Capítulo
43:
{Narra
Jane}
-¡Emma!
¡Estate quietita, eh!
Agarró
mis caderas y tiró de ellas, haciendo que me cayera de espaldas al
suelo, sobre la fina alfombra roja. Grité con exageración,
quejándome de dolor. Ella, de pie encima mía, me sacó la lengua y
sonrió triunfalmente.
-Eso
te enseñará a no quitarme el mando cuanto yo, esté viendo la tele
-fruncí el ceño con picardía y cuando quiso escaquearse, cogí su
tobillo sin siquiera levantarme del suelo.
Aquello
hizo que perdiera el equilibrio y cayera de bruces al suelo también.
Antes de que pudiera reaccionar, me levanté de un brinco y le
dediqué una mueca.
-Lo
mismo digo -y le sonreí de la misma manera.
Me
senté de nuevo en el sofá con el mando de la televisión en la
mano, contenta de mi triunfo.
Aclarando
su garganta, colocó sus puños sobre sus caderas una vez levantada y
frunció los labios, alzando una sola ceja con arrogancia.
-¿Crees
que te has desecho de mí, o qué? -preguntó retóricamente,
acercándose a mí.
Yo
subí las rodillas hasta la altura del pecho y me hice con un cojín
para protegerme, cubriéndome la cabeza.
-¡Socorro!
¡Me quiere violar! -grité en dirección a la cocina, en donde se
encontraban mis padres.
-¡Niñas!
¡A ver si tengo que ir yo a separaros! -gritó respondiendo mi
padre, pero sin moverse de su sitio.
Emma
no hizo ningún ademán de escuchar y limpió atacándome con sus
intenciones acercándose a mí e intentando arrancarme el cojín de
las manos.
-¡Dame
el mando! -chilló
-¡No!
-¡No
quiero ver Estúpido Cómo Conocí A Vuestra Madre!
-¡Pues
te jodes! Yo he visto tu estúpido programa y calladita que estaba.
-Eso
es por que me tienes miedo.
Solté
una carcajada.
-¡Más
quisieras!
-¡Niñas!
Emma
resopló y se apartó de encima mía, sentándose a mi lado con los
brazos cruzados y el ceño fruncido, como una niña pequeña.
Yo
le saqué la lengua triunfante.
Se
levantó de un brinco en el sofá cuando el timbre de la puerta sonó,
empujando de nuevo al sofá cuando yo hice lo mismo.
-Es
para mí, niña -dijo arrogante.
Volví
a subir los pies al sofá y aparté la mirada.
-¿Quién
lo dice?
-¿Quién
iba a venir para ti? -desapareció detrás de la esquina,
dirigiéndose a la entrada.
Yo
rodeé los ojos mientras rodeaba los ojos y fingía hacer caso a la
televisión, sin, en realidad, hacer ningún esfuerzo y manteniendo
la mente en otro lado.
Fingí
no prestar atención cuando Emma volvió a entrar en el salón, con
los brazos cruzados sobre el pecho y el ceño fruncido. Se sentó a
mi lado.
-Es
para ti -dijo algo más bajita de humos.
-¡Ja!
-grité mientras me levantaba del sofá y le hacía burla.
-¡Calla
y vete! Puta -murmuró.
-Qué
amable -murmuré yo también mientras caminaba hacia la puerta.
No
caminaba, más bien daba brincos hacia la puerta, feliz y algo más
animada.
Abrí
la puerta enseguida y mi cara se iluminó todavía más.
-¡Harry!
-grité y le abracé con fuerza mientras besaba sus labios con
dulzura.
-Hola.
-¿Qué
haces aquí? Pasa, anda, que hace frío.
Él
sólo sonrió ante mi reacción y entró en casa. Cerré la puerta y
colgué su abrigo en el perchero.
-¿Puedes
salir de la casa solo para verme?
-No,
técnicamente. Me he escapado.
-¡Te
has escapado!
No
pude evitar derretirme por dentro. Simplemente lo dejé ver y lo besé
de nuevo, solo que ahora mucho más largo y con más insistencia.
-Existen
habitaciones en el mundo.
