28~


Capítulo 28:
{Narra Jane}
-¡¿Pero tu eres tonto o qué?! -grité.
Un chico alto de pelo negro y corto y ojos grandes y marrones bajó del todoterreno y se plantó delante mía, mirando descaradamente como me levantaba.
-¡Podías mirar un poco por donde ibas, no? -dijo, cruzando los brazos.
-¿Perdona? ¡Eres tu el bestia que andabas con el coche! Tienes suerte que no me he hecho daño o se te cae el pelo -me sacudí el pantalón y me di la vuelta, dispuesta a entrar a las instalaciones.
-¡Eh! ¿A dónde vas? -preguntó brusco y caminando a mi lado.
Resoplé.
-Como si te interesara. Será mejor que me dejes en paz si no quieres que te denuncie -repliqué, sin siquiera mirarlo a la cara.
-¿Denunciarme por qué?
-¿Que por qué? ¡Me acabas de atropellar, imbécil! -cerré la verja verde detrás mía y justo delante suya.
El, volvió a abrir la valla y enseguida se puso a mi lado de nuevo.
-Sin insultar, eh.
Volví a resoplar. Continué andando, ignorándolo por completo. Divisé una pequeña caseta de madera en la que ponía en letra mayúscula “INFORMACIÓN”. Me dirigí hacia ella, aún con él a mi lado.
-¿Se puede saber por qué me sigues? -pregunté seca y sin apartar la mirada de mi camino.
-No, ¿a dónde vas tú? -sentía sus ojos clavados en mí.
-¿Por qué tendría que responderte? Quiero saber por qué me sigues -me detuve y me miré con el ceño fruncido, a unos pasos de la caseta. Me crucé de brazos.
-¿Y qué te hace pensar que te estoy siguiendo? ¿Tan importante te sientes, eh, enana?
-No vuelvas a llamarme enana -apreté los dientes.
-¿Y por qué no, eh, e-na-na? -puso voz sensual y se acercó a mi, acariciándome el brazo.
Di un manotazo a su mano y le pegué en la mejilla.
-¡Ni se te ocurra acercarte a mí! ¿Me has entendido? -di dos pasos y la puerta de la casa se abrió de golpe.
Me detuve en seco. Un joven de 30-35 años salió de ella con una camiseta azul claro y unos pantalones por debajo de las rodillas negro con deportivas desgastadas, con el pelo negro cubierto con una gorra negra también. Colocó los puños cerrados sobre sus caderas.
-¿Blake? ¿Qué demonios haces aquí tan tarde? ¡Te estoy esperando aquí una hora! -dijo sin moverse de su sitio y dirigiéndose al chico que estaba en mi espalda. -¡No quiero escusas! Arrea de aquí antes de que me arrepienta, ¡y ten muy claro que es la última vez que te salvo el culo! La próxima vez te pillará el mayor y tendrás problemas.
El chico asintió y salió corriendo, rodeando la caseta por detrás hasta que lo perdí de vista.
El hombre se acercó a mi hasta ponerse en frente mía.
-Siento todo esto -dos besos-, es la segunda vez que viene tarde esta semana y hay que ponerle en su sitio. Eres.. Jane Carter, ¿verdad? -asentí-. Perfecto. Yo soy Brad, soy el co-encargado del cámping. Acompáñame. Primero iré presentandote al personal, ¿te parece? Por suerte no es muy grande y no estamos muchos -comentó mientras comenzábamos a andar en dirección opuesta a la cabaña-. Normalmente iba a recibirte mi padre, que es el encargado, pero no ha podido venir.
Mientras él hablaba, intentaba centrarme en sus palabras y a la vez contemplar un poco el paisaje, que nos rodeaba a ambos. El recinto estaba rodeado por altos pinos, por lo que el suelo estaba cubierto por esas peculiares hojas en forma de aguja, solo que de un marrón claro. No era muy grande el sitio, pero sí lo suficientemente grande para no ver la otra barrera de árboles al otro lado. Nos acercamos a una casa similar a la anterior, solo que más grande. Estaba al lado de un campo de fútbol de hierba y otro de voley de arena. La puerta estaba abierta de par en par.
