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Capítulo 2:
Dejé las llaves en el cuenco después de cerrar la puerta sigilosamente. Eran las 12:05 y no debía hacer ruido si no quería recibir una buena bronca de mi madre.
Me quité el abrigo y lo cogué en el armario empotrado de la entrada y dejé los zapatos seguidamente. Avancé con los calcetines sobre el suave parquet (que, por cierto, casi me mato, ya que mi madre había pasado el abrillantador). Subí las escaleras y entré en mi habitación y cerré la puerta detrás de mí con cautela.
Dejé el iPhone sobre la mesilla de noche, no quería ser cotilla y menos con las cosas que eran de completos desconocidos.
Solté mi trenza  de lado y comenzé a peinar el pelo rubio frente al espejo.
Mis ojos azules estaban ligeramente hinchados-por suerte, no se notaba- y el maquillaje algo corrido. Mojé un trozo de algodón con desmaquillante y me lo pasé por la cara.
Por mi sorpresa, el iPhone sonó con una melodía pegadiza. Me acerqué y observé la pantalla.
En ella, ponía un número que no reconocí para nada. No quería alertar, asi que lo dejé sonar.
Pero el teléfono volvió a sonar. Y otra vez. Y otra vez. Otra vez. Otra vez. Me arté y decidí cogerlo.
Deslicé el dedo por la pantalla táctil y me lo pegué al oído.
-Ehh..S-Si?-pregunté insegura.
-¿Quién eres?-preguntó una voz masculina al otro lado del teléfono.
-B..Bueno, yo...
-¡¿Y qué haces con mi teléfono?!
-Te..te explico, escucha-carraspeé-¿te acuerdas...esta noche...que me pediste la hora?
Silencio
-¿En el autobús?
-Ehh..¿eres la  chica  una rubia con una trenza?
Se acordaba. Sonreí
-Esa soy yo. Te dejaste el móvil en el autobús y decidí guardarlo, por si te volvía a ver o con esperanzas de devolvertelo. Cuando sonaba no iba a cogerlo, por miedo a que fuera una chica o.. alguien, pero como insistía tanto, pues lo cogi.
-Amm..eh. gracias, supongo-oí como sonreía al decir esas palabras.
Reí.
-Denada hombre, si quieres quedamos y así te lo devuelvo.
-Genial, ¿mañana puedes?
-Perfecto-respondí , dibujando corazoncitos en un papel que tenía cerca. Solté el boli de inmediato, poniendo una mueca de enfado.
-Muy bien, ¿a las 8 pm en la puerta del Big Ben?
-Allí estaré.
-Cuidamelo eeh.
-Está en buenas manos, no te preocupes-volvía reír-Adioos.
-Adiós.
Colgó.

Al día siguiente, unas horas antes de las 8...
Bajé las escaleras corriendo y abrí la puerta.
-Jaaaaaaaaaaaanyyyyy-exclamó Ellen, dandome un fuerte abrazo.
-Eh, relájate, parece que no me has visto en años
Se quitó la chupa marrón y la colgó en el perchero.
-Dime, ¿cómo fue ayer con Dan?-dijo subiendo las escaleras y entrando en la habitación. Se sentó en la cama con las piernas cruzadas.
-Bueno...
-Oh-Oh.¿Qué pasó?
Suspiré y me senté en la mesa de estudio.
-Le pillé besando a otra.
Abrió los ojos mucho. Parecía que iban a salir de sus órbitas en cualquier momento.
-¿Cómo que?
-Mira...-suspire y tragué unas cuantas veces y le conté todo. Desde el helado de mango en aquella heladería hasta el capuchinno empapandole la camiseta.
-¿Ese tío es tonto?¿ A quién se le ocurre besar a otra mientras estas en un cita con tu novia? Definitivamente, a ese chico le faltan unas cuantas neuronas. Es más dudo que tenga cerebro.
-Y si lo tiene, no lo usa para nada.
Ellen se levantó y me dió un fuerte abrazo y acto seguido me dió un sonoro beso en la mejilla.
-Aííííí. Deverían saber que nadie se mete con mi Jane, nadie.
-¿"Tu" Jane?-reí.
Ella rió y volvió a sentarse en la cama y, denuevo, volvió a abrir los ojos demasiado.
-¡Aiba!¿Y este iPhone?-dijo agarrándolo y mirándolo desde todas las perpectivas.
