Ahora.
{Narra Jane}
La luz demasiado
amarilla del sol recién despierto me da la bienvenida a través de
la cortina que cuelga frente a la ventana. Entrecierro los ojos y
trato de adaptarme a la brillante luz, aún sin despertar del todo.
Me incorporo despacio para no hacer demasiado ruido e inspecciono la
habitación en la que me encuentro. De hotel. Sonrío débilmente y
trazo mi trayectoria hasta la puerta para intentar no llamar la
atención.
Por suerte la noche
anterior bebí suficiente agua para no sentir dolor de cabeza, pero
sí me siento algo mareada a causa del rastro del alcohol, aunque
esté mejor de lo que yo me hubiera esperado.
Aparto despacio la
manta que me cubre y descubro que conservo la ropa interior puesta.
Bajo las comisuras de los labios por un escaso segundo y vuelvo a
sonreír.
“Un chico con clase”
-pensé.
Con pasos sigilosos
recojo mi ropa, esparcida por la habitación y me meto la baño para
vestirme lo antes posible y marcharme. Me miro al espejo y resoplo e
intento arreglar mi pelo con los dedos, ya que no había peine por
ningún lado. Antes de salir, me aseguro de que no me deje nada que
pueda desvelar mi identidad.
Salgo del baño y,
sobre las puntillas, me desplazo hasta la puerta. Me detengo en seco
cuando el chico se remueve en la cama y me pongo nerviosa, hasta dejo
de respirar para no hacer ruido. El chico vuelve a dormirse y yo
corro hasta la puerta. Respiro tranquila y sonrío mientras paseo por
el pasillo del hotel, del que desconozco el nombre.
No conozco el nombre
del chico. Ni él el mío. Así es mi vida ahora.
Suerte que semanas
antes de irme a vivir ahí, en el centro, me aprendí mas o menos las
calles para no perderme si quería salir o tenía que hacer algún
recado.
Salgo a la calle y me
pongo las gafas de sol, también para el sol, pero las uso más para
ocultar mis ojeras de resaca.
Saco mi móvil cuando
noto que vibra en el bolsillo de mis pantalones cortos vaqueros. Miro
la pantalla y sonrío al ver su número.
-¿Dónde estás? -me
pregunta con voz enérgica.
-Estoy cogiendo el
coche, ahora llego, no te preocupes.
-Está bien. ¿Segura
que a Zoey no le importará que me quede?
Resoplo bajo y sonrío.
-No seas tonta. Vamos,
comemos a las doce y media, ¡no llegues tarde!
-Jane, ¿puedes coger
el coche? Quiero decir, si estás en condiciones. Si quieres voy yo a
recogerte, estoy cerca de donde estás tú y no quiero que-
Pongo los ojos en
blanco y suspiro.
En parte le doy la
razón.
-Ellen -le corto-,
estoy bien, no te preocupes. Sólo un poco mareada, pero nada
importante. Suenas como mi madre.
-¡Es el peor insulto
que podrías haberme hecho, Jane!
Ambas reímos.
Meto la mano en el
bolso y voy en busca de las llaves del coche. Maldigo en voz baja por
haberme comprado un bolso tan grande, y suelto un pequeño gemido de
alegría cuando noto el frío metal de las llaves chocar contra mis
dedos. Contenta, pulso el botón y, cuando las luces del Volvo rojo
parpadean, pongo el coche en marcha. Decido no encender la radio.
Tengo la suerte de que la cabeza aún no me duele y prefiero que eso
me dure todo el día.
En realidad el coche no
es mío, es prestado de mis padres, pero como ellos no lo usan y la
gasolina la pago yo, es como si fuera mío.
Conduzco despacio por
las calles, que por suerte hay menos gente que de normal. Me cuesta
bastante concentrarme para saber el camino hacia nuestro apartamento,
pero al final reconozco el buzón rojo que da comienzo a nuestra
calle y respiro aliviada de al fin estar en casa.
Seguro que Zo me mata
si se entera que he venido conduciendo.
Aparco lo más cerca
posible para que me fuera más fácil de encontrarlo la próxima vez
que lo cogiera.