-Te voy a enseñar a la encargada de... -dijo antes de entrar en ella.
-¡Joder! -gritaba una voz dentro de la casa.
Los dos entramos apresurados. Una chica de estatura media con piel color café y su largo pelo castaño oscuro-rojizo trenzado estaba sentada entre decenas de balones de todos tipos y tamaños que adornaban el suelo.
-Pero, ¿qué haces? -escandalizó Brad.
-Pues eso, que me aburría y se me ocurrió jugar un rato, ¿no lo ves? -puso los brazos en jarras-. Ayudame, anda -alargó el brazo.
Brad se acercó, agarró su mano con fuerza y la ayudó a ponerse en pie.
-Ahora en serio, ¿qué ha pasado?
-Pues que estaba poniendo los balones, por quinta vez, en esta preciosa estantería y, cuando por fin iba a terminar poniendo el último, ¡pum! Como las pelotas son redondas -hizo un circulo en el aire con el dedo-, sí, Brad, redondas, pues vuelcan y ¡pum, pum, pum! Todas al suelo, ¡otra vez! Me harté y me senté en el suelo. Así que, a ver si llamas ya a esos pavos de las cestas bien claro que ¡las pelotas no se ponen en una estantería!
-Lo sé y tienes razón, dijeron que las cajas ya estarían de camino.
-Más te vale, por que la próxima vez vas a poner tú los balones -dio unos cuantos pasos, esquivando los balones y se acercó a mi-. No sabes lo feliz que me hace que estés aquí -besó mis mejillas-. Siempre he sido la más joven del camping y nunca ha habido gente de mi edad. Por cierto, soy Valerie, pero tu llámame Vay.
-Jane -me presenté.
Llevaba unas deportivas grises y unas mallas negras hasta por debajo de las rodillas. Llevaba una sudadera blanca y, en la espalda, ponía en letras negras “ANIMACIÓN” y, aunque le quedaba unas tallas grande, le favorecía mucho.
-Aunque, bueno, el año pasado bino Blake, que tiene 18 como yo, pero me cae mal. Las pocas veces que he hablado con el han sido más bien para hacer el tonto. Es un capullo, así que ten cuidado con el.
-Vay, no lo conoces -comentó Brad.
-Ya, pero tiene mucha pinta de chulo.
-Es su segundo año aquí, no puedes saberlo.
-¿Desde cuando eres mi padre? Ah, es verdad, tu eres el que me paga, así que me tendré que callar. Pero sé que no eres capaz de hacerme callar, eh, Bra-Bra -sonrió pícara.
-Cuidadito, eh.
-Bra-Bra era como le llamaba su madre cuando era pequeño -me dijo-. No me preguntes cómo me enteré por que me hecha, ¿o no? -soltó una risita-. Es que tenemos mucha confianza, trabajo aquí desde los 14 y le tengo mucho cariño.
-Era un bicho.
-Sí, pero hacía mi trabajo mejor que tú, básicamente por que tu solo estabas sentado en una silla y contestando llamadas. ¡Y aún así el cobra más que nosotras dos juntas!
-Se nos pasa el tiempo, tengo que seguir enseñándole el...
-No te preocupes, By, yo se lo enseño, tu vete a tu sillita acolchadita, que tendrás muchas moscas que matar.
-¿Y que pasa con todo esto? -señaló el suelo.
-Tengo toda la tarde -agarró mi brazo-, además, no tengo nada mejor que hacer y para no aburrirme, lo dejo para el final que seguro que tardo un rato. Ciao!
Salimos de la cabaña, aún son su brazo enroscado al mío. Los primeros segundos los caminamos en silencio de vuelta al sitio en donde había conocido a Brad.
-Por suerte no es muy grande esto y todas las parcelas son diferentes, así qe tardarás muy poco en acostumbrarte. Empezaré por enseñarte tu zona, el campo de fútbol y el voley ya has visto, vamos a la piscina, que está al otro lado.
-¿Piscina? Yo solo vengo por la noche..
-Lo sé, pero cada sábado se hacen baños nocturnos. Siempre es divertido. Como algunos sábados duermo aquí, me suelo unir a la fiesta, y como Brad no está, no se entera.
-Brr, que frío, ¿no?