Me levanté de un brinco y se lo arrebaté de las manos.
-Es de....ehh..un chico-dije dudosa
-¿De un chico?¿Qué chico?-dijo con cierto interés
-De uno que conocí ayer.
-¿Ayer?¿Donde?
-Ay chica, parece que estoy en un interrogatorio.
-No me cambies de tema.
Suspiré.
-Un chico que se dejó el móvil en el autobús ayer por la noche. Hemos quedado hoy para devolvérselo.
-¿Hoooy?¿Era guapo?
Esa era Ellen, siémpre fijandose en el físico.
-Y yo que sé, Ellen, apenas lo conozco.
Me miró con incredubilidad.
Suspiré.
-Esta bieeeeeeeen. Era guapísimo-me senté en el borde de la cama.
-¿Cómo era?-tornó sus ojos en excitación e interés. Mucha interés.
-Alto, pelo castaño y rizado, ojos verdes.
-Buuuuf, ¿as pensado ya que ponerte?
-¿Cómo que qué ponerme? Voy a devoverle el móvil, no he quedado con Loeonardo Di Caprio
-Parecido. Ahora mismo te voy a ayudar a elegir la ropa- se levantó y tiró de mi brazo.
Me levanté y ella me arrastró hacia el armario y comenzó a sacar ropa a montones. Ella puso varios modelitos sobre la cama y me los probé uno a uno. Según ella, con todos estaba guapísima.
Al cabo de una media hora después, las dos optamos por uno sencillo, pero bonito y seductor;
Llevaba unos pantalones pitillo azul claro, botas militares, dos camisetas blancas de tirantes y una chaquetita marrón con botones y Ellen pensó, para no marcar demasiado escote, me puso un pañuelo beis. Me puse un colgante con forma de corazon marrón y unos pendientes de aro. Me dejé el pelo suelto. Era más salvaje, según Ellen. Me maquillé un poco, pero no demasiado, no quería parecer una puerta.
-¿De verdad estoy bien?-repetí una vez mas dando otra vuelta delante del espejo.
Ellen suspiró
-Que sí pesada, ahora, vete, que si no llegas tarde.
-Cierto-me acerqué a la mesilla de noche y cogí el iPhone y mi BB.
-Bueno guapísima, yo me voy ya. Oh, y ponte mi chaqueta para que no pases frío.
-Gracias-le dí un fuerte abrazo.

Media hora más tarde...
Las 8:00
Me aseguré por tercera vez que lo tenía todo. El iPhone, en el bolsillo. Mi móvil, en el otro. La cartera, en la chaqueta. Perfecto, lo tenía todo.
Fuí despacio a la puerta del Big Ben y me senté en un banco que había cerca.
Cinco minutillos mas tarde, una figura alta con rizos se acercó a la puerta y miró su reloj .
Espiré tranquilizándome y tragué un par de veces. Era el momento. Me levanté y me moví hacia él.
-Bu-dije detrás suya.
Él se dió la vuelta y me miróa la cara. Sonrió.
-Ah, hola.
-Soy Jane, lo primero.
-Harry
Se acercó y me dió dos besos en las mejillas.
-Oh- saqué el móvil del bolsillo y se lo tendí-. Toma.
Alargó la mano su mano y lo cogió
-Ah, gracias
Reí.
-No hay de qué.
-Bueno..ehh..¿te apetece ir a tomar algo?-propuso.
-Emm..Vale-sonreí.
-¿Alguna sugerencia?
-Podemos ir al Starbucks de aquí cerca.
-Por mí, perfecto.
Avanzamos unos cuantos metros en silencio hasta llegar a una acogedora y  pequeña estancia´. Él me abrió la puerta y me dejó entrar.
-Vaya, gracias-le sonreí mirándole a los ojos.
Él me devolvió la sonrisa y puso una mano en mi espalda. Me guió a la planta de arriba y los dos subimos las escaleras de dos en dos. Escogimos una esquina con dos sillones, uno individual y uno doble. Me senté en éste último y me quité la chupa, que la deposité al lado mía.
-¿Qué quieres tomar?-dijo él, sin sentarse.
-Hummm...sorpréndeme, pero que sea calentito-sonreí.
Él me sonrió de vuelta y asintió, y acto seguido se volvió y bajó las escaleras.


-Mm...esto está realmente bueno, ¿qué es?-dije dándole el primer sorbito a la bebida que Harry me había traído.
