26~


Capítulo 26:
{Narra Jane}
A veces me paro a pensar en qué habría pasado si no habría pillado a Dan con la chica que decía ser Ellen. Probablemente no habría cogido ese autobús y no habría encontrado el teléfono de Harry, por lo que nunca lo habría conocido.
Vaya, hasta podría agradecerle a Ellen lo que hizo; hizo que me diera cuenta de qué clase de persona es Dan, lo que, probablemente nunca me habría dado cuenta con lo ciega que estaba, hizo que ella misma se diera cuenta de cómo estaba siendo ella y decidiera cambiar, hizo que me distanciara de ella por un tiempo y me diera cuenta que no vale la pena perder la amistad por un chico, e hizo que conociera a Harry de algún modo.
Me quité el auricular y la miré desde mi asiento. Estaba sentada en la parte de la ventana, con la cabeza apoyada en el puño cerrado. Miraba nostálgica a los árboles y casas que pasaban con velocidad a su lado. No parecía muy contenta. La verdad es que no la culpaba por ello, a mi también me costaba despedirme de uno de los mejores veranos que había vivido. Aún quedaba un mes entero para volver a empezar, pero, ¿qué iba a hacer? Los chicos se iban el lunes para España unas dos semanas. Tendría que empezar a buscar un trabajo para ahorrar para el comienzo de la universidad dentro de dos años aproximadamente. Tenía un trabajo provisional, para todos los miércoles y sábados de todo el mes de agosto en un camping a unos pocos kilómetros de mi casa. Me encargaba de las actividades de las noches para los niños que iban de campamento. Era un trabajo fácil y divertido, ya que a mí siempre se me habían dado bien los niños. Me daban un horario distinto para cada noche y yo solo tenía que cumplirlo. No era mucho lo que me pagaban -unas 600 libras al final del mes-, pero era algo con lo que podía empezar a ahorrar.
La semana pasada no había pasado gran cosa, Lena y Liam se mostraron muy cariñosos a lo largo de toda la semana, pero había descubierto que Lena no queria algo serio con él, ella sólo quería un lío de verano, ya que, según ella, sería la única vez que lo vería.Liam era diferente, no parecía ser un chico de líos ni nada parecido, se veía que era romántico y apasionado y que ese rollo no lo iba, pero no pareció importarle demasiado. Aún así, se veía que Lena estaba muy pillada por el. El tiempo cambió radicalmente, los calurosos días de sol ardiente se transformaron en nubes negras y lluvias abundantes durante la semana entera. Louis tuvo que volver dos o tres días a su ciudad por asuntos familiares y ya volvió con su propio coche, por lo que pudimos ir una sola vez -al salir del coche a nadie apetecía volver a entrar todos en un solo coche, aunque fuera una camioneta espaciosa- a una heladería muy rica en el pueblo. Y por lo demás no hicimos nada, mas que quedarnos todos los días en casa, jugando a juegos de mesa y viendo películas por las noches. Muy de vez en cuando paraba de llover algunas horas y podíamos salir a tomar un poco el aire.
Los chicos decidieron que ya era hora de empezar a ensayar y estar más o menos preparados. Cada vez que ensayaban, los dejábamos solos para no estorbar, pero según ellos, no les importaba que les acompañáramos, pero a mi no me parecía bien, así que, básicamente les prohibía a las demás que se acercaran , aunque los chicos más de una vez nos habían pedido acompañarles.
Desplacé la mirada hacia la ventanilla, a mi lado. Las amarillas y secas praderas que se repartían en diferentes parcelas y se extendían hasta donde la vista me alcanzaba empezaban a desaparecer y casas similares unas a otras comenzaron a ocupar su lugar.
Suspiré al darme cuenta que en aproximadamente 10 minutos llegaríamos a la estación que me volvería a sumergir en mi vida habitual y me separaría de un mes entero de Harry.
-¿Cuándo volveréis? -pregunté casi en un susurro, rompiendo el silencio que se había formado a lo largo del viaje. Apoyé mi cabeza en su hombro.
-Supongo que a finales de agosto. Creo que la semana antes de que vuelvas a empezar el instituto. Y el programa empieza en octubre.
-Voy a echarte más de menos que nunca -suspiré de nuevo.
-Y yo a ti -susurró.
 Otra vez compartíamos auriculares. La canción que sonaba no ayudaba en absoluto a que las lágrimas que estaban a punto de caer se mantuvieran en su sitio. La canción era When you're gone de Avril Lavingne.
-Vamos a hacer una cosa. Vamos a escoger una canción -propuso.
-¿Una canción?
-Sí, ¿nunca has oído que todas las parejas eligen una canción?
No pude evitar sonrojarme mientras reía.
-Sólo en las películas. Pero me gusta la idea.
-Así tengo una escusa para cuando piense en ti.
Volvía sonrojarme.
-Creo que yo no necesito una escusa para pensar en ti -susurré mirándolo a los ojos.
El me dio un suave y dulce beso en los labios.
-¿Y cómo vamos a hacer para escoger la canción?
-Pues, si ahora agito el iPod, sale una canción aleatoria -dije agarrándolo.
El asintió y lo agité justo antes de entrar al pueblo.
 La canción que sonó fue Summer of 69 de Bryan Adams.