El barrio en donde se
encuentra nuestro apartamento es de los más acogedores de todo el
norte de Londres. El bloque de pisos en el que vivimos se encuentra
al fondo de la calle, que está rodeada de árboles y flores, por lo
que hay mucha sombra.
Camino contenta hasta
el portal y abro la puerta pesada de madera. Llamo con los nudillos
la puerta de madera también de nuestro piso.
-¡Jane! -me saluda
contenta mi compañera de piso y de estudios- ¿Qué tal ayer?
-Hola, Zoey -esbozo una
pequeña sonrisa y me dejo caer en el sofá-. Ahora no, más tarde,
¿vale?
Levanto la mirada y la
veo mirándome, con los puños sobre sus caderas y son una sonrisa
sobre su rostro. Asiente y vuelve a desaparecer en la cocina.
Zoey y yo nos conocimos
en clase de psicología avanzada en nuestro primer curso de
universidad. Entonces aún vivía con mis padres, pero no me sentía
del todo cómoda, por lo que fui en busca de un apartamento. Más
tarde descubrí que el alquiler era demasiado caro para pagarlo yo
sola y con un salario mínimo que me ofrecía mi puesto de camarera
en The Duke, un pub inglés cerca de Oxford Street. El trabajo no
está nada mal, es más, me encanta. Durante el verano trabajo los
lunes , miércoles y viernes, pero al dueño le he caído bien, por
lo que quiere que conserve el trabajo también durante las clases.
Aún no he decidido qué voy a hacer.
Durante el primer
curso, Zoey y yo nos hicimos bastante buenas amigas, y ella me dijo
que estaba buscando un piso, y también una compañera. Y decidimos
juntarnos las dos. Y, el pasado mes de mayo, cuando las clases
estaban casi finalizando, alquilamos un piso ambas, para que
estuviera listo en el verano.
-Zoey -grito desde el
sofá para que ella me escuche desde la cocina- ¿te importa si viene
Ellen a comer?
A los pocos segundos
aparece ella con las manos en las caderas y con el ceño fruncido.
-¿Ellen? ¿Es la chica
de la que dices que tiene tu virginidad?
Suelto una carcajada.
-Esa misma.
Al momento sonríe
ampliamente.
-Claro, ¡me hace
ilusión! Hablas tanto de ella y yo ni siquiera la conozco.
-Bien. Viene en 5
minutos.
Mi compañera me lanza
La Mirada. Consiste en ladear la cabeza y subir una de las comisuras
de los labios, y la lanzaba sólo cuando no está de acuerdo con
algo, o cuando se decepciona.
-¿Por qué me miras
así? -pregunto, ya que no sé a qué viene.
-Así que ya lo tenías
planeado, ¿eh? ¡Eres un fenómeno, Jane! ¿Y si digo que no? ¿Y si
no hay suficiente comida? ¿Qué hubieras hecho, lista? -en sus ojos
veo que está bromeando, aunque lo dice lo más seria que puede.
-Sabría que ibas a
decir que sí-sonrío inocentemente.
Ella no es la típica
chica, y eso es lo que hizo que me fijara en ella. Su pelo es lo más
fascinante que puedas ver, le llega hasta el final de su espalda y es
marrón claro ondulado, y su piel es color café con leche. Sus ojos
son pequeños y verdes, aunque de su rostro, en lo primero que te
fijas son sus finos labios rosados y pequeños. Desde el primer día
que la vi, no ha habido un sólo día en el que he pasado envidia por
ella.
-Oye, Jane -mientras
tanto, ella ya ha vuelto a la cocina, y ahora me chilla desde ahí-.
He pensado que igual podemos meter a otra chica aquí. Las cuentas
nos saldrían mejor.
El alquiler del piso
está a mi nombre.
-¿Otra chica?
-O chico -juega con sus
cejas y me mira con una sonrisa.
-¿Para qué? Dos es
más que suficiente, ¿no crees? Aunque no descarto la idea.
-Sería para antes de
que empezaran las clases, si antes de entonces no encontramos a nadie
mejor esperamos al año que viene. Así que tenemos que darnos
prisa...