-No te preocupes, que a partir del jueves las temperaturas empiezan a subir. Pero si tu no quieres meterte al agua no hay problema, lo importante es vigilar a los niños.
Dejé escapar una sonrisa, aunque solo fuera por un segundo. La verdad es que no estaba de muy buen humor desde que aquel imbécil no había murmurado un “perdón” tras atropellarme.
Seguimos caminando por las parcelas vacías, de hierba. Vay seguía hablando sobre las cosas del lugar. Como había imaginado, aún no había abierto sus puertas, por eso el silencio y los pocos coches en el aparcamiento. La estructura del camping era muy simple; había un gran pasillo central a unos pocos metros detrás de la cabaña de información. Era un camino bastante ancho de pequeñas piedras blancas y grises. Los lados estaban vallados con vallas de madera y, de vez en cuando, habían una apertura ancha paralela al lado opuesto. Cada entrada daba lugar a un amplio jardín con árboles en línea y también rodeados con una valla de madera. Al final de cada parcela, había una casa de piedra con duchas y aseos, con una salida que daba al campo de fútbol y al voley.
-En fin, no hace falta que te los enseñe, por que son todos iguales. Al final está el bar, la panadería y la tienda.
Asentí.
Al lado derecho de las parcelas había una gran piscina de forma rectangular doblada con un cuadrado en alto con otra piscina para los niños pequeños.
-A que mola, ¿eh?
-Está bonito -me morí el labio.
-Vamos, te lo enseño de cerca.
Bajamos las escaleras y entramos en la zona. En vez de la hierba que se había usado en las demás instalaciones, habían baldosas blancas y las hamacas azules estaban apiladas y guardadas en un rincón.
Conforme íbamos acercando al agua, podía visualizar cada vez mejor la figura que estaba sentada en una silla ojeando una revista.
Vay resopló al reconocerlo.
-¡Ché! -gritó en su dirección- ¿No deberías de estar limpiando la piscina?
-¿Y tú no tedrías que estar ya en Francia? -respondió el, levantándose de la silla y acercándose.
Cómo no...” -pensé y rodeé los ojos al reconocerlo también. Me crucé de brazos.
-¿Qué te importa a ti cuando vaya o no?
-No demasiado, pero si quiero saber cuándo te vas para ir a despedirte.
Resopló de nuevo.
-Venga, ponte a limpiar si no quieres que llame a Brad.
-Uh, ¿eso es una amenaza? -replicó, poniendo de nuevo esa voz sensual.
Ella, burlona, acercó su cara a la suya.
-Si -dijo, se apartó y dio unos pasos hacia delante.
El chico se quedó en blanco, desplazó su mirada a mi y sonrió.
-Creo que no nos han presentado, enana.
-Ni falta que me hace -dije y caminé hacia Vay. Enseguida nos pusimos a caminar.
-¡Soy Blake!
-¡Pues muy bien!
-A ese tío, ni caso. No lo conozco como ya sabes, pero ambos nos caemos muy mal.
-Ya veo... Oye... ¿qué es eso de que te vas? -pregunté con miedo.
-Ah, bueno, en dos semanas mi tía se casa y como es muy caprichosa, pues quería casarse en Francia. Pero no te preocupes que vendrá una chica de tu edad para sustituirme.
-Vale.
-¿Ves esos bugalows de ahí? Pues ahí es donde duermo yo también puedes dormir cuando quieras, por que los sábados se duelen hacer muy tarde por la noche. En fin. Al lado de ellos están los barracones para los niños que vienen del campamento. Y ya está, esto es el camping.
-¿Cuando abre?
-Mañana. El miércoles es un día raro, pero ya vienen algunas familias y un campamento a aprender inglés de niños de 12 años. Vienen desde Alemania.
-Joder -murmuré-. Yo no sé alemán...
-No hace falta, se supone que tiene que aprender inglés, ¿no?

~

La piedra cayó al río con un sonido sordo.
Lena suspiró.
-Bueno, ¿y qué al vuestro día? -dijo con coz apagada.
-Bien, me ha llamado Zayn -espetó Jess.
-¿Zayn? Uuuh, ¿y eso? -Ellen sonrió pícara-. ¿Y qué te ha dicho?