                                      ~

-¡Mamá! ¡Ya estoy en casa! -cerré la puerta detrás mía y dejé las llaves en el cuenco de madera.
Mientras me quitaba el abrigo y lo colgaba en el perchero, los pasos provenientes de la cocina se acercaban cada vez más rápido. Mi madre se asomó con su pelo rubio y ondulado perfectamente peinado, llevaba un delantal sucio. Una gran sonrisa se formó en su rostro, me abrazó con fuerza.
-Ay, mi niña -sostuvo mi cabeza entre sus manos-, pero qué guapa estas, qué mayor y qué... ¡Cuánto te he echado de menos!
-Yo a ti también, mamá -dije, ya cuando me soltó-. Me voy arriba a deshacer las maletas y a tumbarme un rato en la cama. Necesito...
-Espera, espera -me agarró de la muñeca y comenzó a arrastrarme.
-¿Qué pasa? -me fijé bien en su delantal manchado- ¿Nuevos vecinos?
-Oh, no. Mucho mejor, ya verás como se te pasan las ganas de tumbarte.
Una vez dentro de la cocina, me soltó la muñeca. La cocina estaba más limpia que de costumbre, la mesa estaba puesta con un precioso mantel rojo oscuro y platos de porcelana blanca, con finas copas de cristal que adornaban en cada alto de los cinco platos. Emma estaba sentada en una de las sillas, estaba más arreglada que nunca, se había quitado la fea anilla que llevaba habitualmente en la nariz y la había sustituido por un pequeño pendiente. Sonreía, no de forma falsa como lo hacía siempre; mi padre estaba apoyado en el alféizar de la ventana con una taza de té en la mano. Sus ojos brillaban más de lo que recordaba, con el pelo negro oscuro cortado de una forma distinta.
-¡Papá! -estallé, acercándome a él y hundiendome en sus brazos.
-Feliz cumpleaños, cariño -me besó la cabeza.
-¿Pero no volvías dentro de una semana?
-He podido hacer un pequeño hueco en la agenda. No todos los días mi hija pequeña cumple 16 años.
-Y no sólo ha venido tu padre -dijo mi madre desde la puerta.
Dio un paso hacia atrás con una sonrisa de oreja a oreja. Un chico alto de pelo oscuro y negro con los ojos tan azules como los de mi padre. Al principio no lo reconocí, pero luego empezaron a venir los recuerdos; hace casi 6 años, cuando aún vivíamos en España, mi hermano se fue de casa para irse a estudiar a la universidad. Los únicos recuerdos que tenía con él eran muy buenos, siempre jugaba conmigo cuando era pequeña y a el no parecía importarle que tenía 10 años más que yo. Estaba muy unida a él, o eso recordaba, ya que hacía mucho que no lo veía. Un día de colegio, cuando apenas tenía 10 años, llegué corriendo a casa entusiasmada por poder enseñarle el primer A+ que había sacado en un examen. Mi madre estaba apoyada en la ventana mirando hacia la nada. Cuando pregunté por el, ella me respondió: “Cariño, tu hermano no volverá dentro de mucho tiempo”. Lo recordaba como si fuera ayer mismo. Todos los días miraba por la ventana esperanzada con que entrara su coche blanco en el garaje, pero las esperanzas se esfumaron cuando nos mudamos a Inglaterra.
Y ahí estaba. De pie. Mirándome.
-¡Josh! -dije abrazándole.
-¿Josh? ¿Desde cuando me llamas así? -sonrió-. Déjame que te vea.
Me aparté y dejé que me apartara un mechón de delante de mis ojos.