-Cállate,
Emma -repliqué malhumorada.
-Sólo
digo que no hace falta darse el palme en medio del vestíbulo de la
casa de tus padres -apoyó el hombro contra la pared con los brazos
de nuevo cruzados.
Rodeé
los ojos y suspiré. Agarré su mano.
-Adiós,
Emma -dije mientras me dirigía a las escaleras.
-Em,
¿quién era? ¿Alguien importante?
Mierda.
Mi madre.
Avanzaba
por el salón mirando a mi hermana, que sonreía como una arpía,
divertida y pícara con la situación. Mi madre alzó la mirada, con
el rostro sin expresión y me miró, y después a Harry.
-Eh.
Hola, mamá -y sonreí con exageración.
-Jane
-dijo ella amable, aunque con insistencia-. ¿Quién es este chico?
Nunca
había pensado en la manera correcta de presentar a Harry a mis
padres, ni si lo haría dentro de poco. Tampoco sabía si mis padres,
sobre todo mi padre, lo aprobaría tan enseguida.
-Es..
eh -vacilé, con la mirada inquieta entre Harry, que me miraba con
una media sonrisa y encogiéndose de hombros, y mi madre, que seguía
con la mirada fija en mi respuesta-. Es Harry, amá.
-Oh
-enseguida se dio cuenta-. No me habías dicho que tenías novio.
Fruncí
el ceño mientras Emma soltaba un resoplido seguido de una carcajada.
-Sí
que te lo dije -dije firme.
-¿Cuándo?
-¿Todos
los sábados?
-Ah,
¿sí?
-Sí,
cuando veo el Factor X y te digo “mira mamá, él es mi novio”.
-Ah
-dijo sólo, apartando la mirada y frunciendo el ceño-. No pensé
que ibas en serio.
-Pues
ya ves que sí, ¿podemos irnos ya? -dije impaciente e incómoda con
la situación.
-Cielo,
¿qué ocurre?
Mierda.
Mi padre.
-Eh.
Hola, papá -y sonreí de nuevo.
Mi
padre, con su mirada neutra, clavó los ojos en Harry.
-¿Quién
es? -preguntó con brusquedad, señalándolo por un segundo.
Me
llevé la mano a la frente.
-Eh...
me voy -dije.
Volví
a coger su mano y fuimos escaleras arriba.
-Que
mona eres cuando te pones nerviosa -dijo Harry a mi lado, con una
sonrisa.
Sentí
cómo las mejillas empezaban a sonrojarse, e hice lo posible para que
no lo notara demasiado.
-¡Eh!
-escuché a mi padre escaleras abajo-. Jane, la puerta de la
habitación abierta.
-¡Papá!
-chillé replicando
Rodeé
los ojos a la vez que escuchaba las carcajadas, ahora más altas, de
Emma. Harry también dejó escapar una leve risa. Yo me mordí el
labio.
Atravesamos
el pasillo hasta llegar a mi dormitorio, en donde cerré la puerta
detrás nuestra con pestillo, a lo que Harry frunció el ceño.
Yo
respondí con una risita.
-Me
da igual lo que me diga. Luego me echará la bronca, pero en fin...
Respondió
con su risa silenciosa, bajita y adorable.
Se
encontraba apoyado en mi mesa de estudio con los brazos cruzados, con
las mangas de la camisa blanca remangadas con torpeza y a la vez
mucha elegancia no intencionada. La blancura de la camisa hacían que
sus ojos fueran más verdes todavía, que me mitraban serios, con sus
rizos cayendo por su rostro.
Su
mirada, que ahora me hizo presa, hizo que algo dentro de mí quisiera
salir de inmediato, cual fiera salir de su jaula para comer al fin.
Un cosquilleo en el vientre hacía que todo mi cuerpo temblara,
completamente aprisionada por el deseo, un sentimiento que antes no
había sentido con tanta fuerza y valentía, como si mi cuerpo ya no
aguantara más.
No
pude evitar quedarme mirándolo mordiéndome el labio de nuevo,
totalmente sumergida en una nube.
-¿Qué?