-¡Prisa! No corras,
queda más de un mes para que terminen las vacaciones, tenemos tiempo
de sobra.
Ellen, como era de
esperar, se presenta con una botella de champán bajo el brazo, y se
cuelga en mi cuello con energía, mientras chilla mi nombre en mi
oreja.
Rápidamente le
presento a Zoey, y Ellen pone la misma cara que puse yo al verla por
primera vez. Me alegro cuando veo que se llevan bien enseguida.
-Oye, Ellen -Zoey llama
su atención una vez sentadas en la mesa-. Una pregunta, ¿cómo es
que tienes la virginidad de Jane?
Me llevo una mano a la
frente.
Ella responde mirándome
con los ojos como platos y los labios fruncidos. Suelta un grito
ahogado.
-¡No se lo has
contado! Qué fuerteeeee.
-Ellen, cállate. Zoey,
en serio no creías eso, ¿no?
Ella suelta un
resoplido y aparta la mirada.
-Tonta no soy. ¿Por
qué no me lo quieres contar? ¡Yo te lo he contado!
Tengo que reír al ver
su aspecto ahora mismo. Parece una niña de cinco años rechistando
contra sus padres por algo que ha hecho. Con los puños en la mesa y
todo.
-No quiero hablar de
ello.
-Yo te lo cuento. El
caso es que Jane se enamoró de un-
-¡Ellen!
-¿Qué?
Ellas dos han puesto
los codos en la mesa y se han arrimado para que Zoey la escuchara
mejor.
Nadie es más cotilla
que Ellen.
-Ya se lo contaré,
pero otro día. Es una larga historia y no tengo ni ganas, ni
razones, ni tiempo, así que...
Dejo la frase en el
aire. Y así también dejamos el tema enseguida.
No he dejado de
contarle todo aquello porque no lo haya superado, ni mucho menos. Es
más, lo superé la misma semana. Una ruptura no estaba en el mismo
nivel que una muerte, y eso me hizo mucho más fuerte. Él ya no iba
a conseguir hundirme más.
Tenía miedo de que
podría juzgarme, ya que ahora él era super mega hiper famoso por el
mundo entero, y, por supuesto, ella conocía la banda, y sólo
conseguiría que se riera en mi cara y que no me creyera. Así que,
¿para qué malgastar el tiempo, para sólo conseguir desencadenar
una pelea sin sentido?
En ese poco tiempo he
conseguido conocer a Zoey mucho, y sabía que si se lo contara, ella
vendría con la escusa de que “Yo siempre te lo cuento todo, no sé
ni por qué te pregunto si luego te vas a reír de mí diciéndome
estas tonterías”. Casi escucho las palabras salir de su boca.
-Jane, ¿qué piensas
hacer para tu cumpleaños? -me pregunta Ellen, después de varios
minutos.
Casi me atraganto con
el agua, ya que no me espero la pregunta para nada.
-¿Cuándo es mi
cumpleaños? -me aventuro a preguntar, lo que hace que las dos rían
bajo.
Ellen también ríe,
pero sé que no le hace demasiada gracia mi pequeña ironía.
-Eres tonta.
-Nada -respondo.
-¡Nada! -gritan las
dos a la vez, y pongo los ojos en blanco.
-Jane, ¿eres
consciente de que cumples diecinueve años? ¡Tienes que preparar una
fiesta!
-¿Tengo? Creo que no.
Tengo dos maravillosas amigas tan fiesteras como yo que pueden
prepararme una perfecta fiesta sorpresa. Ah, la tarta que sea de
chocolate pero que no engorde demasiado, ¿de acuerdo? Invitar a
algún famoso o algo -cierro los ojos arrepintiéndome de mis últimas
palabras.
Ya la he liado de
nuevo.
-Ya sé a quién
invitar pues -Ellen me mira con picardía.
La miro con
desaprobación.
-¿A quién? ¡Podemos
invitar a MIKA!
-Conozco a alguien
mejor; One Direction.
Zoey esboza una mueca.
-¿Te gustan esos?