-Es chocolate con vainilla y nata-
-Pues está buenísimo-dí otro sorbito-Bueno, me estabas contando sobre tu banda, ¿cómo se llamaba?
-White Eskimo, ensayamos todos los miércoles y los sábados.
-Vaya, ¿qué instrumento tocas?
-Canto
-¿Cantas?
Asintió.
-Wow. Ya me invitarás a ir a verte.
Soltó una carcajada suave
-A mí no me importaría, pero es que no tocamos en Londres, más bien, no soy de aquí.
-¿No?¿Y de dónde eres?-di otro sorbito a la bebida que tanto me había gustado.
-De Cheshire. Holmes Chapel, para especificar.
-Am, ¿Y has venido hasta Londres para ver las tarifas de Oxford?
-Sip, mi madre quería que hablara con el directior en persona sobre las becas y esas cosas. Le djie que podía mandarle un e-mail, pero ella dice que esas cosas no sirven y tenía miedo a que no llegara y esas cosas.
-Am.
Una chica rellenita y pelirroja subió por las escaleras con una bandeja de metal. Se dirigió hacia nuestra esquina y dejó un pequeño platito sobre la mesa con un papel sobre él.
Lo dos alargamos las manos para cogerlo, pero yo fui mas rápida.
6, 20 euros.
-Pago yo-dijo intentando quitarme la factura de las manos
-De ninguna manera-saqué el monedero del bolsillo de la chupa.
Se levantó
-No, no, no, pago yo-me quitó el monedero de las manos.
Me reí.
-Devuélvemelo-dije levantándome y poniendo las manos en jarras, pero sin evitar reírme.
Él puso la mano en alto y sacó su cartera del bolsillo del pantalón. Ahí estaba mi oportunidad. Dejé de dar saltitos y cogí, mirándole a los ojos y sonriéndo, la cartera de las manos
-¡Eh!-ahora era él quien me perseguía.
Corría por la sala, ya que estaba vacía, hasta que me detuve en un punto, sostube la cartera detrás de mi espalda y me qedé cara a cara con él.
-Si dejas 6, 20 en aquel platito y me devuelves el monedero, te doy la cartera.
Harry suspiró y se acercó a la mesa. Yo, con una sonrisa, le seguí y dejé la cartera en la mesa. Abrió la cremallera del monedero azul, y se quedó pensativo, cerró rápidamente la cremallera y agarró su cartera, sin que yo pudiera detenerlo.
-¡Oye!-grité, intentado quitarsela.
-No no, ya no me engañas-abrió la cartera y sacó un billete de cinco y una moneda de dos.
Yo, me senté en el sillón doble y hice como si estuviera enfadada, la verdad es que lo estaba, pero lo exageré un poco.
Harry se sentó al lado mía. Yo le dí la espalda, cruzando los brazos sobre el pecho.
Rió.
-¿No te habrás enfadado, verdad?-pasó los brazos por mi cuello y me lo susurró al oído.
Entonces me puse nerviosa. Pero no se lo dejé notar.
Giré la cabeza y le miré a los ojos. Sonreí. Pero aparté la mirada y aogué mi sonrisa.
-Vamos, la próxima vez te dejo pagar a tí, ¿de acuerdo?
Solté una risita.Y volví a mirrle a los ojos.
-Eso es lo que quería oír-me giré para quedar en frente suya y comencé a juguetear con uno de sus perfectos rizos-¿Tenías planteado una proxima ve o qué?-dije sonriendo.
-Bueno, nunca se sabe
-¿Cuanto tiempo te quedas en Londres?
-El tren sale el jueves por la tarde, pero siempre le puedo decir que me quedo otro fin de semana.
-¿No estarás durmiendo en un hotel tanto tiempo verdad?
Se rió.
-No, estoy en una casa de unos amigos de mis padres.
-Ah vale....Oye, ¿cómo consigues mantener los rizos tan...rizados?-solté una carcajadita.
-Pues..no sé, salen solos...-se tocó el pelo-, pero tienes que verme con el pelo mojado, parece una fregona.
Ahora sí, estallé en risas.
-No exageres, hombre
Y así estubimos, riendonos y hablando sobre cosas absurdas, mirandonos a los ojos, como si nos conociéramos de toda la vida, hasta que nos levantamos y decidimos dar una vuelta por Londres

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