-preguntó, con una suave risa, percatándose de mis miradas.
Yo
respondí solamente con una sonrisa, mientras me acercaba a él y le
besaba con dulzura y ternura.
Aunque
noté cómo su cuerpo se ponía en tensión.
-¿Ocurre
algo?
Él bajó la mirada, a lo que fruncí el ceño.
Él bajó la mirada, a lo que fruncí el ceño.
-¿Harry?
-ahora mi voz ya no sonaba segura y sensata como antes, si no que
temblorosa y muy insegura ante todo.
Y
comenzaba a ponerme nerviosa.
Alzó
la mirada y me miró a los ojos, como siempre hacía y que hacía que
me derritiese por dentro cada vez que lo hacía. Y lo que hizo que
parte de mi se sintiera algo más segura que segundos atrás.
-Jane.
Lo primero que quiero que sepas es que te quiero y que nadie va a
impedirmelo, ¿de acuerdo?
Sonreí
de alivio y me mordí el labio una vez más.
Me
lancé de nuevo a él, sólo que ahora con mucha más pasión que
transmitía habitualmente, con más insistencia, queriendo dejar las
cosas claras para él y sobre todo para mi misma, ya que mi
conciencia andaba perdida con todo el movimiento brusco que acababa
de realizar y que sólo iba a más.
Me
aparté de él completamente exhausta, con la respiración agitada y
sintiendo la suya también fuera de control contra mi cuello.
Pero
por lo visto no tenía suficiente. Mi cuerpo quería ir más allá.
Y
no podía estar más segura de ello.
Tragué
saliva sin despegar mi frente de la suya, intentando tranquilizar mi
respiración.
-No
quiero que nadie más nos interrumpa. Yo te quiero, Harry -susurré.
-Pero..
-comenzó a decir, apartándose escasos centímetros para poder
mirarme mejor.
-Por
favor -susurré de nuevo.
Mi
cuerpo ya no aguantaba más, el deseo lo corroía, lo recorría de
punta a punta, corriendo por mis venas y haciéndose notar en cada
parte de mi cuerpo, como si fuera a explotar en cualquier instante.
Con
una media sonrisa, cogió mis manos con dulzura y con suavidad, me
atrajo hacia él.
-¿Estás
segura? Están tus padres y...
-Creo
que no he estado tan segura de nada nunca -dije firme, sin apartar la
mirada de encima suya, interrumpiéndole.
Él
sonrió ampliamente, con los ojos brillantes. Pero luego su sonrisa
se borró por completo.
-Jane
-suspiró-. Yo no he venido aquí a esto. Tengo que contarte algo que
quizás no te guste tanto y... -tomó una pausa, para volver a pensar
la frase-. Tal vez esto te haga cambiar de opinión radicalmente,
Jane. Y no quiero que te arrepientas -dijo mientras entrelazaba sus
dedos con los míos.
-Nada
va a hacer que cambie de opinión.
Alzó
una ceja acompañado por una sonrisa pícara que sólo hizo empeorar
las cosas. Me cogió entonces entre sus brazos y con sus manos y sus
labios dejó atrás el mundo y me hizo pensar sólo en él. En querer
estar sólo con él. Sus caricias dejaron atrás todo el dolor que
había sufrido con Dan y sólo él me hizo sentir segura de todo lo
que sucedía a nuestro alrededor.
La
felicidad que sentía en esos momentos era indescriptible, sintiendo
sus labios sonrientes de Harry sobre mi cuello, a veces mordiendo con
delicadeza mis labios, haciendo que la sangre circulara más deprisa
por mis venas.
Aunque
notaba de vez en cuando su inquietud en sus actos, no me frenó y
simplemente lo dejé pasar, haciendo un esfuerzo notable. Simplemente
quería que aquello pasara desde hace mucho tiempo y no quería
esperar ni un día más.
Sentí
cómo su cuerpo se deslizaba sobre el mío, con las manos
entrelazadas y con mi continua sonrisa sobre sus labios, dejando que
acariciara con delicadeza mi vientre y mi costado, teniendo
clarísimos sus movimientos.
Y
amaba su seguridad
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