Nunca lo habría pensado. ¿A ti también te gustan, Jane?
-Bueno...
-Ya te digo -responde
Ellen por mí, mirándole a Zoey levantando las cejas.
-¿Y tienes contacto
con ellos?
-Ah, pero que estáis
hablando en serio -digo en seguida.
-En realidad no -dice
Zoey convencida, y vuelve a mirar a su plato de helado.
-Hablando de fiestas.
¿Qué tal ayer, Jane? ¡Me dejaste plantadísima! Espero que valga
la pena, o si no es la última vez que te llevo de fiesta. Eres
incluso más puta que yo.
No puedo evitar reírme.
-Sólo me gusta
pasarmelo bien, eso es todo.
-Va, quiero detalles,
cómo es, qué tal es, ya me entiendes.
Apoyo la barbilla en la
mano y miro el techo, tratando de recordar.
-Hm. Creo que su nombre
empieza por R.... . Mediana, y normalito. Nada especial. Aunque
bastante subido de tono, no sé si me entiendes. Se pensaba que
aquello era una cobra o algo así.
Zoey hace una mueca de
desaprobación, sin mirarme directamente.
-Esos son los peores.
¿No había nadie mejor o qué? No soporto a ese tipo de personas.
Ellen la apunta con el
dedo asintiendo, dándole la razón
-Eso es relativo.
Mientras esté la luz apagada y esté bien calladito, no me importa
demasiado -digo yo.- Y mientras haya orgasmo, no hay problema, esto
es así.
-Si tu hermana te
escuchara.... ¡eres incluso peor que ella! Se quedaría flipando.
Me encojo de hombros.
-Su opinión se la
puede contar a quien le interese. Ella no me manda, por lo tanto,
hago lo que yo quiera con mi vida y vagina. Punto.
Ellen levanta las manos
con inocencia.
-¿Cuántos van este
verano?
-Catorce. Creo -me
vuelvo a encoger de hombros.
Zoey me mira espantada.
-¡¡¿Catorce?!! ¿Pero
tú? Más que yo en toda mi vida...
-Y lo que queda...
-Oye, tu me preguntas,
y yo te respondo. Luego no me juzgues.
Ellen, en vez de
enfadarse, se ríe sin tomárselo a pecho, que es lo que yo he
pretendido.
La quiero demasiado.
De pronto, cambia de
tema radicalmente.
-He hablado con Jess.
Me pongo tensa al
instante.
Hace años que no hablo
con ella.
-Ah -respondo al no
encontrar otra respuesta mejor-, ¿por teléfono?
Niega con la cabeza.
-La vi ayer por la
calle. No he hablado mucho con ella, pero bueno..
-¿Quien es Jess?
-pregunta Zoey, entrando el la conversación.
-Una conocida mía. La
conozco desde hace tres años.
-Está super cambiada
tía. Se ha teñido de morena.... y está como menos delgada. No es
que esté gorda, pero no es el palo que era antes. Me ha dicho que
dejó la academia para centrarse en su carrera de filologa. Parecía
muy segura de si misma, más que antes.
Bebo un trago de agua y
lo vuelvo a colocar en la mesa, no muy interesada.
-Está bien, y eso es
lo único que me importa.
Ellen se revuelve
nerviosa en su silla.
-Dice que te echa de
menos.
-Seguro que si ella me
conoce como soy ahora, no demasiado.
Yo no la echo de menos.
Ni un sólo poco.
Quiero que los chicos vayan a la fiesta de Jane, solo por ver su cara. Oye, que guarrilla se ha vuelto Jane en este tiempo. Ninguna de ellas tiene contacto con los chicos, ni Jess? Como que Jane no echa de menos a Jess, esta totalmente cambiada. Bueno, espero otro capitulo pronto :) .Estela
ResponderEliminar¿¡¿Pero que ha pasado en el tiempo intermedio?!? Todas han cambiado muchisimo. Bueno, tambien espero que los chicos aparezcan por la fiesta jaja NEXT!! XD
ResponderEliminarQue cambiadas estan, a mi por un momento se me olvido quien era jess jejeje luego me vino. Siguela pronto ^^
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