Antes de volver a sonreír satisfecho y morderme la clavícula.

Borró de mi mente con sus caderas las miradas que había compartido con ella escasos minutos antes, que tanto me habían desencajado, para de nuevo sujetarme la cara y obligarme a centrarme en lo que estaba sucediendo. No me importaba, sólo quería que pasara sus dedos una vez más por mi cintura y me hiciera curvar la espalda de placer. Valía la pena, me mordía el labio al verle cerrar los ojos con una mano en mi pecho y una sonrisa torcida y disfrutando de mí, rompiéndose en un gemido. Nos deshacíamos entre sus sábanas y le dejaba que enredara sus dedos en mi pelo, escuchando su aliento calmado entremezclado con los latidos de su corazón en su pecho, tranquilizándose poco a poco, como la nana perfecta para quedarme dormida.

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