-Nada interesante -se encogió de hombros-, o por lo menos para vosotras.
-Con que secretitos, eh. Ya no sé qué pensar de ti, Jess.. -sonrió.
-¿Ya saben con quién les ha tocado? -pregunté.
-Claro, llegaron ayer. Dicen que hace mucho calor.
-¿Quien es su mentor? -preguntó Ellen.
-No os lo puedo decir.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Porque me ha dicho que no os lo cuente.
Ellen frunció el ceño y me miró.
-¿Y a ti no te ha llamado Harry?
-Me llamó ayer a la noche, pero me dejé el móvil en casa.
-¡Pues vaya! -gritó-. Tendremos que esperar hasta octubre para saberlo -resopló.
Jess sonrió satisfecha.
Lena no había dicho palabra desde que nos contó lo de Byron. Podía entenderla, pero nunca la había visto tan afectada y callada.
-¿Y a ti no te ha llamado Liam? -volvió a preguntar Ellen, dirigiéndose a Lena.
-¡Aish, calla ya pesada! -explotó-. No vas a enterarte, ¿vale? -suspiró.
-Vale, vale. Relájate... ¿pero te ha llamado o no?
-No -bajó la cabeza.
-Aww -Ellen se levantó del banco y se puso a su lado -. No pasa nada cariño, te recuerdo que fuiste tu la que no querías nada.
-Lo sé.
-Además, a mi tampoco me ha llamado ninguno de los cinco. Y mira que me llevaba bien con todos...
-Pero tu no tenías nada con uno de ellos.. -murmuró Lena.
-Ya, pero Jess tampoco -miró a Jess- ¿O sí?
Se sonrojó y sacudió la cabeza negativamente.
El móvil vibró dentro de mi bolsillo sin producir sonido alguno ya que lo había puesto en silencio durante la comida con Vay. Lo saqué del bolsillo trasero y miré la pantalla. Desconocido. Pulsé la tecla verde.
-¿Si?
-¿Jane?
-¿Harry? ¿Por qué susurras? -solté una risita.
-Es que estoy escondido.
-¿Y eso?
-Le he quitado el teléfono a Louis para poder llamarte.
Otra risa.
-¿Por qué?
-Es que esta mañana me ha sonado el móvil muy temprano y lo ha despertado, y me lo ha quitado y escondido. Y no he podido volver a llamarte.
-Aish, es verdad, me dejé el teléfono en casa por que Ellen, me obligó a salir por la noche y con las prisas se me olvidó.
Esta vez, rió él.
-No te preocupes. ¿Te ha contado Jess quién es nuestro mentor?
-Nop. No nos lo ha querido contar.
-Ah, vale. Bien. Bueno, te lo iba a contar de todas formas.
-Aws. Ellen está negra porque no lo sabe. Como es una cotilla...
Rió de nuevo.
-Ya me lo esperaba cuando entramos en la casa. Es Simon.
-¿En serio? ¡Que suerte!
-Si, todos estamos muy contentos. Pero.. sht!
-Tranquilo, si esto me divierte y todo.
-Aish, casi se me olvida. Ayer te llamé para decirte que Yina me llamó ayer para decirme que ya ha decidido irse a Canadá.
-Ah, ¿y qué tal está?
-Bien, bien. Creo que ha hecho una buena elección. Pero la echaré de menos.
-Y yo. Ahora que empezaba a llevarme bien con ella. ¿Ya lo tiene todo comprado y todo?
-Sí, si. El avión salía esta mañana así que supongo que estará de camino.
-Vaya, quería despedirme, ¿qué hora es en Canadá ahora?
-Ni idea. ¡Mierda! Tengo que colgar, alguien ha entrado en la habitación.
-¡Vale! ¡Espero verte pronto! ¡Y suerte!
-¡Besos!

1 comentario:

  1. Aaahhh!!! me encanta y ya necesito el siguiente, pero una cosa, ¿Un joven 35-35 años? Enserio eso te parece joven?!! Bueno, que da igual, sé que sere algo anormal pero me gusta el personaje de Blake! ¿Me odias por eso?
    Besos!!!
    TE quiero
    --R

    ResponderEliminar