-Vaya, mucho más guapa de lo que recordaba. Felicidades pequeña.
Sonreí.
-¿Has venido desde España solo por mí? -dije. Me di cuenta de que eso sonaba muy egoísta. Sonaba mejor dentro de mi cabeza.
-Se podría decir que sí. Y también para veros a todos. Os echaba demasiado de menos.
-Bueno, ya estamos todos -mi madre se quitó el delantal y juntó las manos-. Hora de los regalos.
Cuando iba a replicar, Emma, por mi sorpresa, se levantó de la silla, se acercó a mi y me dio un fuerte abrazo.
-Felicidades.
Yo le devolví el abrazo.
-Gracias
Al soltarme, me tendió un pequeño sobre de color rojo. Con una sonrisa, lo cogí, le quité despacio el celo y saqué el contenido. Era una pequeña pulsera dorada con un colgante en forma de estrella.
-Es para tu colección de pulseras -dijo, señalando mi brazo izquierdo, que estaba lleno de pulseras de diferentes colores, tamaños, formas y significados para mí.
-Gracias -repetí, dándole un beso en la mejilla y abrazándola de nuevo.
-Eh, has crecido. Antes solo me llegabas a los hombros. Y ahora estamos casi iguales.
-Hmm, pues es verdad.
-Vale, nos toca -mis padres intercambiaron una mirada cómplice y mi padre sacó una caja envuelta en un papel azul turquesa. Me la tendió.
Con mucha curiosidad, desenvolví el paquete sin intentar romper mucho el papel. Justo lo que necesitaba; un móvil nuevo. Samsung Galaxy Ace. El nombre no me importaba lo más mínimo, aunque lo ponía en la caja en grande, con una foto del mismo. Era raro que me regalaran eso, ya que nunca me había quejado del teléfono delante suya, pero realmente estaba agradecida.
-Muchas gracias. Es lo que realmente necesitaba -dije abrazándoles.
-De nada cariño.
-¡Mi turno!
-¿Me has traido un regalo?
-Pues claro, ¿cómo iba a venir con las manos vacías? A Emma y a los Aitas ya les he dado antes.
Me acerqué a él y volví a abrazarle con fuerza.
-¿Sabes cuánto te he echado de menos? -susurré.
-No tanto como yo a ti.
-Debiste de haberme avisado de que te ibas.
-Lo sé. No quería hacerte daño.
-Tenía miedo por las noches al saber que no estabas en la habitación al lado.
-Lo sé -me agarró por los hombros y sacó un paquetito plateado del bolsillo. Me lo tendió aún con la mano sobre mi hombro-. Por eso he cogido esto para ti.
El contenido sólo ayudaba a que las lágrimas amenazaran más a que cayeran. Era un collar de plata, con un colgante en el que ponía “Tato” en letra cursiva.
“Tato” era como le llamaba yo de pequeña ya que no podía pronunciar bien su nombre. Y el a mí me llamaba “Tata” por que me encantaba cómo sonaba. Pero una vez que se marcó, Emma dejó de llamarme así por que me recordaba demasiado a él. Y a ella también.
-Awww.
-Así, siempre estaré contigo. Ademas... -se metió la mano por debajo de la camiseta y sacó una cadena dorada colgada de su cuello.
Los dos nos sonreímos.
 Ponía “Tata”.

2 comentarios:

  1. cielooo siguiente yaa :)
    eres ñkjhdcñuiowndñpuispiuhfuis
    teequieero :33

    ResponderEliminar
  2. Awww que mono el capitulo!!
    Que pena que se separen!!
    Quiero leer el siguiente!!
    Porfiiiii
    Te quiero, Besos!!

    ResponderEliminar